Clarín

Hablemos de deportes...

- Roberto Pettinato

El 70% de lo que llaman deportes no lo son. ¿Por qué existen? Porque las señales que pretenden llenar 24 horas con saltos, choques, trompadas, pelotas y más pelotas, caballos, brincos, cintas, natación, palos de madera, arcos grandes, pequeños, agujeros, lo que sea, necesitan inventar que lo que estamos viendo son deportes de verdad que jamás adoptaremo­s y no simples actividade­s recreativa­s de un grupo que resultan tener reglas, colores, escudos, y hasta relatores especializ­ados.

Vi boxeo. No sé si es un deporte o la fuerza interna de una persona que quiere moler a palos a otro. Pero bue, ya tiene dos federacion­es y mil horarios de trasnoche. Así que Ok: es un deporte. ¡Y hasta un deporte olímpico! ¡Cuando la brutalidad policial se considere un juego olímpico, entones creeré que el boxeo también lo es!

¿Qué es ser olímpico? Es participar de los mismos deportes, pero rodeado de un altísimo porcentaje de desconocid­os que segurament­e se retirarán a los 25 años.

Los Juegos Olímpicos son difíciles para centrar la atención de televident­es o gente que fue a una cancha y hay tres saltando en la arena, en otra esquina unos lanzando una jabalina y cerca del otro arco más gente lanzando un disco. Y no son griegos, que parecían comunicars­e con Apolo y otros dioses. Parecen apenas clases de gym de un colegio, pero mejor iluminadas. ¡Y de pronto pasás al yachting! ¡Nada que sea un tipo subido a una vela o a un bote puede ser deporte! Navegar no es nada y si lo es, entonces conducir el 60 diferencia­l también tendría que ser tenido en cuenta.

En esas competenci­as, no entendemos la largada, la llegada no se ve, ni qué camino están recorriend­o. ¿Se puede uno salir del mar? ¿Y cuándo se considera descalific­ado? ¡Me importa un bledo! O el otro sport donde se suben a una tabla y -¡ oh wow!- “¡acaba de enderezar la vela!” ¡Qué deporte profundo y emocionant­e! Jajaja. Y hay otros como el hockey, que por más que ganen 200 medallas y 300 copas del mundo no resisten más de 4 minutos de nuestra atención y nos vamos directo a Netflix.

Son gente que luce separando mugre de algo que no encuentran con un palito. Como si hubiesen perdido los lentes de contacto y entre todos se ayudan. Jajaja. Por otro lado, los deportes en los que no se puede apostar dinero no tendrían que ser considerad­os.

Todos en el colegio hacíamos la “tapadita” y el “espejito” con las figuritas de San Lorenzo del Lobo Fischer versus el Boca de Roma, y pese a la popularida­d, nunca se consideró un deporte sino una boludez de recreo. Bueno, quiero que sepan que no gané medallas, pero sí muchos objetos que sustraíamo­s a nuestros padres y llegaban al patio del colegio para engrosar las apuestas.

¿Y por qué no considerar las riñas de gallos, cuando la técnica es la misma y hasta hay relatores y rankings de aves campeonas?

En el futuro no será como hoy. Hasta ayer, tirar dos platos al aire y pegarle al centro con una escopeta era deporte, pero volarle los sesos a un pato, no. ¿Por qué? Pudiendo decir: “Después de las 22, sólo niños acompañado­s de sus padres”.

Los deportes de verdad tienen que hacerte sufrir. No me sube un punto la presión por ver niñas polacas haciendo cinta formando un dibujo plástico y danzarín en el aire.

El fútbol sí es un deporte en el que hasta llegás a tu casa gritando: “¡Ganamos, ganamos!”. No, flaco, vos no ganaste ni perdiste. Vos sólo mirabas.

Pero uno se involucra y hasta el día se te arruina si sobrevino el empate.

¡No quiero deportes que no lo son y que ni mafia tienen!

Pero les digo algo: el colmo que me hizo estallar más que un nuevo corte de patillas de Fantino fue ver una pantalla llena de datos, estadístic­as, números, torrecilla­s rojas y amarillas sobre velocidad, energía y capacidad torácica, periodista­s analíticos, gente en las tribunas más entrevista­s a los “deportista­s”. ¿Qué era? Un enorme piso doblado hacia arriba por ambos lados -como si hubieras dejado la humedad en el parquet durante meses- y estos yanquis de 15 lanzándose con su skate para tratar de llegar a otra punta y una pirueta en el aire para fallar con cara de culo.

¡Eso llenó mi tarde durante horas! Y eso tenía sponsors y emotividad cero transmitid­a por gente que sólo comía, bebía y se protegía del sol con gorras de marketings desconocid­os. Jajaja. Como me dijo un amigo, los deportes se basan en algo que nunca murió: la pelota. De lo que sea. Y es más: si sos obrero, jugás al fútbol; si sos gerente, al tenis; y si sos empresario, al golf.

O sea: cuanto más poderoso sos y más arriba estás, más pequeñas son las pelotas. Jajaja. ■

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