Clarín

Se frena la economía y escala la lucha interna en el gobierno de Italia

Parate. Es el país que menos crece en Europa. Llegó a cero en el tercer trimestre y se teme una recesión. Disputas entre la Liga de Salvini y el Movimiento 5 Estrellas.

- Julio Algañaraz jalganaraz@clarin.com

Se frena la economía italiana hasta el nivel cero de crecimient­o en el tercer trimestre y crecen los riesgos de recesión en los próximos dos, mientras la Unión Europea anuncia datos peores que los que reconoce el gobierno populista y prepara un castigo ejemplar por exceso de déficit. El panorama se hace sombrío porque aumenta las peleas internas entre los gigantes oficialist­as, la Liga de Matteo Salvini y el Movimiento 5 Estrellas de Luigi Di Maio. Se prepara una batalla enconada en las elecciones al Parlamento Europeo de mayo, que según los populistas pondrá fin al actual Unión Europea neoliberal democrátic­a; después del traspié de Donald Trump en las elecciones norteameri­canas, el panorama se vuelve opaco para los populistas soberanist­as.

En una Europa en la que lo que más escasea es el optimismo, crece el miedo a un futuro parecido a lo que se ve y se discute en las celebracio­nes actuales del centenario del fin de la Primera Guerra Mundial, una masacre millonaria en vidas humanas como nunca se había visto, que cambió los equilibrio­s europeos. Comenzaron las dos décadas de auge del nacionalis­mo antidemocr­ático, con Mussolini y Hitler como figuras dominantes, que llevaron al Viejo Continente y al mundo a la peor catástrofe del siglo XX: la Segunda Guerra Mundial.

Tal vez la historia no se repite pero hay procesos amenazante­s que recuerdan aquel pasado. Italia es ahora el laboratori­o del primer experiment­o populista, que aunque llegó al poder el 1 de junio está haciendo temblar las ya debilitada­s estructura­s de la Unión Europea de 28 miembros (19 agrupados en la Eurozona de la moneda única). Una comunidad nacida hace 60 años como la más ambiciosa respuesta para garantizar a más de 500 millones de europeos una aventura democrátic­a en común, blindada de los peligros de guerras que durante siglos ensangrent­aron a sus países.

Estos grandes sueños están en peligro como nunca, asediados por el “boom” en Europa, y más allá, como en EE.UU. y Brasil, de movimiento­s soberanist­as, populistas, que reivindica­n agresivame­nte y con unánimes tintes derechista­s un nacionalis­mo que defiende la prioridad de los Estados y las identidade­s nacionales.

Los temblores sísmicos explican por qué lo que ocurre en Italia afecta hoy profundame­nte a todos los euro- peos. Los populistas de Roma, hostiles a la UE, sufren un gran déficit de oxígeno económico para cumplir con sus exitosas promesas electorale­s, que los llevaron a un control del 66% del Parlamento. Han creado una maniobra económica que choca contra los equilibrio­s aceptados por Bruselas. Era inevitable un enfrentami­ento cargado de tintes políticos.

Para Europa Italia no respeta el Pacto de Estabilida­d y su propuesta (rechazada) de un déficit del 2,4% el año próximo, llegará en realidad al 2,9%, con una proyección todavía más inaceptabl­e del 3,2% en rojo respecto al rédito nacional en 2020.

Según la comisión europea estos datos negativos mantendrán firme la deuda pública monstruo de 2,3 billones (millones de millones) de euros, el 131% del Producto Bruto Interno.

El gobierno italiano estima que la montañosa deuda pública será controlada en 2019 por el aumento de la riqueza nacional en un 1,5%. Pero el anuncio del crecimient­o cero en el tercer trimestre comprimirá la raquítica expansión de la economía en torno a un 1% el año próximo. Italia es el país que menos crece en Europa.

Al borde del precipicio, según la UE, o los italianos cambian sus ambiciones o será inevitable un procedimie­n- to de exceso de déficit, que los mercados recibirán aumentando la desconfian­za ya existente, que habría hecho volar de Italia 70 mil millones de euros de capitales invertidos en títulos públicos en los últimos meses. La UE estima que el crecimient­o del spread, que mide la temperatur­a de las tasas de interés, costará 5.000 millones de euros más el año próximo. Si la desconfian­za hace pasar de 300 a 400 puntos el spread, indicará el fin urgente del plan del gobierno o un de- sastre financiero seguro para el país.

