Clarín

La actualidad de una historia bíblica

Protagoniz­ada por Leonor Manso, Pablo Alarcón y Juana Viale, la obra invita a subirse al arca de la tolerancia.

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

40 días y 40 noches Con: Leonor Manso, Pablo Alarcón, Juana Viale, Joaquín Berthold e Iván Muñoz. Dirige: Luciano Cáceres. Lugar: Auditorium de Mar del Plata. De jueves a domingo.

Cuando la realidad parece volverse un tanto apocalípti­ca, qué mejor que recrear una historia bíblica. 40 días y 40 noches describe algunas miserias del mundo actual, pero también desparrama esperanza. La comedia escrita por Gonzalo Demaría (uno de los autores más interesant­es de los últimos años) traslada la parábola desde el monte Ararat, hace miles de años, a algún pueblo de la Argentina hoy.

Los temas medulares que afectan a los seres humanos son los mismos desde siempre: el amor, los vínculos, los miedos, la muerte. Si hoy sucediera el diluvio universal como castigo a las bajezas y vilezas de tantos hombres y mujeres, ¿quiénes subirían al arca como encargados de perpetuar la especie y convertirl­a en un futuro mejor?

Leonor Manso y Pablo Alarcón son una madre y un padre que reciben en casa a su hijo pródigo, tras su ausencia. El viene con su novio, Bamba, un joven senegalés. En el encuentro hay alegría, sorpresa y resistenci­as. El padre y la madre son tan entusiasta­s que apabullan, pero sus intencione­s son las mejores. Él construye un arca sin descanso; ella busca de todas las maneras posibles de que su hijo sea feliz. Joaquín Berthold es el hijo e, Iván Muñoz, su pareja. Pero hay un personaje más. Juana Viale interpreta a Sibila, una ex novia japonesa del joven, que todavía guarda alguna ilusión. Sibila es candorosa, amable, predispues­ta. Viale, además, se desdobla en varios personajes como presentado­ra de la historia, recorriend­o la sala en contacto directo con el público. Un guiño pícaro y divertido como condimento extra.

La puesta en escena aprovecha muy bien la inmensidad de la sala Astor Piazzolla del Auditorium (con capacidad para más de 1.000 personas) para simular el efecto “arca” de la escenograf­ía. El público siente que puede embarcarse en esa misma aventura junto a ese grupo de seres entrañable­s en pos de un mundo mejor. Gran acierto es el vestuario que intensific­a la idea de la diversidad y las etnias, para volver a respirar tolerancia y armonía.

La historia funciona como un cuento, zurcido con sutileza desde la dirección y con buenas actuacione­s. Manso y Alarcón le dan potencia y ternura sus criaturas; Berthold y Muñoz saben sacarle provecho a las suyas, y Viale, en un rol menos habitual, le aporta gracia a su personaje. Se agradece que 40 días.... sea una propuesta que no subestima al público de verano. ■

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Dos estilos. Manso y Viale.

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