Para los pobres, la inflación fue 8,5% en septiembre y suma 46% en un año
En septiembre, por la suba de los alimentos básicos, las familias indigentes y pobres fueron las más golpeadas por la inflación. Los precios de la canasta de alimentos básicos aumentaron 8,5% -dos puntos más que la inflación promedio- y los de la canasta de pobreza -que incluye bienes y servicios no alimentarios- 8,1%.
De acuerdo al Informe del Indec, en base a los precios de Capital y Gran Buenos Aires, en nueve meses la inflación de los sectores más pobres ya está en el 36,3% y la de los pobres en el 35,3%, frente a una inflación promedio del 32,4%. Y en 12 meses, la inflación de los indigentes acumula un 43,1% y la de los pobres el 46%, contra un 40,5% de inflación promedio.
Estos números anticipan - descontando las cifras de octubre, noviembre y diciembre -- que la inflación de los más pobres cerraría a fin de año por encima de 53%.
También anticipan un incremen- to de la pobreza y de la indigencia teniendo en cuenta que los ingresos de la población y en especial, los salarios y las jubilaciones y pensiones, aumentaron menos que la inflación promedio y mucho menos que la inflación “de los pobres” e “indigentes” en un contexto de caída del empleo y la ocupación.
La ultima medición del Indec del primer semestre arrojó una pobreza de 27,3% (más de 11,1 millones de pobres), que con estos datos de inflación podría superar 30% (12.300.000 de personas) en la segunda mitad del año.
Para el Indec, una familia tipo (matrimonio y dos hijos menores) necesitó en septiembre $9.059,51 para no ser indigente, $2.726,89 más que un año atrás. Y $22.558,17 para no ser una familia pobre. ($ 7.107 más que en septiembre de 2017).
Estos valores contrastan con los niveles salariales y de jubilación. Y marcan lo que se denomina pobreza por ingresos al margen de las condiciones de vida y privaciones en materia de vivienda, salud o educación. La mitad de los asalariados “en blanco” ganan en mano - luego de los descuentos de jubilación y salud-- menos de $ 25.000. Los informales están por debajo de los $10.000 promedio.
En tanto, el salario mínimo vital y móvil desde septiembre es de $10.700 para los trabajadores mensualizados que cumplen la jornada legal de trabajo a tiempo completo y de $ 53,50 por hora para los trabajadores jornalizados.
Descontando el aporte de jubilación y salud, y sumando el salario familiar de esposa y dos hijos menores, el ingreso de bolsillo redondea los $12.650 efectivos, apenas el 56% de la “línea de pobreza”.
Por su parte, a septiembre, las jubilaciones y demás prestaciones de la Seguridad Social - que abarca a 17,8 millones de personas-- tuvieron un aumento del 19,2% con relación a igual mes de 2017, contra una inflación de la canasta de pobreza de 46%.
De aquí se desprende que, aun con un empleo registrado de jornada completa no evita vivir por debajo de la “linea de pobreza”. Y que se puede estar en la indigencia con un trabajo informal. ■