La Noche de los Museos
Atracción por el arte, a pesar del temporal
Ayer había programados dos superclásicos. Uno de ellos se suspendió por mal tiempo. El otro, no: en su 15° aniversario, una de las fechas más esperadas de la agenda cultural porteña fue celebrada por una multitud, que salió a la calle para vivir la magia de La Noche de los Museos. La lluvia no importó. Hubo más de mil actividades en 280 espacios culturales. No se canceló ninguna propuesta, aunque las que se iban a hacer al aire libre se mudaron puertas adentro. Las opciones fueron desde una guerrilla feminista en la Usina del Arte hasta la muestra de William Turner en Bellas Artes. Todo gratis y hasta las 3.
La fiesta arrancó a las 20. Pero, ya desde antes, la gente hizo cola en la esquina de Callao y Rivadavia para visitar por dentro la Confitería del Molino (1916), que abrió sus puertas al público por primera vez en 14 años. Para las 20.30, la fila ya doblaba por Riobamba y seguía por Bartolomé Mitre. La gente pudo diferentes espacios de la planta baja, donde estaba el salón, y el primer piso del edificio, que era el lugar donde estaban los salones de fiestas. Y se encontraron con sorpresas, como una exhibición de objetos como moldes, pirotines, vajilla y hasta las cajas que usaban para envasar los pan dulces.
Para Alicia Arceo (68) fue un reencuentro con su pasado: “Vengo a buscar recuerdos, algo de la elegancia y de lo que tenía. Después sigo para el Mercado de San Telmo, pero no podía no venir al Molino”, explicó.
Amalia Giordanino, de 71 años, llegó desde Olavarría junto a su hija y su nieto. “Cuando vivía acá pasaba por la puerta de este edificio casi todos los días -contó-. Cuando me enteré de que lo estaban refaccionando decidimos venir”.
También convocó multitudes el Museo Nacional de Bellas Artes, donde la gran atracción fue la muestra del acuarelista británico William Turner. Liliana Sabogal es colombiana y vino de visita a Argentina con su marido. “Cuando nos enteramos de que era La Noche de los Museos, cambiamos nuestros planes. Vimos las obras de Turner y ahora vamos al Museo Evita. Después ya partimos para Ezeiza”, comentaron.
“Vivo cerca y vengo bastante seguido a Bellas Artes pero de noche tiene otro color, más festivo. La gente se prepara como para salir para ir al museo", observó Jorge Mercado.
Algunos visitantes llegaron desde otras ciudades sólo para disfrutar de esta noche. Como Lorena Merlo, una profesora de Bellas Artes de 45 años que llegó en micro desde Mar del Plata junto a otras 43 personas. Después de recorrer Fundación Proa, en La Boca, prosiguieron por la muestra de Turner y la Casa del Bicentenario. Como último punto, dejaban la Usina del Arte. “La síntesis de luz y paisajes en Turner es emocionante", dijo Lo- rena, ansiosa por transmitirle lo que vio a sus alumnos. “En Mar del Plata todo lo que vamos a ver hoy en unas horas es imposible”, reflexionó. Antes, en Proa, habían visto las esculturas móviles de Calder.
Hace 30 años que las Guerrilla Girls “atacan” en todo el mundo con sus acciones gráficas contra el racismo y el machismo. Y esta vez el lienzo para desplegar sus ideas fue la Usina del Arte, donde se inauguró especialmente la muestra “Guerrilla Girls: El arte del mal comportamiento”, una retrospectiva de uno de los grupos feministas más importantes del mundo. Las chicas locales acompañaron la propuesta. Un grupo de alumnas de la Escuela Integral de Diseño del programa Arte en Barrios invitaron a los visitantes a estampar su propio pañuelo con mensajes y diseños de ese colectivo de arte de mujeres. Más tarde, en la Sala de Cámara, cantó Celeste Carballo.
Como siempre, cada uno armó una agenda a su medida. Y para ir de museo en museo, pudo viajar gratis en subte y en 72 líneas de colectivo.
Hubo todo tipo de actividades durante el evento. Como la posibilidad de conocer de noche el interior del imponente Palacio de Aguas Corrientes, en Riobamba y Córdoba. O la invitación a una “Milonga fantasma”, en el Museo Casa Carlos Gardel, donde de las 22 la propuesta fue bailar escuchando tangos cada cual con su teléfono celular, con auriculares en vez de parlantes.
En el Registro Civil de la calle Uruguay 753, que abrió para la ocasión por segundo año consecutivo, hubo casamientos nocturnos. “Decidimos
casarnos en La Noche de los Museos porque es algo muy especial y diferente”, contaron Ezequiel y Gilda, la primera pareja en darse el sí, pasadas las 20.
Azul Molnar (16) y sus cinco compañeros del Liceo Francés querían ir al Malba y al Museo de Arte Moderno. Y terminar en el Colegio Pellegrini, para ver obras de teatro y una charla TED. “Algunos de nosotros no sabíamos que existía La Noche de los Museos -confesaron entre risas-. Pero armamos el plan de venir para hacer algo distinto”.
La idea original de Nicolás López (42) era ver el partido de Boca-River y quedarse en casa. “Cuando se suspendió empezamos a ver qué hacer y nos pareció que podíamos venir todos juntos. Salimos temprano y vamos a tratar de aprovechar un recorrido guiado para que ellos aprendan... y nosotros también”, contó. Y reconoció que sus hijos van más seguido a los museos que él gracias a las visitas escolares.
Es que la gran fascinación que produce la noche en la que los museos no duermen es compartir una salida colectiva con familiares, amigos y hasta extraños. Y de esa forma redescubrir los espacios culturales de la Ciudad en un horario inusual. El hechizo se repitió anoche, a pesar de la lluvia.