Más salario, menos impuestos
EMMANUEL MACRON
Para bajar la tensión en Francia subirá 100 euros el sueldo mínimo y reducirá algunas tasas.
Consciente de que el futuro de su mandato se juega estos días, el presidente francés, Emmanuel Macron, dio ayer un golpe de timón a su presidencia con un discurso en el que atendió varios de los reclamos de los “Chalecos Amarillos”, que protestan con violencia en París y en varias ciudades del país desde mediados del mes pasado. Un Macron grave y so- lemne decretó el “estado de emergencia económico y social” para anunciar medidas concretas que van dirigidas sobre todo a los trabajadores y pensionados más vulnerables.
En un discurso televisado para tratar de buscar una salida a la crisis, el jefe de Estado enumeró varias medidas, entre ellas, el aumento del sueldo mínimo en 100 euros mensuales sin costo para el empleador, la exención para los jubilados con ingresos infe- riores a 2.000 euros de un reciente aumento impositivo, o el pago de las horas extra “sin impuestos ni cargos a partir de 2019”. El salario mínimo mensual en Francia es de 1.498 euros brutos y 1.185 euros netos.
En su esperado discurso, Macron también pidió a las empresas “que puedan” que paguen a sus empleados una prima de fin de año, también exenta de impuestos y cargas sociales. “Queremos una Francia donde se pueda vivir dignamente del trabajo. Pido al gobierno y al Parlamento hacer lo necesario para ello”, dijo Macron antes de anunciar el aumento del salario mínimo.
El mandatario admitió ayer que sentía “justa en muchos aspectos” la cólera de los manifestantes y que era consciente de haber “herido” a sus compatriotas con ciertas declaraciones, durante unas protestas que se deben a “40 años de malestar que resurgen”. Al principio de su alocución, Macron condenó la “violencia inadmisible” que se produjo durante las manifestaciones y aseguró que “esta violencia no se beneficiará de ninguna indulgencia”. Los ataques de los “Chalecos Amarillos” se han centrado en la imagen de “presidente de los ricos” que arrastra el jefe del Estado, sobre todo después de que una de sus primeras decisiones fuese suprimir el impuesto sobre la fortuna. Por eso, el reto para Macron en su alocución era desactivar ese estereotipo y desprenderse de paso del aura de presidente arrogante y desconectado de la realidad que le acompaña.
Aunque comenzó censurando los actos de violencia que se han vivido en las manifestaciones de los sábados desde la primera de ellas, el 17 de noviembre, Macron hizo un ejercicio de contrición antes de desgranar los cuatro anuncios que deberían tener un impacto inmediato sobre los bolsillos de millones de franceses. El presidente no rectificó su decisión de suprimir el impuesto sobre la fortuna, pero dio el giro que muchos, incluso dentro de su propio partido, le estaban reclamando.
La dimensión de la revuelta que vive Francia, no tanto por el número de manifestantes sino por el grado de aceptación popular que tienen sus demandas, llevó a Macron a reconocer que se ha equivocado en las formas. “He podido herir a algunos de ustedes por mis palabras”, admitió, antes de juzgar comprensible la “cólera de la madre soltera o divorciada que ya no tiene vida ni los medios para cuidar a sus hijos, de los pensionistas modestos que han contribuido toda su vida y a los que, pese a la ayuda de sus hijos, no les alcanza”. Y finalizó su discurso, de trece minutos, con una alusión algo ambigua a la necesidad de abrir un debate nacional sobre la inmigración.
Las primeras reacciones entre los grupos de “Chalecos Amarillos” que escucharon con atención las palabras del presidente fueron más bien críticas, con varios portavoces catalogando como “migajas” los anuncios de Macron. Especialmente severo fue el líder de la izquierda, Jean-Luc Mélénchon, quien pidió a la gente que vuelva a manifestarse masivamente el próximo sábado por quinta semana consecutiva. “Todo lo que ha anunciado Macron será pagado por el pueblo, nada por los ricos. Ninguna de las reivindicaciones populares por una democracia más participativa ha sido tenido en cuenta”, señaló el líder de La Francia Insumisa. Y la ultraderechista Marine Le Pen se felicitó en Twitter pues el presidente “renuncia a una parte de sus extravíos fiscales, pero rechaza admitir que es el modelo del cual él es el campeón lo que está siendo contestado”. ■