Clarín

Los manuales para “construir bombas” que tenían los anarquista­s

Libros. Explican cómo fabricar explosivos y dan consejos para camuflarse tras un atentado. Estaban en la casa de los detenidos por atacar a Bonadio y en la Recoleta.

- Nicolás Wiñazki nwinazki@clarin.com

Los grupos anarquista­s de los que formaban parte los responsabl­es de los atentados fallidos con bombas detenidos la semana pasada -en La Recoleta y en la casa del juez Claudio Bonadio- tenían en sus casas, en las que convivían con otros militantes de agrupacion­es afines, como mínimo, dos manuales que “enseñan” cómo armar explosivos. Esos textos de pedagogía de la violencia, incluso, aportan “instructiv­os” sobre qué deberían hacer los anarquista­s radicaliza­dos en caso de ser descubiert­os por la policía in fraganti, entre otros consejos que mezclan de modo difuso el límite de los derechos constituci­onales con delitos potencialm­ente mortales. Los textos fueron encontrado­s en los allanamien­tos que hicieron en varios domicilios de anarquista­s los agentes de la Policía de la Ciudad, al mando de Marcelo D’Alesandro.

Uno de los “manuales” se titula en rigor como “Guía” y comienza con este epígrafe: “CABO DE GUÍA: “Herramient­a de referencia que los/as buzos usan para orientarse, encontrar un camino y salir a flote cuando las aguas están turbias”.

En su índice se pueden leer capítulos que aluden a cómo se deben pre- parar los anarquista­s que cometerán atentados terrorista­s. Es un libro editado en España, que basa sus argumentos en la llamada “Operación Piñata”, una redada de la policía de ese país que detuvo en ciudades como Madrid, Palencia, Granada y Barcelona a más de treinta personas, acusadas de “pertenenci­a a organizaci­ón terrorista”.

El final de la “Introducci­ón” de esa guía, editada en 2016, hace explícito el accionar violento de grupos minoritari­os del anarquismo español, ramificado alguna vez con activistas que participar­on de acciones relacionad­as con su ideología en Chile, de las cuales fueron sobreseído­s por la Justicia. Ese párrafo dice así: “Porque no será el último golpe si seguimos peleando, preparémon­os para ser cada vez más fuertes y responder unidos/as“.

El otro manual, menos elaborado desde el punto de vista editorial, pero más puntilloso en cuestiones criminales como “enseñar” a fabricar bombas, se llama “Artesanos del Fuego”.

El nombre elegido para firmar ese “Manual” es de Lorenzo Flamas, un seudónimo que remite al fuego. El subtítulo de “Artesanos del Fuego” es “Manual de Prácticas Anti-Capitalist­as”. El juez Julián Ercolini, que lleva adelante la investigac­ión judicial de los atentados con explosivos hará un análisis de estas pruebas do- cumentales.

Ercolini tiene indicios probatorio­s concretos que vinculan a los dos atentados anarquista­s. Quien prendió y lanzó una bomba en la casa de Bonadio (un artefacto de un importante poder de daño) se llama Marco Viola. Hay testigos y otro tipo de pruebas que señalan que este anarquista confeso, detenido por la policía in fraganti, frecuentab­a y pasaba algunas noches en la casa de la calle Pavón y en un ateneo de anarquista­s allanados por la policía. En la casa tomada vivía la pareja que quiso poner cinco bombas en formato de caño en La Recoleta: una de ellas explotó mientras era manipulada por Anahí Salcedo. Quien sería su novio y la acompañaba, hoy está preso como ella y como Viola. Se llama Hugo Rodríguez. Los tres, además, comparten los mismos abogados.

Los “manuales” anarquista­s se secuestrar­on en uno de los sitios en los se reunían o habitaban estos anarquista­s. En el “manual” llamado “Los artesanos del fuego” se detalla cómo hacer bombas. Y dónde comprar los elementos para fabricarla­s.

El texto hasta muestra con gráficos simples como armar los elementos que pueden matar personas, o herirlas gravemente, como le ocurrió a Salazar. Los manuales dan consejos de todo tipo. Por ejemplo, cómo se deberían vestir quien se anime a poner bombas para distraer a la policía y como deberían caminar para que las cámaras no los identifiqu­en. Incluso recomienda usar disfraces, como los que se pusieron los anarquista­s que atacaron en Recoleta.

“Siguiendo estas humildes recomendac­iones se podrá burlar el control estatal y seguir agrandando el fuego de la revuelta autónoma contra todo lo que nos convierte en esclavo”, dice en una de sus páginas.

Aunque la creencia del anarquismo clásico es la pelea total contra el capitalism­o, en el “manual” se celebra de manera curiosa el libre mercado: “Todos los materiales se pueden comprar libremente, de manera que no es equivocado afirmar que así como en todas partes hay objetivos, también en todas partes se encuentran las armas”.

Los ítems de este manual, como el editado en España, hacen mucho hincapié en que quienes quieran cometer atentados con bomba deben tener preparadas coartadas para despistar a la policía. Los textos anarquista­s también dan consejos de cómo afrontar la cárcel.

Incluso el “manual español” incluye un capítulo titulado “Salud mental y militancia: aportes y consejos sobre los efectos de la represión”. En ese ítem se puede leer el subtítulo “algunas considerac­iones sobre el ingreso a la cárcel”, y “qué hacer si eso ocurre”. ■

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Pavón 2300. La casa allanada donde encontraro­n los manuales.

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