Intentemos copiarnos de los finlandeses
¿Cuántas veces hicimos promesa de café tras el encuentro casual con un ex compañero de trabajo o escuela? ¿Cuántas veces concretamos la cita? ¿Una de cada diez? ¿Menos? Será ese uno de los motivos por los cuales Argentina ni siquiera figura en las tablas de máximos consumidores de la popular infusión.
Sorprende -al menos para desconocedores de la materia- que el primero de la ingesta sea Finlandia. Los habitantes de Helsinki, Tampere, Turku y otras hermosas ciudades de ese país toman más de tres tazas por día. El clima (10 grados bajo cero durante los inviernos) ayudará a explicar semejante número.
No es el cafetero el único ranking que encabezan los finlandeses. Durante este siglo sus alumnos han sido regularmente los mejores en las pruebas PISA, que miden el conocimiento de los estudiantes en lectura, matemática y ciencia. Aparecen segundos en edición de libros per cápita y terceros entre los menos corruptos del mundo, de acuerdo con la percepción que tiene su propia gente.
Más allá de las inclemencias meteorológicas, en Finlandia se entusiasman con el deporte. No sólo se trata de la idolatría por figuras internacionales, como el corredor de fondo Paavo Nurmi o el piloto de autos Kimi Raikkonen, sino del gusto de su población por la actividad física: son una de las tres naciones europeas líderes en la materia.
Generan envidia en este lado del mapa algunos de esos índices. Hay que impulsar la educación, la transparencia en todos los niveles, el movimiento en todas las edades... Para empezar, arreglemos ese café pendiente con el goleador del equipo de la secundaria. ■