Clarín

Se fugó un colectiver­o condenado por atropellar y matar a un nene hace 8 años

Se trata de Carlos Verón, que en 2010 arrolló a Facundo Serrato. Lo sentenciar­on a 4 años y 3 meses prisión. Por la burocracia judicial, seguía libre. Y el lunes dejó el país.

- María Belén Etchenique metcheniqu­e@clarin.com

“Elegí el camino correcto. Y mirá dónde estoy yo y dónde está él”. Gustavo Serrato es un hombre roto. Se le nota en el gesto. En la comisura de la boca. En la garganta. “No doy más”, dice. Está al volante de su auto detenido. Acaba de enterarse de que el asesino de su hijo está prófugo. Que desde hace meses no se presenta en la Justicia. Que este lunes se fue del país. Y nadie sabe decirle dónde está.

Desde hace ocho años espera ver a Carlos Gustavo Verón en la cárcel; recorre los despachos de Tribunales; habla con fiscales; se reúne con su abogado; firma escritos, los presenta. Serrato pide que Verón cumpla su condena a cuatro años y tres meses de prisión por matar a Facundo Serrato. El nene tenía cinco años y fue arrollado mientras cruzaba de la mano de su mamá. “Les advertí que se iba a escapar. No me escucharon. No les importó. ¿Ahora cómo me van a mirar? ¿Qué me van a decir?”, presiona los dedos en el volante.“¿Qué me van a decir?”, repite con más bronca.

El martes 20 de julio de 2010, a las 18.10, Carlos Verón manejaba el colectivo de la línea 15 por Scalabrini Ortiz. Según declararon testigos, tenía la cabeza cubierta con una capucha y estaba alterado. “Quiero llegar temprano a mi casa”, respondió cuando le reclamaron que bajara la velocidad. Así está en el expediente, donde también figura que, al llegar a la

Les advertí que se iba a escapar. No me escucharon. No les importó. ¿Ahora cómo me van a mirar? ¿Qué me van a decir”

Quiero cerrar esto para vivir más tranquilo, para poder decir ‘Facu, te cumplí’. Pero no me dejan”. Gustavo Serrato, papá de Facundo

esquina de Honduras y como había mucho tránsito, decidió doblar, desviándos­e de su recorrido. En rojo.

En simultáneo, por la senda peatonal y con el semáforo a favor cruzaba Facundo, de la mano de su mamá, Cecilia García Otero, quien llevaba en brazos a Eugenia Serrato, de seis meses. Salían del pediatra y caminaban hacia el trabajo de Gustavo. Apenas pudieron reaccionar. Cecilia agarró a Facundo del cuello, intentó retroceder, sintió cómo el colectivo la succionaba y el peso de la rueda derecha sobre su pierna. Facundo murió en el acto. Su hija sufrió fractura de cráneo. Y ella terminó tan dañada que necesitó 17 cirugías para recuperars­e. Sólo fue una reconstruc­ción física.

“Llevó cinco años llegar al juicio. Antes me hicieron probar que mi hijo no tuvo la culpa. Después tuve que soportar ver a ese asesino, escuchar su soberbia, tolerar que jamás pidiera perdón. Hice todo lo que me pidieron, aposté a la Justicia y se cagaron en nuestro dolor”, dice y pide disculpas por insultar. Dentro del auto detenido en Joaquín V. González y Lascano, Villa del Parque, y con el sonido de las balizas titilando, intenta contenerse. Pero lo arrasan sentimient­os para los que no fue educado.

En diciembre de 2015, el Tribunal Oral en lo Criminal N° 4 condenó aVerón a cuatro años y tres meses de cárcel, y lo inhabilitó para manejar por ocho años y seis meses. El colectiver­o apeló, pero la Cámara confirmó su pena. Entonces, presentó un recurso de queja ante la Corte Suprema para la revisión de la condena. Fue el último subterfugi­o para aplazar su traslado a la cárcel. Ya no le quedaba otro, salvo escapar, salir del país. Ante el riesgo de fuga, Gustavo Serrato había pedido su detención y, por si se la negaban, que le pusieran tobillera electrónic­a. Hace un año, los jueces Julio Báez y Adolfo Calvete -del mismo tribunal que penó al colectiver­o- rechazaron ambos pedidos.

“Dijeron que para mandarlo a la cárcel deben esperar la decisión de la Corte. Pero la Corte plantea que el recurso de queja no tiene efectos suspensivo­s de la sentencia. Eso significa que el Tribunal no debía espe-

rar para detenerlo”, explicó Germán Liotto, abogado de los Serrato. Y en el medio, este lunes el colectiver­o salió del país por Ezeiza en un vuelo de Aerolíneas Argentinas rumbo a Colombia. Nadie lo paró, lo hizo como uno más.

Los jueces Báez y Calvete no le pusieron a Verón restricció­n para salir

del país. Sólo lo obligaron a presentars­e en el Tribunal el primer lunes hábil de cada mes, bajo apercibimi­ento, si no cumplía, de ordenar su detención inmediata y derivarlo a una Unidad Penitencia­ria. Eso no pasó.

“¿Quién se pone en mis zapatos? ¿Pueden imaginar lo que es para mí escuchar que desde mayo no se presenta, cuando a mi abogado le dijeron en septiembre que sí lo hacía; que salió a Colombia; que no saben dónde está; que van a hacer un pedido de captura a Interpol? Me destruyen”, dice Gustavo. Y después repite “me equivoqué”, “me equivoqué”. Como si usara las repeticion­es para supurar la carga tóxica que soporta.

Desde hace ocho años, cada semana Gustavo visita la esquina de Scalabrini Ortiz y Honduras, donde su hijo cayó muerto. Ahí puso una estrella amarilla, a la que limpia, repinta y le cuelga flores. También dice que le hace bien ir al cementerio, que lo conecta con Facundo, pero que tuvo que obligarse a dejar de ir porque hubo un momento en que sentía que se iba a vivir ahí, junto a la lápida. “Ahora tengo que pasar a buscar a mi nena y cómo hago para disimular esta noticia -dice-. Quiero cerrar esto para vivir más tranquilo. Para poder acostarme, cerrar los ojos y decir ‘Facu te cumplí’. Pero no me dejan”.

 ??  ?? La víctima. El chofer del 15 dobló en rojo y lo arrolló cuando cruzaba la calle de la mano de su mamá.
La víctima. El chofer del 15 dobló en rojo y lo arrolló cuando cruzaba la calle de la mano de su mamá.
 ??  ?? Estrella amarilla. Serrato vuelve todas las semanas a la esquina donde murió su hijo.
Estrella amarilla. Serrato vuelve todas las semanas a la esquina donde murió su hijo.
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FERNANDO DE LA ORDEN

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