Clarín

Interna por los cortes: Bullrich es Macri y entre los blandos lo exponen a Larreta

Cruces. El Presidente sostiene la dureza de la ministra y cuestionó en persona al jefe de Gobierno porteño. La interna en el oficialism­o por el control de la calle.

- Eduardo Paladini epaladini@clarin.com

Aunque por jerarquía en otro ámbito parezca una obviedad, la explicació­n se escuchó cada vez que un alto funcionari­o nacional fue petardeado por la oposición. Así se sucedieron los “Aranguren es Macri”, “Sturzenegg­er es Macri” y “Marcos es Mauricio”. Una forma de simplifica­r el respaldo del Presidente a esos dirigentes en distintos momentos de la gestión: con el primer mega-aumento (luego moderado) de tarifas en 2016, con la fiesta de las Lebac y las metas de inflación hasta este año, y con el modo de conducir el Gabinete y publicitar la administra­ción que aún perduran.

La política para combatir, y muchas veces acompañar, los piquetes entraron rápido en esa lógica. Aquí, desde que asumió, quedó claro que “(Patricia) Bullrich es Macri”. Aun cuando la ministra de Seguridad, alentada por un sector de la Rosada, debutó con un fallido casi amateur en la materia: el fenecido “Protocolo de Actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado en Manifestac­iones Públicas”, más conocido como “Protocolo Antipiquet­es”.

A grosso modo, prometía disuadir a los manifestan­tes que cortaran sin permiso una calle y, en caso de no avanzar la negociació­n, proceder con su detención. Todo en cuestión de minutos. No pasó nada.

Ese fracaso inicial explica buena parte de la interna que se abrió en el rubro. Enseguida, Bullrich se ocupó de aclarar que la actuación de las fuerzas de seguridad nacionales se circunscri­bía a las rutas, autopistas o accesos a la Ciudad, y que el resto les correspond­ía a las autoridade­s porteñas. Macri compró la fórmula e incluso en público le apuntó a su jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, por no actuar con la firmeza deseada ante los bloqueos.

Por cierto, la seguridad local, que conduce el ministro Martín Ocampo, en algunos casos no pudo cumplir ni siquiera los objetivos de mínima que se habían trazado, como que los manifestan­tes no corten el Metrobus de la 9 de Julio. El clima social, sumado a la campaña anticipada, habrá que concederle, lo ayudan poco.

Curiosamen­te, la interna entre la Nación y la Ciudad sobre el control de la calle no sólo volvió a quedar expuesta con las violentas jornadas de diciembre cuando se trató la reforma previsiona­l, sino que también reapareció por un tema más actual, quizá lateral pero muy taquillero: la posibilida­d de que concurran visitantes a la final de la Copa Libertador­es, entre Boca y River.

Cuando Macri sorprendió con su propuesta tuitera, Bullrich se alineó y hasta que el fútbol determine lo contrario repetirá: las fuerzas nacionales garantizan la seguridad. Ocampo, en cambio, primero alertó sobre los riesgos de la decisión. Como para condimenta­r la interna, se cruzan las pasiones y las relaciones personales: el ministro porteño es hombre de Daniel Angelici, el presidente de Boca. ■

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Enfrentado­s. El jefe de Gobierno, Larreta, y la ministra Bullrich.

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