“Cuando me puse la ropa sentí lo mismo que la primera vez”
El escolta de 39 años fue convocado para los partidos con EE.UU. y México que definirán el pase al Mundial.
A los 39 años, Paolo Quinteros luce los colores de la Selección argentina de básquetbol por primera vez en casi siete temporadas. Es su oportunidad de cerrar un círculo inconcluso en la ventana en la que Argentina, ante Estados Unidos (el jueves) y México (el domingo), en La Rioja, puede conseguir el boleto al Mundial de China 2019. El escolta, medalla de bronce en Beijing 2008, tiene la oportunidad de hacer un ¿último? gran aporte.
“Me puse la ropa hace un ratito. Y al vestirme dije...”. Sin poder completar la frase, Quinteros deja escapar un suspiro. Sus palabras se iban desinflando al mismo tiempo que sus ojos cobraban brillo. Pero continúa: “Sentí la misma sensación que la primera vez. Se me vinieron un montón de recuerdos. Fue muy lindo”.
El plantel argentino, que se había acostumbrado a los éxitos tras dos medallas olímpicas al hilo (oro en Atenas y bronce en Beijing), sufrió fuertemente la derrota con Rusia en Londres 2012. Sin embargo, Paolo había padecido el dolor antes, al ser el último corte de Julio Lamas. Y del dolor pasó a la bronca dos años más tarde, cuando -pese a las ausencias de Emanuel Ginóbili y Carlos Delfino- no fue convocado al Mundial de España. “A medida que pasaban los años y las citaciones no me llegaban, asimilé que la Selección necesitaba un recambio generacional - afirma Paolo-. Y la verdad, a esta altura ya no pasaba por mi cabeza la Selección”.
Claro que el camino de la comprensión final respecto a sus ausencias no fue sencillo. “Costó bastante asimilarlo porque me hubiese gustado que se diera de otra manera. A medida que el tiempo pasó, (la frustración) se fue diluyendo”, afirma, antes de pausar la frase para pensar y ofrecer una mirada contundente que pone sobre la mesa las cartas de los sentimientos: “Si no hubiera tenido esta oportunidad, quizás el día que me retiraba y miraba hacia atrás, tal vez me hubiese quedado un vacío. Pero Sergio (Hernández) me dio esta chance y ahora, en el caso de que no me toque volver a estar, aunque no lo sé, esta manera de cerrar mi etapa de Selección me deja muchísimo más tran- quilo”.
La chance llegó, a sus 39 años, como si el equipo necesitara de otro Pibe de 40 o casi (los cumple en enero). “No es fácil a estas alturas pelearle de igual a igual a los más jóvenes. Así que esto me alimenta a seguir por este camino, aunque no me quede mucho tiempo de carrera. Quiero disfrutarlo”, reconoce el símbolo de Regatas Corrientes.
El Quinteros que dio sus primeros pasos con la camiseta albiceleste hace ya 15 años (Panamericanos de 2003) cambió bastante en tres lustros. “Antes mi rol era netamente de tirador. Ahora quizás peco de egocéntrico, pero me siento mucho más completo. Puedo generar, asistir, ayudar a que mis compañeros encuentren un tiro abierto y ventajas a partir de que, de algún modo, las defensas se siguen preocupando por mí”, se define a sí mismo.
¿La clave de la vigencia? Paolo no duda: “La encontré cuando empezamos una dieta con la Selección antes del Preolímpico 2011. Dejamos harinas, azúcares, lácteos. Me sirvió y lo mantuve, con algunas modificaciones. La alimentación, el descanso, el gimnasio y la prevención de lesiones me pusieron hoy en este lugar”.
Y, aunque intenta abstraerse, Paolo no puede evitar pensar en la entrada al Superdomo riojano, seguramente a reventar el jueves. “Tendré que vivirlo, pero será muy emotivo. Seguramente, cuando entre a la cancha se me va a poner la piel de gallina. No tengas ninguna duda”. ■
Paolo es un súper crack. Todos tuvimos la suerte de ser contemporáneos de Ginóbili menos él, que tuvo adelante no sólo a Manu sino también a Carlos Delfino”.
Sergio Hernández
Entrenador de la Selección