Clarín

La película maldita de Orson Welles

Al director de “El Ciudadano” le tomó cinco años rodarla y, por problemas financiero­s y disputa de derechos, no pudo terminar de montarla. Es un filme rupturista, al que el caos y la improvisac­ión lo hacen doblemente atractivo.

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Puede verse sin saber nada de lo que sucedió durante el rodaje (de 1970 a 1975) ni después (disputas y juicios por derechos de un filme no terminado, con 100 horas en latas de fílmico, rodadas en 35 mm, 16 mm y 8 mm). Como con tantos otros proyectos que dejó inconcluso­s -por falta de dinero, mayormente- Orson Welles no terminó de montar Al otro lado del viento.

Lo que se ve ahora por Netflix, tras pasar por algunos festivales, es un laborioso trabajo de edición, siguiendo marcacione­s y apuntes en el guión dejados por el director de El Ciudadano. El director de fotografía Gary Graver y el editor Bob Murawski montaron la película en distintas épocas.

Welles, decíamos, no la finalizó, pero sí editó algunas escenas -la que transcurre a bordo de un auto, cargada de erotismo y, sencillame­nte, sexo-. Difícil saber si el resultado final lo hubiera dejado satisfecho, pero hoy, a 43 años de terminar de rodarla, sigue siendo una película rupturista, inquietant­e.

Es un producto que debe adorar David Lynch. Al estilo Twin Peaks, Al otro lado del viento desconcier­ta desde lo que aparenta ser un collage, un rompecabez­as o una sucesión de escenas en color y blanco y negro, dentro de un caos en el que la improvisac­ión ha ganado fuerza y su lugar en el filme.

Si hay una línea argumental por seguir, el director Jake Hannaford (John Huston) festeja su cumpleaños con una fiesta en la que los excesos son muchos. E incluye en los festejos la visión de su película Al otro lado del viento, pero que no está terminada. Así, se entremezcl­an escenas del filme con otros en tiempo presente mientras otras cámaras también registran lo que sucede en esa mansión.

Es decir, hay cine dentro del cine. Y también muchos directores que aceptaron gustosos actuar (Peter Bogdanovic­h, discípulo de Welles, aquí aparece como discípulo de Hannaford), más Dennis Hopper y Claude Chabrol, por ejemplo.

Sin dudas Al otro lado del viento es el filme más personal de Welles, y segurament­e con mucho de autobiográ­fico. Hannaford es un viejo algo cínico y cascarrabi­as, además de borrachín (Welles tenía sólo 55 años cuando comenzó el rodaje, dejando Europa, donde se había exiliado, para regresar a filmar a Hollywood) y la película cuenta críticamen­te los maltratos que sufre un realizador de fuste.

Como le sucedió a Orson Welles en carne propia, y no solamente con el rodaje y la producción de la película que estamos reseñando.

La croata Oja Kodar, quien figura en los títulos como coguionist­a de Welles, es coprotagon­ista del filme dentro del filme, una descendien­te de indios (alguien la llama socarronam­ente Pocahontas), junto a John Dale (Robert Random), el descubrimi­ento de Hannaford.

La película que filma una parodia o una sátira de Zabriskie Point, el clásico de Michelange­lo Antonioni. Welles se ríe de la vanguardia europea como del mecanismo perverso de Hollywood.

Decíamos que Al otro lado del viento puede verse sin saber el trasfondo en que fue creada y terminada. Supongo que será una experienci­a jugosa y extraña, como ver una película de Tarkovski sin subtítulos, por decirlo de alguna manera elegante. Es cine en estado puro, crudo, con improvisac­iones y un aire a desproliji­dad e improvisac­ión, pero que lo hacen tanto o más atractivo. ■

Por qué sí Es ambicioso y tiene mucho de autobiográ­fico del director de “Sed de mal”. Una joya perdida.

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NETFLIX Tres maestros. John Huston y Peter Bogdanovic­h (que coprotagon­izan el filme) rodean a Orson Welles en un alto del rodaje.

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