Bolsonaro flexibiliza por decreto la venta de armas, pero con límites
No realizó los amplios cambios que pretendía. Se mantienen muchos requisitos y no se libera la portación.
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cumplió ayer una de sus principales promesas de la campaña electoral y firmó un decreto que flexibiliza la venta de armas a civiles, el primero de una serie de cambios previstos por su flamante gobierno para reformar las leyes sobre seguridad. Sin embargo, la autorización es sólo para tener- las en casas o comercios, no para portarlas en la calle, como era la idea original del mandatario. La medida, según sus detractores, incrementará los ya altísimos índices de violencia en el país.
El capitán retirado del ejército firmó el decreto durante una ceremonia en el Palacio presidencial del Planalto Brasilia y dijo que éste y otros cambios que elevará al Congreso ayudarán a la gente a defenderse. Bolsonaro dijo que su elección el año pasado fue la señal de que los ciudadanos del país quieren armarse.
“El pueblo decidió a favor de comprar armas y municiones, y no podemos negar lo que el pueblo quiere en este momento”, dijo el líder de ultraderecha, quien durante la campaña solía hacer gestos a sus seguidores como si apuntara con una pistola.
“Para garantizar el legítimo derecho a la defensa, como presidente voy a usar esta arma”, bromeó ayer, mostrando su lapicera antes de firmar la medida, que entra en vigor de inmediato sin necesidad de pasar por el Congreso.
Acompañado por varias autoridades, entre ellos el ministro de Justicia y ex juez anticorrupción, Sergio Moro, implicado en la redacción del texto, Bolsonaro dijo que el decreto “restaura lo que el pueblo quiso en 2005”. Se refería a un referéndum realizado ese año, en el que casi el 64% de los brasileños rechazó una ley que pretendía establecer una prohibición total de la venta de armas en Brasil.
El decreto, que flexibiliza el “Estatuto del Desarme” de 2003, deja intactos algunos criterios para obtener el permiso de poseer armas: ser mayor de 25 años, no tener antecedentes criminales, tener una ocupación lícita y ser capaz de demostrar la capacidad técnica y psicológica para su uso.
Pero incluye entre los motivos de “efectiva necesidad” para tener un arma en casa a los “residentes de áreas rurales” o de “áreas urbanas con elevados índices de violencia”, con una tasa de homicidios mayor a 10 por cada 100.000 habitantes, lo que en la práctica afecta a todo el país.
El gigante sudamericano es uno de los países más violentos del mundo, con un récord de 63.880 homicidios en 2017, un promedio de 175 por día y una tasa de 30,8 por cada 100.000 habitantes.
El decreto permite que ciudadanos que cumplan los requisitos puedan comprar hasta cuatro armas e incluso más si “otros hechos o circunstancias” lo justifican. Además, facilita la posesión de armas a los “titulares o responsables legales” de establecimientos comerciales o industriales. Y amplía de cinco a diez años la vigencia de cada registro.
Las únicas limitaciones son para las residencias en las que haya niños o personas con alguna deficiencia mental, en cuyos casos el potencial comprador de un arma deberá demostrar que posee una caja fuerte o un “lugar seguro” para guardarla.
Bolsonaro, elegido con promesas de mano dura contra el crimen, debió matizar sin embargo su promesa electoral, ya que el decreto no contempla autorizar el porte de armas, como prometía el entonces candidato, sino que se limita a flexibilizar la compra y la tenencia en domicilios o locales comerciales. El porte de armas seguiría entonces reservado principalmente a militares, policías y personal del ramo de seguridad.
“Otras cosas dependerían de un cambio en la ley (a través del Congreso)”, recordó el ultraderechista, que tiene un amplio apoyo de los diputados del lobby de la seguridad, conocido como “bancada de la bala”.
Controvertido desde que nació como idea, el decreto desató la indignación entre organizaciones y movimientos sociales, que temen un aumento de la inseguridad e incluso de los accidentes domésticos. Según un sondeo reciente de Datafolha, un 61% de los brasileños considera que la posesión de armas de fuego debe ser prohibida, pues representa una amenaza a la vida de otras personas.
El opositor Partido de los Trabajadores anunció que se propone acudir a la Justicia para intentar la anulación de esa medida. “Es un tema que no puede ser objeto de un decreto, porque implica la preservación de la vida”, declaró el senador Humberto Costa, jefe del PT en el Senado. ■
Se podrán tener hasta cuatro armas en casas o comercios. Y se amplía de 5 a 10 años el permiso.