El desafío de la Justicia es recuperar la credibilidad, afirmó el titular de la Corte
Carlos Rosenkrantz. Presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
El sucesor de Ricardo Lorenzetti al frente de la Corte Suprema, dice que los jueces deben guiarse por la Constitución y “no por sus convicciones políticas y morales”. Descarta que haya “mayoría automática”, y afirma que está de acuerdo con el pago del Impuesto a las Ganancias en el Poder Judicial, pero sólo si eso no significa una reducción de sus salarios.
Los jueces no elegimos a los jueces. Y no los removemos. No pueden hacernos responsables por los malos jueces
La sociedad tiene que asumir que debe escrutinizar de un modo más estricto al Poder Judicial
-¿Qué novedad o impronta cree que traerá su gestión como presidente de la Corte?
-No puede haber un campeonato de fútbol en el que los ciudadanos dudan de la imparcialidad de los referís. No puede haber un país donde los ciudadanos dudan de la imparcialidad de sus jueces. Y si hay un desafío, es recuperar la credibilidad y legitimidad del Poder Judicial para resolver los conflictos entre los argentinos.
-¿Y cómo está esa cuestión hoy? ¿Cree que la Justicia se corrió del lugar de árbitro que dirime los conflictos?
-No, pero si uno ve los índices reputacionales, la Justicia, que debería tener un lugar muy destacado, no lo tiene. En parte es por problemas comunicacionales. La gente ve al Poder Judicial mucho peor que el modo en que lo ven y lo experimentan los usuarios del sistema. Y también del liderazgo en el país. En el último tiempo se volvió un deporte nacional denostar a los jueces. Indiscriminadamente. Un deporte que practicó todo el espectro político e institucional argentino. Y no se dan cuenta de que eso es serruchar la rama donde uno está apoyado, porque el Poder Judicial está para quedarse. De modo que si lo queremos mejorar tenemos que comprometernos con la necesidad y el esfuerzo de discriminar, Hay buenos jueces y malos jueces. Los jueces no elegimos a los jueces. Y tampoco los removemos, de modo que no pueden hacernos responsables por los malos jueces. La remoción de los malos jueces no es responsabilidad de los jueces. Me gustaría que mi gestión contribuya a devolverle legitimidad y credibilidad al Poder Judicial. Creo que es algo que se puede hacer, porque es algo en lo que todos los ministros de la Corte estamos comprometidos. El Poder Judicial tiene activos para hacerlo. Una de mis grandes sorpresas fue que cuando me incorporé a la Corte descubrí la calidad de los funcionarios de la Corte y de buena parte del Poder Judicial, cosa que no se ve muy bien desde afuera. Es un desafío realizable. No veo absolutamente ningún obstáculo de parte de nadie para hacer eso. Todos estamos de acuerdo.
-Los resultados en el campo de la seguridad ciudadana y del castigo de la corrupción son muy malos, según muestran los años recientes.
-El Poder Judicial tiene aspectos para resolver y hay bastante compromiso con esa mejora. Ahora, los jueces de la Corte y del sistema judicial argentino no son necesariamente responsables por estos dos flagelos. Nosotros sentenciamos de acuerdo a las leyes que dictan otros poderes del Estado y, reitero, no elegimos ni removemos a los jueces. La sociedad tiene que asumir que debe escrutinizar de un modo mucho más estricto el funcionamiento del Poder Judicial. Uno de los grandes rictus argentinos es echarle la culpa a alguien para liberarse de la propia culpa.
-La cuestión de la impunidad también está relacionada con la extensión de los procesos judiciales. Hay estudios que indican que las causas de corrupción llevan 16 años.
-Hay que tener ciertas reglas de circulación que de algún modo parametricen la duración que cada uno de nosotros debe dedicarse a un expediente. Pero hay expedientes que son muy complicados y por eso tardan más en ser estudiados por las vocalías. Por ejemplo, el caso de los índices de cálculo jubilatorio debe llevar un año y medio en la Corte, que es un plazo muy corto para los plazos de la Corte. Los casos de devolución del IVA llevaron diez años en la Corte. Hay casos cuya solución no es binaria. Una Corte no es una suma de individualidades. Muchas veces se piensa en conjunto.
-A veces en el proceso previo, antes de la Cor-
Cuando vino este caso del 2X1, mis emociones empatizaban con los críticos. Pero yo no juré por mis emociones
te, algunos expedientes estuvieron durmiendo por años. ¿Cómo se hace para que esos tiempos no se extiendan?
-Muchas veces no depende de nosotros. El sistema procesal argentino es complicado. Voy a dar un ejemplo. En la Argentina, las partes mienten en los juicios. Buena parte de la energía procesal que se aplica en un caso va a intentar identificar, develar y corregir la mentira de las partes. ¿Por qué las partes mienten? Porque hay una interpretación de la Constitución por algunos jueces que protegen a quienes mienten, con la garantía de la no incriminación. ¿Es universal eso? No, en otras latitudes las partes no pueden mentirle al juez. Tengo entendido que el proyecto de reforma del Código Penal cambia este asunto. Esa es una reforma copernicana, porque buena parte de los recursos que se dedican a develar la mentira se van a destinar a determinar la solución correcta para el caso. Hay muchas cosas sutiles que se pueden hacer de esa manera, pero eso lo tienen que corregir los legisladores. Nosotros tenemos que aplicar las normas como son. Yo creo que en la interpretación de casos que requieren esfuerzo interpretativo, un juez no puede recurrir a sus propias convicciones morales y políticas, porque nosotros no juramos por nuestras convicciones y morales y políticas. Nosotros juramos por la Constitución nacional y las leyes. Nadie jura por sus propias convicciones morales y políticas.
