El auspicioso debut de un músico con estirpe
El “hijo de Luis”, el notable guitarrista, luce su propio sonido en un álbum en el que aborda distintos géneros.
Y la historia continúa Juan Salinas Guitarras y voces Luis Salinas bajo y guitarra Javier Lozano piano y teclados Martín Ibarburu batería Invitados Alejandro Tula y Juancho Farías Goméz
Es probable que para quien no sea un seguidor de la trayectoria de Luis Salinas, y aún para quienes más o menos mantienen bajo su radar los movimientos del gran guitarrista argentino, el lanzamiento del primer disco solista de su hijo Juan, con el título Y la historia continúa, despierte algún tipo de prejuicio.
Pues bien, si eso es así, lo más probable, también, es que no dure más que los primeros 13 segundos que dura la intro de El tren, el tema que abre el álbum doble que el también guitarrista grabó el año pasado, cuando aún no había pasado la barrera de los 18 años (ya cumplió 19).
En cambio, para quienes sí son frecuentes espectadores de las pre- sentaciones de papá Luis, no será otra cosa que la confirmación de que el de Juan es uno de esos casos en los que el “de tal palo tal astilla” aplica a la perfección.
Compañero de ruta de su padre, desde hace varios años, Juan Salinas despliega en Y la historia continúa una notable capacidad para abordar un generoso abanico de géneros, del folclore al blues, del jazz al rock; y muestra, al mismo tiempo, una llamativa -sobre todo por su edad- marca de identidad en su sonido.
Posiblemente mucho tenga que ver con eso la falta de complejos que el guitarrista siempre exhibió respecto de su “herencia”, que en este caso nada tiene de pesada. Sobre todo si dentro de ese ADN viajó el gen de la diversidad de estilos.
Es que a lo largo de Y la historia continúa, cuyos temas fueron grabados casi en su totalidad en vivo, con Luis Salinas en el rol de bajista, Javier Lozano en teclados y piano, y Martín Ibarburu en batería, el joven guitarrista pasa de uno a otro con una facilidad y una fluidez que asombra, y que da como resultado un todo cuya lenguaje común no se resiente en ningún pasaje.
Aún cuando el repertorio combina una mayoría de títulos firmados por el propio Luis -también productor del álbum- con clásicos como Isn’t She Lovely, de Stevie Wonder, o People Get Ready y Cause We’ve Ended As Lovers, ambos de Jeff Beck, y hasta el legendario Sleep Walk, compuesto en 1959 por los hermanos Farina, hay en el sonido del guitarrista una marca propia que todo lo atraviesa.
Entonces, los temas de su padre adquieren una nueva dimensión - la versión de Zamba en Mi, con la percusión de Alejandro Tula, la de la funkera Noche y la de Adiós son tres de las que especialmente sacan ventaja-, los de Beck se despegan de su autor aún cuando Juan hace propio su típico trémolo, y el aporte de Wonder se revaloriza con la voz de Rita, la más pequeña de los Salinas.
Mérito, sobre todo, del protagonista del lanzamiento, que a los 18 años demostró dentro del estudio de grabación que tenía unas cuantas cosas por decir, y que le sobraban recursos para hacerlo, con la electricidad al frente y el sonido acústico como un buen proveedor de matices .
Definitivamente, a partir de su amplio registro, Y la historia continúa es una excelente tarjeta de presentación de un artista que, como todo indica, tiene un camino más que interesante por recorrer.
Un párrafo aparte para el cierre de los discos, con otra pieza de Salinas padre, RTM Blues, en un plan más rockero en el primero, y en uno más R&B en el segundo, sostenido por el sonido Hammond del teclado y una base que a lo largo de los 20 temas hace todo más simple para el guitarrista.
Y otro para Y la historia continúa, una pieza en la que la simpleza de la melodía contrasta con una letra que da cuenta de la continuidad que el álbum establece entre dos generaciones de notables músicos. ■