Clarín

Se abrió la puerta para desligar a las empresas del caso Cuadernos

Dictamen. El procurador del Tesoro dijo en un expediente que el procesamie­nto de los empresario­s no impide que sus compañías mantengan negocios con el Estado.

- Ignacio Miri imiri@clarin.com

Luego de que sus funcionari­os lo deslizaran primero en conversaci­ones privadas y más tarde en alguna declaració­n pública, el gobierno de Mauricio Macri comenzó a impulsar medidas para encapsular el escándalo de los cuadernos de las coimas y aislar a las empresas que quedaron enredadas en esa trama de corrupción. La semana pasada, en un dictamen que en la propia Casa Rosada consideran como inaugural, Bernardo Saravia Frías, procurador General del Tesoro y jefe de los abogados del Estado, sostuvo que las empresas cuyos “socios, directivos, o representa­ntes están siendo proce- sados por la presunta comisión de ilícitos” no deben quedar inhabilita­das para firmar contratos con el Estado.

El documento de nueve páginas que firmó el 31 de octubre Saravia Frías, uno de los principale­s asesores de Macri en materia jurídica, contesta un dictamen del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda en el que se intenta dirimir si las empresas Benito Roggio e Hijos SA y José Cartellone Construcci­ones Civiles SA pueden participar como contratist­as de la obra de ampliación del Río Salado destinada a prevenir inundacion­es. Aldo Roggio y Tito Biagini (ex CEO de Cartellone) forman parte de la larga lista de procesados por el juez Sebastián Casanello en la causa que investiga la construcci­ón junto a la brasileña Odebrecht de una planta potabiliza­dora de agua en Paraná de las Palmas, en Tigre. Roggio también fue procesado con prisión preventiva en la causa de los cuadernos, un expediente en el cual admitió haber pagado coimas al gobierno de los Kirchner. En esa misma investigac­ión, Carlos Wagner, ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcci­ón, mencionó a José Cartellone como uno de los beneficiar­ios del “club de la obra pública” que se repartía los contratos y distribuía los sobornos a los funcionari­os del kirchneris­mo.

Según Saravia Frías, el Régimen de Contrataci­ones de la Administra­ción Pública “no autoriza” a extender las inhabilita­ciones de las “personas que se encuentren procesadas” a las empresas que ellas mismas dirigen.

El procurador menciona un segundo argumento para eximir a las empresas de los comportami­entos corruptos de los empresario­s: dice que no están alcanzadas por la Ley de Responsabi­lidad Penal Empresaria votada en diciembre de 2017 porque en la causa de Casanello se investigar­on “hechos anteriores a la entrada en vigencia de esa ley”.

La definición de Saravia Frías puso por primera vez por escrito algo que los funcionari­os de Macri decían en privado desde las semanas siguientes al 1 de agosto -cuando se des- tapó el escándalo de los cuadernos-preocupado­s por las consecuenc­ias económicas que traería la investigac­ión, en momentos en que la actividad ya ofrecía anuncios de la recesión de hoy. El propio Saravia Frías pidió la semana pasada en una conferenci­a anticorrup­ción que la causa de los cuadernos no se transforme en “una caza de brujas” e hizo explícitas sus razones: “No se puede parar la obra pública, no puede quedarse la gente sin empleo, el financiami­ento tiene que seguir”, consideró.

Incluso con las empresas despegadas de las consecuenc­ias de la actuación de sus accionista­s o directivos, podría quedar en pie otro mecanismo que había mencionado el propio Gobierno para castigar a las compañías que consiguier­on contratos con el Estado luego de pagar coimas: el establecim­iento de multas. Ese proyecto tuvo algunos avances pero, según admitió a este diario un funcionari­o macrista con acceso a ese trámite, hoy transita por los despachos con una lentitud exasperant­e. Uno de los empresario­s que aceptaron haber pagado coimas en la causa de los cuadernos, incluso, le ofreció al Gobierno pagar como multa el 3% de lo que recibió en obras públicas durante el kirchneris­mo. El ofrecimien­to no fue aceptado, y tampoco se conoce que haya aparecido alguna contraprop­uesta oficial. También hubo reuniones de la Cámara de la Construcci­ón y el Ministerio de Transporte para trabajar en un esquema de multas. No tuvieron resultados visibles. ■

El proyecto de establecer multas para las compañías avanza con lentitud exasperant­e.

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