LOS 90 DE PATORUZÚ
Revolucionó el humor gráfico y sirvió como inspiración para superhéroes. Dibujos originales y bocetos.
Con motivo de este cumpleaños redondo, en la Biblioteca Nacional hay una muestra homenaje.
Hay una figura emblemática de la historieta argentina que inspiró al creador de Asterix, al mismísimo Walt Disney y se anticipó a Superman y a otros superhéroes clásicos: Patoruzú, que vio la luz como personaje secundario en 1928 –hace exactos 90 años- y luego alcanzó protagonismo en tiras gráficas y revistas cuyas reimpresiones siguen vendiéndose y agotándose en los kioscos.
La extravagancia del personaje creado por Dante Quinterno estaba dada porque se trata de un indio tehuelche millonario, dueño de media Patagonia y afecto a la caridad: un héroe moral, que no casualmente consolidó su potencia simbólica durante la Década Infame. Patoruzú terminaría convirtiéndose en uno de los hitos del humor gráfico nacional y en uno de los íconos populares más queridos.
Además, llegó a encarnar un éxito descomunal de ventas. Después de haber viajado a los Estados Unidos en 1932 con el propósito de aprender los modos de producción y distribución de los grandes imperios del cómic, Quinterno se rodeó de un equipo de asistentes con el que logró vender hasta 300 mil ejemplares por semana de su historieta. La revista apareció en noviembre de 1936, varios años después de iniciarse la publicación de sus viñetas en diarios.
Por el 90° aniversario, hoy se inaugura en la Biblioteca Nacional una muestra sobre ese cacique de moral inquebrantable. La exposición reúne piezas claves de los arcones de la familia Quinterno y de los archivos de la Biblioteca: está compuesta por más de 90 originales del dibujante, guionista y empresario editorial. Desde ilustraciones de los inicios de la serie, manuscritos, croquis y bocetos inéditos a fotografías y material fílmico original restaurado.
También pueden verse periódicos antiguos, merchandising de época, objetos de colección y tres entrevis- tas que el artista concedió.
Patoruzú hizo su primera aparición como personaje secundario en las Aventuras de Don Gil Contento en 1928, en la contratapa del diario Crítica, propiedad del periodista y empresario uruguayo Natalio Botana (no se llamaba todavía Patoruzú sino Curugua Curiguagüigua). Aunque solo dos días más tarde, Quinterno abandonó el periódico. Discontinuó al personaje hasta el año siguiente –en el diario La Razón se concentró en ilustrar las aventuras de Julián de Montepío, vivillo porteño y playboy, con aires de millonario industrial- y luego recaló en El Mundo, donde el cacique ganó protagonismo definitivo, en una época en que las tiras cómicas influían en la venta de diarios.
A finales de los años 30, la popularidad del personaje se disparó y también su influencia como antecedente de muchos superhéroes que se volvieron clásicos. De hecho, la tira se publicó en inglés en el diario neoyorquino P. M., entre 1941 y 1948, y en 1946 aparecieron dos números de The adventures of Patoruzú, editados por Green Publishing.
¿Qué se verá en esta exposición? “Principalmente, el material corres- pondiente a un período inicial, brumoso y poco historizado del personaje, de las décadas del 30 y 40 –ese año Quinterno deja de dibujar-. Luego, despliega en el espacio los elementos de la fórmula que revolucionó la historieta argentina”, explica José María Gutiérrez, curador de A todo Patoruzú, investigador y responsable del Centro de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca.
Hay cualidades que permiten hablar de un producto cultural revolucionario. Explica Gutiérrez: “Se trata de la primera serie que rompe la frontera de los lectores adultos y niños. Además, hablamos del primer personaje protagónico de continuidad serial con características bondadosas, después de que históricamente los protagonistas de la historieta porteña exhibieran características típicas del ‘tarambana’ o el ‘chanta’”.
En opinión del curador, Patoruzú es el primero a nivel mundial que “permite hablar de un héroe cuya fortaleza no está en el físico: es un tipo noble que se dedica a hacer el bien. Quinterno se da ese lujo introduciendo, además, la figura del indio que termina siendo mítico, en tándem con su padrino, el también famosísimo Isidoro Cañones.”
Ese contraste psicológico causó furor entre los lectores: mientras que Patoruzú es inocente, alegre, confiado y solidario, y procede de acuerdo con una moral tradicional, su padrino es egoísta, ávido, fanfarrón, desconfiado y vividor. Representaba, en este caso, la “viveza criolla” y el gusto por las mujeres, la noche y la plata fácil, aunque en momentos claves, se pone del lado del indio.
El aspecto de Patoruzú es, al mismo tiempo, muy diferente al de los musculosos y apuestos justicieros estadounidenses a los que sirvió de ejemplo: “Gran nariz de indio del Sur, boca enorme y sin dientes a la vista, pelo, vincha y pluma de aborigen, ojos muy abiertos”, describía el semiólogo Oscar Steimberg en un ensayo dedicado al personaje.
“Hablamos de un héroe originalísimo, que no quiere eliminar ni derrotar a sus adversarios sino rectificarlos, ya en las primeras etapas, más salvajes y experimentales, y luego en las últimas, que podríamos definir como industriales. Algo inédito en el mundo hasta entonces”, concluye Gutiérrez. ■