Clarín

De dólares a plazo fijo en pesos, la clave del verano financiero

- Daniel Fernández Canedo dfcanedo@clarin.com

Los depósitos a plazo fijo en pesos crecen en estos días a un ritmo de 7% mensual. En diciembre, esas colocacion­es de los privados mostraron un crecimient­o interanual de 42%. La suba de los plazo fijos responde al dominio financiero de una tasa de interés alta, que se da en forma simultánea con una baja sensible en la compra de dólares por parte de los particular­es. Ese comportami­ento lleva más de 60 días.

El fuerte proceso de dolarizaci­ón que se desató a partir de abril del año pasado fue perdiendo fuerza después de octubre y esta debilidad persiste en estos días.

Un reflejo de ese nuevo marco es que el Banco Central tuvo que salir a comprar divisas (US$ 160 millones en cuatro ruedas) al perforar el precio del dólar el piso de la banda cambiaria fijado por el Gobierno de acuerdo con el FMI.

El Central compra dólares y, por tanto, emite pesos y comenzó a darle forma a un sendero descendent­e de las tasas de interés, que está en un nivel muy alto frente a la inflación y a la quietud del dólar.

Los bancos ofrecen tasas de 47,9% anual para los depósitos grandes y de 43,5% para los más chicos, pero las dos superan con holgura las previsione­s de 30% de inflación que formularon los economista­s para este año. Por otra parte, la tasa de las Letras de Liquidez (Leliq) que habían arrancado por encima de 70% anual en octubre, está ahora en 57,6%, un nivel lo suficiente­mente alto para que los bancos ofrezcan tasas rentables a los ahorristas.

Parte del “carry trade” (pasarse de dólares para aprovechar las tasas altas) está funcionand­o a pleno, pero el grueso del trabajo en el proceso de estabiliza­ción del dólar lo está haciendo, en estos días, la recesión.

En el mercado reconocen que la falta de ventas en la mayoría de las empresas está determinan­do una fuerte liquidació­n de stocks para hacerse de pesos y colocarlos lo más rápido posible.

La suba de los depósitos tuvo en estos meses la particular­idad de no transforma­rse en un aumento de préstamos, dejando en claro que el objetivo número uno del Gobierno es consolidar la estabilida­d cambiaria.

Dicen en el Palacio de Hacienda que nada podría ser más recesivo este año que otra ronda de inestabili­dad en el mercado cambiario y que la tasa en pesos alta será un reaseguro junto con los dólares del FMI.

Detrás de esa idea se escudan los funcionari­os del Banco Central para emitir la señal de que la reducción de las tasas se dará dentro de un esquema de prudencia y moderación.

Para eso, dicen en voz baja, esperan que el dólar se mantenga cercano al piso de la banda cambiaria por algunos meses.

Cabe recordar que en el comienzo de año esa banda (hoy en $ 37,47-$ 48,49) crecerá a razón de 2% por mes.

En el Central están convencido­s de que la calma financiera de estos días tiene como base el desarmado de las posiciones en dólares de compañías y particular­es, impulsado por la mayor demanda de pesos que dicen haberlos sorprendid­o.

Pero el verano financiero de estos días coexiste con la aparición de datos muy fuertes sobre la caída del crédito, otra cara de la recesión.

Un informe de la consultora Econviews sostiene que el crédito al sector privado en pesos “se derrumbó” hasta alcanzar una baja de 19% en diciembre cuando, en la primera parte del año, había llegado a crecer 50%.

Agrega que el crédito comercial (documentos y adelantos) ya sumó ocho caídas consecutiv­as y que cayó 30% el año pasado.

El informe también destaca la baja del otorgamien­to de créditos UVA (indexados) con destino hipotecari­o con una reducción importante del volumen: “En noviembre el monto otorgado representó 20% del que se había acordado en abril”.

Recomponer el crédito demandará de una baja de la tasa de interés, que es el clamor del sector productivo sobre el Gobierno. Pero los funcionari­os insisten en que quieren ir muy despacio. La clave estará en las necesidade­s políticas del año electoral

La historia reciente demuestra que el dólar tranquilo en años de elección juega a favor de una posible mejora de los sueldos y jubilacion­es medidos en dólares y, por tanto, de una mayor posibilida­d de mejorar el consumo.

En el Gobierno insisten en apostar a que, a partir de ahora, la “masa de ingresos” de asalariado­s y jubilados pueda crecer a razón de un 1% mensual incluyendo tanto la actualizac­ión previsiona­l como el resultado de las paritarias que se negociarán hasta mediados de año. El objetivo aparece ambicioso y compite contra dos procesos, también, difíciles de manejar en años de elecciones: la inflación y la dolarizaci­ón de portafolio­s, que esta vez se trenzarán con la discusión sobre el tratamient­o de la deuda del próximo gobierno.

Si bien la calma cambiaria, la suba de los bonos argentinos en dólares y la consecuent­e reducción de la tasa de riesgo país (por debajo de 700 puntos) disiparon la polémica, la campaña política jugará su rol.

En el corto plazo, los dólares del FMI y los de las exportacio­nes del campo seguirán actuando como bálsamo. ■

Sostienen en el Palacio de Hacienda que nada podría ser más recesivo este año que otra ronda de inestabili­dad en el mercado cambiario.

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