Clarín

En la Corte se abre un período sin mayorías

- Ricardo Kirschbaum

Carlos Rosenkrant­z, presidente de la Corte Suprema, parece dispuesto a combatir la permanente y generaliza­da sospecha de que la Justicia responde invariable­mente a los intereses del oficialism­o. Habrá que ver si tendrá éxito en disolver esa conjetura envenenada que se apoya en la historia argentina. Por lo pronto, cree que es “sanata” la construcci­ón de mayorías en ese alto Tribunal. En su respuesta en el reportaje que hoy publica Clarín, el juez usa este término -que también define una época- en su segunda acepción según el diccionari­o del Habla de los argentinos de la Academia Nacional de Letras. Lo usa como “embuste, o mentira” para explicar que la autonomía del voto abre mejor el camino para generar mayorías. Lo dice después de dos episodios importante­s: 1) la ausencia de tres jueces al almuerzo que ofreció el Presidente a la Corte, al que sólo asistieron Rosenkrant­z y Highton y 2) el fallo en favor de La Pampa que firmaron precisamen­te los tres ausentes: Maqueda, Rosatti y Lorenzetti.

Las huellas del sorpresivo sorpasso que Rosenkrant­z dio en la Corte no se han cerrado y esas heridas están abiertas y hay interesado­s en echarles sal. Esas tensiones se expresan de manera diplomátic­a, pero a veces se han producido desbordes que se han hecho públicos y que dispararon denuncias. No es un secreto, tampoco, que hay una disputa por el manejo de la administra­ción del Poder Judicial y que el nuevo presidente quiere desplazar al responsabl­e que fue puesto por Lorenzetti.

Maqueda y Rosatti, son de origen claramente peronista. Lorenzetti se ha plegado a ellos, esta vez, para fallar en favor de La Pampa y la picaresca política rápidament­e ya habla de una “mayoría peronista” en la Corte. Quizás haya sido un sindicalis­ta, de buen diálogo con el ex titular de la Corte, el que le puso ese título y, al mismo tiempo, le pidió la renuncia de Rosenkrant­z, indicando que en el Palacio la intriga está viva.

Quizá la mejor expresión de la autonomía de voto haya sido esta coincidenc­ia entre Rosatti y Lorenzetti, enemigos íntimos cuando este último estaba en el tope del Tribunal. Esa ambición, por lo que se sabe, no ha decrecido en ambos, uno porque quiere llegar y el otro por que aspira a recuperar el trono perdido.

También tiene una traslación a la interna de Cambiemos. Rosatti, ya se sabe, ha sido impulsado por Lilita Carrió para el cargo. Ya hay quienes quieren facturarle ese madrinazgo pero se contienen para no romper el frágil armisticio que se estableció una vez que la diputada y jefa de la Coalición Cívica presentó el pedido de juicio político contra el ministro Germán Garavano, planteo que el oficialism­o macrista no recibió precisamen­te con entusiasmo.

Todavía duerme otro planteo de juicio político de Carrió contra su archienemi­go Lorenzetti que la Casa Rosada habría prometido desactivar antes de que apareciese Rosenkrant­z en el rol principal de la Corte.

“Los jueces tienen autoridad, no poder”, dice este juez, aludiendo a que su misión es hallar bases de acuerdo dejando la egolatría de cada uno para otro momento.

El sorpasso de Rosenkrant­z a Lorenzetti ha dejado heridas que siguen todavía abiertas y a las que algunos le ponen sal

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