El cigarrillo electrónico se convirtió en un fetiche para los más jóvenes
A los adolescentes les atrae su formato y la variedad de sabores. Y lo actualizan como si fuera un celular.
Pocos de los que los usan lo saben. Quienes jamás lo probaron no tienen ni idea. Por eso no les molesta que les “vapeen” al lado. En la calle, en el trabajo, en el aula o en el subte. Cuando notan el gesto de fumar, miran de reojo y chequean de qué se trata. Al ver el dispositivo, se les apaga la alarma de “no se puede”. Pero el cigarrillo electrónico está prohibido en Argentina. Aun así, cada vez se usa más.
Ayer se hizo el 1° Foro Internacional sobre Cigarrillo Electrónico. Sus organizadores lo destacan como un “hecho inédito en el mundo” porque reunió a los principales referentes de sociedades latinoamericanas y europeas, en el marco del 46° Congreso Argentino de Medicina Respiratoria.
Los especialistas debatieron si el cigarrillo electrónico sirve para combatir el consumo de tabaco. Con experiencias de pacientes, a favor y en contra. Pero en el aire de ese auditorio no hubo “grieta”. Vapear —en contraposición a fumar los cigarrillos convencionales— no tiene nada de sano. Incluso advirtieron que es más peligroso porque se está convirtiendo en un fetiche tech para los jóvenes.
“Como si fuese un iPhone”, asegu- ran, en lugar de dejar el hábito “actualizan los dispositivos”. Además, al ser electrónicos y estar “tuneados” con personajes (como Hello Kitty) llaman la atención de nenes y adolescentes. ¿Futuros vapeadores? “El estudio de un arma de X calibre comparado a una calibre 36 afirma que la primera mata menos que la segunda. ¿Entonces, con qué preferís que te mate?”, ironizó Mina Gaga, presidenta de la Sociedad Respiratoria Europea. Su analogía es sobre lo que falta estable- cer concretamente: la toxicidad de estos dispositivos frente a los de papel.
El concepto instalado por una investigación reciente del Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña es que el electrónico produce sólo el 5% del daño que el cigarrillo de combustión. “Pero ese 5% mata”, señala Gaga.
Gustavo Zabert, presidente de la Asociación Latinoamericana de Tórax, alerta sobre la posibilidad de que se replique lo que sucedió en Estados Unidos. “Por primera vez desde 2014, aumentó el consumo de tabaco por el cigarrillo electrónico. Apuntan a los jóvenes, en marketing, en lo atractivo que les parece. Por la forma en que se vende acá, aunque esté prohibido, estamos perdiendo la batalla”, sentencia. Menciona un paper que apunta a que estos dispositivos “no deben estar disponibles para los jóvenes ni tener saborizantes, que los hacen aún más atractivos”, y que debe haber “restricciones en el consumo público y en la publicidad”.
El producto que más éxito tiene en los jóvenes argentinos es el Juul, conocido como el “tabaco de Silicon Valley”. Muy delgado, con la terminación mate que le da la textura de un celular, se carga con USB desde la computadora y viene con pequeños cartuchos que se intercambian. En Argentina se vende en páginas de Facebook, en tabaquerías del microcentro, en los growshops de Olivos, en la galería Bond Street sobre la avenida Santa Fe o en Mercado Libre, pese a que la ANMAT, que prohibió el cigarrillo electrónico en 2011, tiene un acuerdo con esa plataforma para impedir la venta de productos ilegales que podrían dañar la salud. Su valor va de 3.600 a 4.000 pesos y la caja de los cartuchos está 900 pesos.
“Acá está prohibido, pero se vende y se consume”, dijo Daniel Buljubasich, Presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR). Y asintió cuando entre los asistentes un especialista de Rosario explicó que sus pacientes jóvenes “lo consumen porque quieren el ‘golpe de garganta’, similar a la ‘seca’. No lo están usando para dejar de fumar sino para iniciarse”. Buljubasich destacó la incidencia de las redes sociales en la buena prensa del electrónico. “Hacen creer que es más sano. Porque esas compañías saben usar muy bien ese lenguaje en los jóvenes, más la plata que pueden poner para que les aparezca en el muro de Facebook una publicidad de estos dispositivos. Hay que regular eso”, aseguró.
“Los tratamientos eficaces y seguros son farmacológicos y con apoyo psicológico. No cambiar un papel por un dispositivo --apuntó Carlos Jiménez Ruiz, presidente de la Sociedad Española (SEPAR)--. El electrónico tiene la misma capacidad de producir enfermedad y muerte. Hay que dar batalla en la gente y los políticos”.
“Están fidelizando al fumador con estas actualizaciones tech. Y no se puede aumentar el impuesto porque no se los puede regular como producto del tabaco. Pero el mensaje debe ser claro: es una nueva forma de consumir nicotina”, sentenció Zabert. ■