El juez Moro visita al presidente electo para hablar de un puesto en el gobierno
Sergio Moro está a punto de dar un paso que lo elevará de juez de primera instancia en Curitiba a ministro de Justicia del presidente electo Jair Bolsonaro. Responsable por la operación Lava Jato, que desnudó una cadena de corrupción enquistada en la estatal Petrobras, se reunirá hoy con el futuro jefe de Estado. Fuentes del tribunal donde actúa el magistrado dijeron que ya compró pasajes para viajar a Río de Janeiro y visitar al mandata- rio en su residencia carioca de Barra da Tijuca. Todo indica que Bolsonaro está dispuesto a ofrecer al juez paranaense una cartera “turbinada”, que englobará justicia, seguridad pública, transparencia, contraloría general de la unión y el Consejo de Control de las Actividades Financieras.
El núcleo duro del bolsonarismo aconsejó la opción por Moro. Entiende que la imagen del juez dará prestigio al gabinete ministerial, al reforzar ante la opinión pública la percepción de un compromiso del futuro go- bierno con el combate a la corrupción. Bolsonaro ya había anticipado que quería tener a ese juez como ministro, o en todo caso como miembro de la Corte Suprema. Esta última alternativa resultaría mucho más difícil porque nombrar integrantes de esa máxima instancia judicial no es una decisión exclusiva del jefe de Estado; interviene la comisión de Justicia del Senado y luego es preciso que el designado sea “aprobado” por votación en el plenario de la Cámara Alta. Ocurre que el Parlamento no tie- ne precisamente “aprecio” por un juez que colocó en dificultades a más de un senador y diputado.
Hay sin embargo algunos inconvenientes en la nominación de esa figura como ministro de Justicia. La primera es que la aceptación de ese convite dejaría “en evidencia que el juez tomó partido en decisiones pasadas”, según dijeron magistrados del tribunal donde actúa Moro. Sería el caso del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, preso por una causa de corrupción. Otro problema surgiría de la obligación de Moro de ser exonerado como juez, como condición para asumir el ministerio.
Antes del Lava Jato, Moro no era más que un magistrado federal que actuaba a nivel provincial; es decir, un “desconocido” a nivel nacional. En 2014, con ese caso que tuvo como gatillo las acusaciones contra los due- ños de la constructora Odebrecht, el juez pasó a tener una incidencia gigantesca en el mundo político, sacudido por las denuncias seriales.
Las relaciones de Bolsonaro con el juez no siempre fueron “color de rosa”. Es que la fama convirtió a Moro es un hombre acostumbrado a las deferencias. En marzo de 2017, en el aeropuerto de Brasilia el juez pasó por alto al entonces diputado federal. En una entrevista a la Red TV, el hoy presidente electo explicó que se había “enojado” porque al saludar a Moro, éste lo dejó plantado. “Eso me irritó. Esperaba tener al menos 30 segundos para conversar con él”, dijo entonces. La explicación que daría el juez es que prefería no “sacarse la foto” con un legislador “después de los inconvenientes” que padeció al mostrarse sonriente junto al senador Aécio Neves, ahora electo diputado. ■