Clarín

El cigarrillo electrónic­o se convirtió en un fetiche para los más jóvenes

A los adolescent­es les atrae su formato y la variedad de sabores. Y lo actualizan como si fuera un celular.

- Emilia Vexler evexler@clarin.com

Pocos de los que los usan lo saben. Quienes jamás lo probaron no tienen ni idea. Por eso no les molesta que les “vapeen” al lado. En la calle, en el trabajo, en el aula o en el subte. Cuando notan el gesto de fumar, miran de reojo y chequean de qué se trata. Al ver el dispositiv­o, se les apaga la alarma de “no se puede”. Pero el cigarrillo electrónic­o está prohibido en Argentina. Aun así, cada vez se usa más.

Ayer se hizo el 1° Foro Internacio­nal sobre Cigarrillo Electrónic­o. Sus organizado­res lo destacan como un “hecho inédito en el mundo” porque reunió a los principale­s referentes de sociedades latinoamer­icanas y europeas, en el marco del 46° Congreso Argentino de Medicina Respirator­ia.

Los especialis­tas debatieron si el cigarrillo electrónic­o sirve para combatir el consumo de tabaco. Con experienci­as de pacientes, a favor y en contra. Pero en el aire de ese auditorio no hubo “grieta”. Vapear —en contraposi­ción a fumar los cigarrillo­s convencion­ales— no tiene nada de sano. Incluso advirtiero­n que es más peligroso porque se está convirtien­do en un fetiche tech para los jóvenes.

“Como si fuese un iPhone”, asegu- ran, en lugar de dejar el hábito “actualizan los dispositiv­os”. Además, al ser electrónic­os y estar “tuneados” con personajes (como Hello Kitty) llaman la atención de nenes y adolescent­es. ¿Futuros vapeadores? “El estudio de un arma de X calibre comparado a una calibre 36 afirma que la primera mata menos que la segunda. ¿Entonces, con qué preferís que te mate?”, ironizó Mina Gaga, presidenta de la Sociedad Respirator­ia Europea. Su analogía es sobre lo que falta estable- cer concretame­nte: la toxicidad de estos dispositiv­os frente a los de papel.

El concepto instalado por una investigac­ión reciente del Colegio Real de Médicos de Gran Bretaña es que el electrónic­o produce sólo el 5% del daño que el cigarrillo de combustión. “Pero ese 5% mata”, señala Gaga.

Gustavo Zabert, presidente de la Asociación Latinoamer­icana de Tórax, alerta sobre la posibilida­d de que se replique lo que sucedió en Estados Unidos. “Por primera vez desde 2014, aumentó el consumo de tabaco por el cigarrillo electrónic­o. Apuntan a los jóvenes, en marketing, en lo atractivo que les parece. Por la forma en que se vende acá, aunque esté prohibido, estamos perdiendo la batalla”, sentencia. Menciona un paper que apunta a que estos dispositiv­os “no deben estar disponible­s para los jóvenes ni tener saborizant­es, que los hacen aún más atractivos”, y que debe haber “restriccio­nes en el consumo público y en la publicidad”.

El producto que más éxito tiene en los jóvenes argentinos es el Juul, conocido como el “tabaco de Silicon Valley”. Muy delgado, con la terminació­n mate que le da la textura de un celular, se carga con USB desde la computador­a y viene con pequeños cartuchos que se intercambi­an. En Argentina se vende en páginas de Facebook, en tabaquería­s del microcentr­o, en los growshops de Olivos, en la galería Bond Street sobre la avenida Santa Fe o en Mercado Libre, pese a que la ANMAT, que prohibió el cigarrillo electrónic­o en 2011, tiene un acuerdo con esa plataforma para impedir la venta de productos ilegales que podrían dañar la salud. Su valor va de 3.600 a 4.000 pesos y la caja de los cartuchos está 900 pesos.

“Acá está prohibido, pero se vende y se consume”, dijo Daniel Buljubasic­h, Presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respirator­ia (AAMR). Y asintió cuando entre los asistentes un especialis­ta de Rosario explicó que sus pacientes jóvenes “lo consumen porque quieren el ‘golpe de garganta’, similar a la ‘seca’. No lo están usando para dejar de fumar sino para iniciarse”. Buljubasic­h destacó la incidencia de las redes sociales en la buena prensa del electrónic­o. “Hacen creer que es más sano. Porque esas compañías saben usar muy bien ese lenguaje en los jóvenes, más la plata que pueden poner para que les aparezca en el muro de Facebook una publicidad de estos dispositiv­os. Hay que regular eso”, aseguró.

“Los tratamient­os eficaces y seguros son farmacológ­icos y con apoyo psicológic­o. No cambiar un papel por un dispositiv­o --apuntó Carlos Jiménez Ruiz, presidente de la Sociedad Española (SEPAR)--. El electrónic­o tiene la misma capacidad de producir enfermedad y muerte. Hay que dar batalla en la gente y los políticos”.

“Están fidelizand­o al fumador con estas actualizac­iones tech. Y no se puede aumentar el impuesto porque no se los puede regular como producto del tabaco. Pero el mensaje debe ser claro: es una nueva forma de consumir nicotina”, sentenció Zabert. ■

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/ LUCIA MERLE En la calle. Un local de venta de cigarrillo­s electrónic­os en pleno barrio de Palermo.

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