-En las últimas décadas en la Corte hubo mayorías consolidadas. ¿Eso puede continuar hoy?
-Si uno analiza cómo hemos votado en estos últimos dos años en las causas relevantes, advierte que no hay mayorías estables. Yo no creo que haya en la Corte una mayoría de ningún tipo. Y menos creo que haya una mayoría peronista. No entiendo muy bien qué quiere decir que hay “una mayoría peronista”.
-Esta semana usted almorzó en la Casa Rosada y hubo jueces que no fueron.
-Decidimos hacer un almuerzo protocolar en la casa Rosada, y decidimos que fueran las autoridades de la Corte, que somos la doctora. Highton y yo. Todo el mundo es consciente de que el almuerzo fue una instancia de relacionamiento institucional. En muchas circunstancias, mi predecesor, el Dr. Lorenzetti, tuvo reuniones con el Presidente, y luego nos informó sobre esas reuniones.
-¿Usted piensa continuar con esa práctica de hacer reuniones periódicas con el Presidente?
-No. A mí criterio no tiene mucho sentido verse con el Presidente de la Nación con regularidad. Sí, con otros funcionarios del Poder Ejecutivo y también con el Congreso, porque hay muchos temas institucionales sobre los que hay que hablar.
-¿De qué habló con el presidente Macri?
-Fue una reunión corta. Buena parte de la discusión fue la situación presupuestaria. El Presidente insistió en la necesidad de que el Poder Judicial recorte gastos y nosotros insistimos fuertemente en la necesidad de que se mantengan los sueldos del Poder Judicial. -¿Cree que los salarios de los jueces deben estar alcanzados por Ganancias?
-Yo creo que no hay ningún juez ni ningún funcionario que no esté de acuerdo con que tienen que pagar Ganancias.
-¿Y entonces por qué no pagan?
-La cuestión no es si pagan o no pagan Ganancias. La cuestión es la intangibilidad de la remuneración. No está en juego pagar Ganancias. Lo que está en juego es si eso implica una reducción del sueldo de bolsillo de los jueces y funcionarios.
-Eso pasa con el resto de los salarios, que también se ven reducidos los salarios de bolsillo. Es una cuestión de igualdad.
-No, no es una cuestión de igualdad. Lo que no se quiere es que el salario sea reducido para pagar Ganancias. Pero si hubiera un incremento salarial y sobre ese incremento se redujera el monto para pagar Ganancias no habría ninguna oposición.
-La otra oficina que depende de la Corte y que también está envuelta en distintas polémicas es la dirección de escuchas judiciales . ¿Hay alguna visión o algún plan para esa dirección?
Las escuchas son ineludibles para combatir el delito moderno y el crimen organizado. Fundamentales para la protección de los ciudadanos. Pero así como es una herramienta imprescindible, también es peligrosa si está mal usada. El desafío es construir y consolidar protocolos de control que garanticen que lo que se hace ahí es producto sólo y únicamente de lo que los jueces ordenan, y por lo que hay que rendir cuentas. Ahora hay una auditoría que está llevando a cabo el Congreso de la Nación; cuando esté lista, con el resto de los ministros pensaremos qué es lo que vamos a hacer.
- ¿Se necesitan liderazgos en el Poder Judicial?
- Ojo, yo no creo en los liderazgos falocráticos. Sí, en una gran valentía institucional, que es una gran virtud de cualquier juez y cualquier ciudadano. A mí me putearon 600 mil personas en una marcha de repudio al voto que aplicó el 2x1 a un ex represor, pero un juez -como un árbitro- no puede tenerle miedo a la tribuna. Si no tenés el equipamiento psicoló- gico para bancarte que toda la tribuna de River te insulte, no dirijas Boca-River. Si lo hacés, estarías falseando las expectativas que hay sobre vos. Por eso me gusta mucho la anécdota del árbitro argentino Horacio Elizondo, que dirigió la final del Mundial de 2006. Cuando le preguntaron cómo se le ocurrió echar a Zinedine Zidane por el cabezazo que le dio al italiano Materazzi, respondió “es el 10 de los de camiseta blanca. No me importa su nombre, sino lo que hizo para que merezca su expulsión”. Necesitamos jueces que tengan esa postura.
-¿Fue difícil resolver aquel caso que aplicaba el beneficio del 2x1 a un represor?
-No sé si saben algo de mi biografía. Mi papá fue militante de la izquierda del radicalismo, y estuvo preso por razones políticas. Mi mamá, dirigente sindical del gremio Ctera dejada cesante por el golpe de Estado de 1976. Mi hermano es periodista, militante de la izquierda. Tenemos muchos amigos desaparecidos. Yo me hice del movimiento radical “Renovación y cambio”, lo apoyé a Alfonsín y estuve con él con toda la política de derechos humanos. Lo mismo que cuando defendí a la Comunidad Homosexual Argentina, en tiempos en que todos miraban hacia otro lado. Cuando vino este caso del 2X1, mis emociones empatizaban con los críticos. Pero yo no juré por mis emociones. Me costó decidir lo que decidí. Me costó emocionalmente, pero no tengo ninguna duda jurídica ni moral de que hice lo que tenía que hacer. ■