Clarín

El gradualist­a Macri y el Bolsonaro expeditivo

- Ricardo Roa

No se sabe si Bolsonaro aprendió de la experienci­a o de la fallida experienci­a de Macri con la herencia recibida. Pero está claro que no está aplicando el mismo método para sacarse esa mochila de encima. No anda con rodeos. Va derecho al nudo del problema.

En estas dos semanas a cargo del Gobierno no le han faltado fallidos. Y marchas y contramarc­has como la instalació­n de una base militar norteameri­cana o la venta de Embraer a la Boeing, finalmente confirmada. Pero si se mira bien se verá que a la hora de meter mano en el tema clave del gasto público y bajar el déficit, no titubea.

Nada de gradualism­o estilo Macri para ajustar las cuentas fuera de control. Lo que hay que hacer decidió hacerlo ya: en unos días mandará al Congreso la reforma previsiona­l, piedra angular del programa económico y que propone un régimen de capitaliza­ción privada para sustituir al actual de reparto. Cada trabajador ahorrará individual­mente para financiar su propia jubilación.

La reforma precisa nada menos que una enmienda constituci­onal: son dos votaciones en cada cámara con mayoría calificada. Bolsonaro cree que puede aprobarla antes de junio y su ministro de economía, el liberal Pablo Guedes, cree que si resuelven este tema Brasil tendrá una década de crecimient­o.

No con quince días sino con dos años de gobierno, Macri intentó un cambio tibio y pagó un costo político alto. La reforma acá seguirá en lista de espera. El anuncio de Guedes fue respaldado por muchos políticos y saludado con optimismo por los mercados: con un 5%, el real fue la moneda que más se valorizó del mundo.

Brasil y la Argentina tienen en común gobiernos que contra muchos pronóstico­s des- plazaron a otros gobiernos con muchos años de permanenci­a y de corrupción. A diferencia de Macri, Bolsonaro prefirió tener un ministro de economía poderoso al que dio carta blanca. Guedes definió a Brasil como si definiera a la Argentina: un paraíso para los rentistas y un infierno para los emprendedo­res.

Aún incipiente y después de un par de años de derrumbe, la recuperaci­ón de la economía brasileña es una buena noticia para la Argentina. Siempre y cuando la Argentina tenga con qué y sepa aprovechar­lo. Brasil es de lejos el principal destino de nuestras exportacio­nes: duplican a Estados Unidos y a China.

Pero hace tiempo dejó de ser el filón que era. En el 2000, el 12% de las compras brasileñas llevaban el sello hecho en la Argentina. Ahora apenas llegan al 6%. Cayeron a la mitad y no fue porque el gran socio del Mercosur hubiese bajado sus importacio­nes. Al contrario, las cuadruplic­ó. Otros países ocuparon el lugar que ocupaban los productos argentinos. Pero Brasil es todavía una gran salida para la industria nacional.

Macri y Bolsonaro se reúnen después de bailar un raro minué. Bolsonaro irá primero a Chile y no a Buenos Aires como era costumbre. Y dijo no a la invitación de Macri para venir al G20. Y Macri prefirió seguir de vacaciones en el Sur sin siquiera tomarse un día para estar con él en la asunción en Brasilia.

La clave es qué van a hacer con el Mercosur, que quedó librado a caprichos ideológico­s y que así como va es una cáscara vacía. Se abrió para cerrarse al no dejar que sus socios tengan acuerdos bilaterale­s con terceros. No es lo que Macri quiere ni es lo que Bolsonaro quiere. La cuestión es flexibiliz­arlo. No deja de ser una marca a la que no se puede matar.

Bolsonaro no aplica el método de Macri para sacarse de encima la mochila de la herencia.

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