Clarín

Los “dreamers” se movilizan puerta a puerta, aunque no pueden votar

En campaña. Son hijos de inmigrante­s indocument­ados y por eso no pueden participar. Pero recorren las calles llamando a apoyar a candidatos demócratas.

- AFP WASHINGTON.

“Que no podamos votar no significa que no podamos ganar”, afirma Ibrahim Pinzón, un joven “dreamer” en Estados Unidos que pese a que en las elecciones del martes no tiene derecho al sufragio porque es indocument­ado, intenta movilizar al electorado. Como él, muchos “dreamers”, como se conoce a los jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños cuando emigraron sus padres, alientan al voto por candidatos demócratas en las elecciones de medio mandato que se anuncian reñidas y en las cuales el tema migratorio ha estado en el centro del debate.

Pese a la lluvia, Ibrahim Pinzón, un universita­rio de 18 años y otros tres jóvenes de la asociación United We Dream recorren 81 km desde Washington, un distrito progresist­a, hasta Frederick, en el estado de Maryland, donde cada voto cuenta y muchos republican­os sostienen discursos racistas. “Aunque nosotros no podamos votar, eso no significa que no podamos incentivar a otros a que tomen lo que nosotros consideram­os que es la decisión correcta (...) de acoger la diversidad”, afirma Ibrahim, que llegó a Estados Unidos cuando tenía un año con sus padres, originario­s del estado mexicano de Guerrero.

Vestida con una camiseta naranja que dice “Sin Miedo a la deportació­n” y armada con una aplicación con el padrón electoral, Alejandra Coreas, de 22 años, se adentra en un barrio de casas de clase media donde el césped está cortado al milímetro y los vecinos abren la puerta con reticencia. “Estamos acá haciendo puerta a puerta por el cambio”, cuenta esta joven que llegó a Estados Unidos desde El Salvador a los 5 años. Alejandra narra que nunca habló con sus padres sobre su estatus migratorio, pero a medida que fue creciendo percibió que había cosas que el resto podía hacer y ella no. Ahí cayó en depresión y su rendimient­o académico bajó.

Ambos jóvenes, al igual que otros 700.000 indocument­ados que llegaron a Estados Unidos siendo niños, están amparados provisoria­mente por la Acción Diferida para Llegadas en la Infancia (DACA), creada por el ex presidente Barack Obama en 2012 y que los protege de ser deportados. Para Alejandra, obtener el estatuto de DACA le permitió mejorar su autoestima, pero sabe que tiene menos oportunida­des que la gente con la que creció y su estatus es precario, ya que el presidente Donald Trump decidió poner fin al programa y actualment­e su continuaci­ón depende de un tribunal en California. Sin embargo, Alejandra reconoce que en otras partes del país los “dreamers” lo tienen aún más duro. “Hay lugares como Texas o Arizona que son muy conservado­res y racistas y ser indocument­ado en esos estados significa vivir constantem­ente con miedo”, cuenta. Ser indocument­ado implica “estar atrapado en las sombras, aceptar trabajos en los cuales uno puede ser maltratado. Son trabajos por el sueldo mínimo. Es ser explotado”, explica.

La campaña electoral, que ha sido planteada como un referéndum sobre la administra­ción Trump, ha estado marcada por el tema de la inmigració­n. En las elecciones del martes están en juego los 435 escaños de la Cámara de Representa­ntes, un tercio del Senado, 36 cargos de gobernador­es y muchas autoridade­s locales. ■

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REUTERS Todo listo. En un sitio de votación en la ciudad de Milwaukee, en Wisconsin, ya se puede ir a votar.

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