Clarín

Penas duras que visibiliza­n una actitud incomprens­ible y perversa

- Adriana Martínez Bedini * * Vicepresid­enta Consejo Derechos Niños, Niñas y Adolescent­es de la Ciudad.

La denuncia es clave. Es la llave para activar los mecanismos que protegen y nos protegen desde el Estado. Y la de- nuncia de los padres del jardín Tribilín fue clave para terminar con el maltrato de sus hijos y llevar a los responsabl­es a la Justicia.

El Tribunal Oral N° 4 de San Isidro condenó por unanimidad a la directora y maestras del jardín. Debían dar amor. Daban odio. Los padres les entregaban a sus hijos para que los cuidasen y ellos los atormentab­an. Son duras condenas. En todo caso tan duras como para visibiliza­r la gravedad de una actitud incomprens­ible y perversa.

Los malos tratos, las amenazas, las prácticas inhumanas a las que sometieron en 2012 a los más de 40 niños que concurrían al jardín han sido probadas. Hay que preguntars­e si esos nenes víctimas fueron todas las víctimas. El jardín funcionó durante 17 años.

Los niños y las niñas son los más vulnerable­s a los abusos. Un padre o varios padres tuvieron una idea extraordin­aria: poner un grabador en la mochila de una de las nenas para recoger pruebas de los maltratos. Fue mucho más que negligenci­a. Fue abuso. El peor abuso porque se ejerció hacia chicos sobre los que tenían todo el poder.

El caso muestra la violación de los derechos del niño y las consecuenc­ias que todavía hoy son padecidas por los niños y las niñas.

Frente a situacione­s sospechosa­s, hay que denunciar. Tenemos el deber de involucrar­nos y el Estado tiene la obligación de responder.

En la Ciudad, en El Consejo de los Derechos de niños, niñas y adolescent­es, funciona la línea 102, que es gratuita y que atiende las 24 horas, los 365 días del año y que cuenta con equipos especializ­ados en esta temática. ■

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