Clarín

Un pacto para dejar de votar cada dos años

- Eduardo Duhalde Ex presidente de la Nación

Hay algo que pasa en la política argentina que, a pesar de todos mis años de político, de haber sido Concejal, Intendente, Vicepresid­ente, Presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Senador y Presidente de la República y Presidente del Mercosur, no logro comprender: la renuencia, por no decir el rechazo visceral, de los políticos a pactar, a acordar, a consensuar.

Si miramos el mundo, es la forma en que se gobiernan las grandes naciones: acuerdos, coalicione­s, pactos.

Así también me manejé yo, cuando tuve que asumir responsabi­lidades ejecutivas, tanto a nivel municipal, como provincial y nacional: dialogando, dando espacio a la oposición, escuchando.

Para mí, esa es la razón de ser de la política. Sin embargo, en la Argentina se actúa exactament­e al revés: aislándose, generando grietas, descalific­ando al que opina diferente, ninguneand­o a los opositores.

Es así que hemos sido incapaces, desde el regreso de la democracia, de generar acuerdos que den origen a políticas de largo plazo y nos hemos conducido una y otra vez irresponsa­blemente, poniendo en conflicto grave la gobernabil­idad y la paz social.

Vista esa realidad y aceptando que quizás los grandes pactos están fuera de nuestras posibilida­des ¿Qué tal un “pactito”? Algo pequeño, puntual, en lo que estemos la gran mayoría de acuerdo en que sería un avance para el país.

Acordar, por ejemplo, que se va a reformar la Constituci­ón para eliminar este sistema ab- surdo de elecciones cada dos años, que pone en estrés constante el sistema político y obliga a los gobernante­s a estar en campaña permanente, consumiend­o recursos y energías que después escasean a la hora de tomar decisiones de fondo y obligando a los gobiernos a pensar con el estrecho horizonte del triunfo electoral como único objetivo.

En lo interno, podríamos imitar a Córdoba o Entre Ríos, que eligen autoridade­s en un solo acto electoral. Aunque quizás el mejor ejemplo sea nuestro vecino Uruguay, que renueva la totalidad de sus autoridade­s cada cinco años, De esa manera, quita de en medio la tensión electoral y crea un clima de convivenci­a y diálogo político que deja espacio para pensar los grandes pactos, los que hacen a las políticas de Estado y al proyecto de país. En realidad, más allá del tono irónico, este pequeño pacto que propongo puede ser un gran paso para el futuro de la Argentina. ¿Encontraré entre los políticos argentinos suficiente apoyo para hacerlo realidad? Ojalá que sí.w

En la Argentina hemos sido incapaces de generar acuerdos que den origen a políticas de largo plazo

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