Clarín

Joesley Batista

Magnate brasileño.

- Luis Vinker lvinker@clarin.com

Otra vez en prisión

Es el dueño del grupo JBS, gigante del sector cárnico, que tuvo inversione­s en la Argentina. En septiembre de 2017 lo habían detenido e involucró al presidente de su país, Temer, por sospechas de corrupción. Lo liberaron a los seis meses, pero ahora cayó otra vez, por corrupción vinculada al Gobierno. Continuida­d del Lava Jato.

La policía brasileña arrestó, la mañana de este viernes, al empresario Joesley Batista que adquirió gran fama al involucrar al presidente Michel Temer como sospechoso de corrupción. Dueño de los frigorífic­os JBS, Batista fue detenido en septiembre del año pasado pero seis meses después resultó liberado al colaborar con una delación premiada.

El empresario llegó a grabar una conversaci­ón con el jefe de Estado en marzo de 2017, ocurrida en el Palacio de Jaburú --residencia oficial— por la madrugada. De ese diálogo se de- dujo que el mandatario había indicado el nombre de un diputado como destinatar­io del dinero de las coimas que aportaba la empresa en los más altos niveles del gobierno y de los partidos políticos.

La empresa, un gigante del sector cárnico, llegó a tener un gran peso en la Argentina hasta 2017, cuando por cuenta del escándalo tuvo que vender sus activos. Era propietari­a de marcas muy reconocida­s, como Swift y Cabañas Las Lilas. Pero a comienzos de este año entró en negociacio­nes con el grupo Minerva Foods, también brasileño, que quedó con el comando de esas plantas y de otra frigorífic­a.

Luego de vivenciar un crecimient­o explosivo y entrar en un activo proceso de internacio­nalización, especialme­nte entre el segundo gobierno de Lula da Silva y el primero de Dilma Rousseff, la firma de Joesley prácticame­nte se desangró a partir de 2017 luego de las denuncias formuladas sobre el pago de coimas en las esferas parlamenta­rias y gubernamen­tales de Brasilia.

Batista, luego de compromete­r a Temer, fue detenido en septiembre del año pasado. Y finalmente la justicia lo liberó por cuenta de su colaboraci­ón con las investigac­iones de los delitos. Pero ahora la policía descubrió que existieron, en sus declaracio­nes “omisiones internacio­nales y contradicc­iones graves que colocan en duda la credibilid­ad de la delación. Eso caracteriz­a obstrucció­n de la justicia y perjuicios a la instrucció­n criminal de la causa”, afirmó Mario Veloso, comisario responsabl­e por la investigac­ión. “Fue por ese motivo que decidimos expedir las prisiones” sentenció el oficial.

Con todo, los detalles revelados en una conferenci­a de prensa fueron anecdótico­s. Los responsabl­es por las averiguaci­ones contaron que Batista, y algunos ejecutivos de la compañía, utilizaban una red de supermerca­dos con base en Minas Gerais (el tercer estado provincial del país) para transferir el dinero ilegal a sus destinatar­ios. Es más, según la policía llegaron a utilizar paquetes de jabón en polvo para disimular los billetes.

Según la federal brasileña, la operación “Capitu”, como la bautizaron, tiene como objetivo desarticul­ar una organizaci­ón delictiva que llenaba los bolsillos de diputados en Brasilia y también los de funcionari­os del ministerio de Agricultur­a.

Esta acción es un “desdoblami­ento” del caso Lava Jato. Los delitos del empresario se refieren al período 2014-2015 cuando todavía gobernaba Brasil Dilma Rousseff. Los sabuesos determinar­on que dos de sus ex ministros, ambos del oficialist­a Partido del Movimiento Democrátic­o de Brasil (PMDB), recibieron fondos ilegales. Lo mismo ocurrió con otros políticos de ese partido. De allí que la PF haya decido, este viernes, detener también al vicegobern­ador de Minas Gerais Antonio Andrade, del PMDB y uno de aquellos funcionari­os de Agricultur­a. Lo mismo ocurrió con el diputado electo Neri Geller.

El grupo JBS se manejó, casi siempre, con dinero líquido. También en este caso, donde los políticos señalados por los partidos recibían los fondos en efectivo luego los blanqueaba­n como “donación legal de campaña”. A su vez determinar­on la participac­ión de dos grandes supermerca­dos en el esquema. “Estos compraban presuntame­nte productos cárnicos a los frigorífic­os, pero no les pagaban. Y el dinero salía de la red para los políticos (coimeros). Era una apariencia de legalidad ya que los dueños de supermerca­dos manejan mucho dinero en efectivo. Y eso facilita este tipo de operación”. No deja de ser una sorpresa que los mismos investigad­ores hayan comentado: “Inclusive esto podría dificultar mucho el circuito de la plata, a no ser por las intensas averiguaci­ones que realizamos”.

Todos los partidos importante­s recibieron donaciones de la JBS en las campañas electorale­s. Entre ellos el PSDB, el PMDB, el PSB y el PT. A fines del año pasado trascendió otra conversaci­ón, esta vez entre el senador Aécio Neves y Joesley Batista, donde el ex competidor de Dilma Rousseff en 2014 le pidió una “ayuda” al industrial. Neves consiguió elegirse como diputado federal, lo que por el momento podría preservarl­o de una investigac­ión y juicio. Los abogados de Joesley pusieron en dudas los argumentos para el arresto de su defendido. El abogado André Callegari sostuvo que “Joesley cumplío en forma estricta con su papel de colaborado­r” y añadió, en una nota, que por esa razón “causa extrañeza el pedido de prisión temporaria”.

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AFO Final. El millonario Batista, quien se enriquecó con los créditos de la banca pública brasileña otorgados por el PT. Había comprado frigorífic­os en Argentina pero luego los vendió.

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