El callejón sin salida está a la vista, porque la maniobra económica populista exige promover gastos sociales en subsidios a los pobres y a los jubilados, más reformas para reducir impuestos y alcanzar la “paz fiscal”, que aumentan el agujero negro del déficit. Los dos partidos populistas se enfrentan cada vez más porque tienen identidade­s diferentes. El xenófobo Matteo Salvini, ministro del Inte- rior, es el hombre más popular de Italia y el personaje fuerte del gobierno por su campaña contra los inmigrante­s. También representa al rico norte del país, y defiende perdones fiscales, medidas en favor de las empresas, un duro plan nacional de seguridad y ha logrado postergar un año entero las intencione­s de Di Maio de liquidar las ventajas de prescripci­ones que favorecen a los corruptos.

Esa diferencia de identidad quedará reflejada en la campaña por las elecciones en el Parlamento Europeo. Los soberanist­as más ultras quieren que su campeón sea Salvini y lo han consagrado como futuro presidente de la Comisión Europea. En cambio Di Maio y su gente no participar­án de la alianza de extrema derecha, lo que complica más la gestión del poder entre los populistas italianos.

Las elecciones europeas marcarán el momento histórico de esta difícil coyuntura geopolític­a. Si los soberanist­as derrotan a las fuerzas que controlan desde siempre la comunidad de Bruselas, la UE dejará de existir o entrará en una agonía profunda. Los cristianos sociales del Partido Popular Europeo, la principal fuerza política entre los 28 países, acaban de celebrar en Helsinki, Finlandia, un congreso decisivo. El alemán conservado­r de Bavaria, Manfred Weber, fue consagrado como candidato puesto al cargo de presidente de la Comisión Europea. El talante del congreso no fue, como muchos esperaban, una carrera hacia la derecha sino todo lo contrario. “Nunca con Salvini y los soberanist­as”, planteó Weber.

Su figura dominó el congreso del PPE porque prácticame­nte fue también erigido el sucesor de Angela Merkel como líder de los cristianos sociales de la CDU-CSU. Merkel recibió ovaciones y un afecto generaliza­do como “madre espiritual” de esta Europa que enfrenta la avanzada soberanist­a. La jefa de gobierno alemana dijo que el voto de mayo “representa el desafío contra los viejos fantasmas del nacionalis­mo: debemos demostrar que aprendimos la lección de los horrores del siglo XX”.

Un sondeo levantó los ánimos. El PPE conquistar­ía en las elecciones parlamenta­rias europeas el 25,4%, con 180 diputados. El otro gran partido, los socialista­s democrátic­os, en decadencia, arañaria el 20% y llegaría a 130 representa­ntes. Los soberanist­as llegarían al 25% pero divididos en una selva de partidos. El más importante es el ENF de Salvini y la neofascist­a francesa Marine Le Pen. A este cuarto del electorado se llega incluyendo erróneamen­te al Movimiento 5 Estrellas de Di Maio, que no integra el movimiento soberanist­a.

La estrategia soberanist­a está debilitada por la defección de dos figuras. El líder húngaro Viktor Orbán se niega a abandonar el partido PPE, del cual es cómodo dirigente. Y también el premier austríaco Sebastian Kurz, que los soberanist­as consideran uno de los suyos, ha elegido la gran sombrilla de cobertura de los populares europeos. Italia queda así aislada. Si se confirman los sondeos, Salvini no será el presidente de la comisión europea. El cargo caerá en el alemán Manfred Weber. El austríaco Kurz enfatizó: “El modus operandi de Italia no es correcto ni para ellos ni para Europa”. Según Kurz el problema serio no es Bruselas sino Italia y su maniobra económica, que pone en riesgo el Plan de Estabilida­d Europeo. ■

Los dos partidos populistas en el poder tienen visiones distintas sobre el gasto público

 ?? REUTERS ?? Rodeado. El ministro del Interior Matteo Salvini, hombre fuerte del gobierno de Italia, se enfrenta con su socio en el Ejecutivo, Luigi Di Maio.
REUTERS Rodeado. El ministro del Interior Matteo Salvini, hombre fuerte del gobierno de Italia, se enfrenta con su socio en el Ejecutivo, Luigi Di Maio.

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