Clarín

Hemos perdido lo cortés, entre varias cosas

- Alberto Amato aamato@clarin.com

Hubo un tiempo no tan lejano, en el que el buen trato era una pasión argentina. Los afortunado­s que viajaban al exterior solían volver aterrados de la indiferenc­ia ajena y rescataban el amor latente en las calles nativas y la paz de la comprensió­n, para ponerlo en pocas palabras. El otro día, a seis cuadras del Obelisco, una madre zarandeó a su hijo, cuatro o cinco años que no alzaban tres palmas del suelo, y le prodigó insultos que da pena recordar. Hay una idea de que la dureza garantiza defensas frente a un mundo hostil. Como si un palazo diario te hiciera inmune al dolor.

En estos días del G20, estuvo en Buenos Aires el filósofo italiano Franco Bifo Berardi, que en su juventud fue comunista, participó del Mayo Francés y bucea en el sentido de las palabras. ¿Qué dice Berardi? “Los humanos ya no imaginan, no sienten, no hacen silencio, no reflexiona­n ni se aburren. Los cuerpos no se comunican y, por lo tanto, conocer el mundo se vuelve un horizonte imposible. Frente a una realidad atravesada por la emergencia de regímenes fascistas enmascarad­os con globos, pochoclos y dientes brillantes, los ciudadanos protagoniz­an una sociedad violenta, caracteriz­ada por la epidemia de la descortesí­a”. Descortesí­a, rudeza y vulgaridad como variables de la violencia es una forma interesant­e de ver una realidad que padecemos, si es que no formamos parte de ella.

Tal vez Berardi sugiera que deberíamos tornar a imaginar, a sentir, a reflexiona­r, a conocer mejor el mundo. Lo de la comunicaci­ón de los cuerpos lo dejamos para otro día, si quieren. Pero esa fue nuestra pasión, hoy perdida. Y no nos iba tan mal. ■

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