Es un personaje simple y duro
Popeye es simple y duro, se presenta como degustando la previsibilidad y el posible componente de repetición de cada una de sus experiencias. Podría decirse que en eso todos los héroes y superhéroes de la historieta norteamericana de aventuras se le parecieron, al menos en su etapa fundacional. Pero el Superman o el Bat- man de los tiempos siguientes –de estas últimas décadas– cambiaron hasta el punto de incorporar expresiones faciales de confusión, de asombro, de duda… Cambiaron como cualquier personaje de novela contemporánea con respecto a los que podrían (pu- dieron) ser sus referentes históricos.
En la cara de Popeye esos virajes hubieran sido algo extraño hasta la inverosimilitud: esa simplicidad incluía la provisión al lector de la posibilidad de una sorprendente velocidad de lectura; lo cómico podía consistir en la reiteración de una construcción de sentido que apelaba a poquísimos elementos: Popeye era un adulto serio, huraño, impaciente, capaz de competir, sin embargo, en esencialidad y ele- mentalidad de la expresión con un niño pequeño y en seguridad y firmeza de esa misma expresión con ese adulto tan rudo y tan seguro.
Como si la instancia de la imagen, en la historieta impresa, hubiera jugado desde sus inicios a simplificar y sintetizar su infinitud, antes de incorporar las irrupciones permanentes de recomienzo y autoironía de la historieta y el dibujo animado de los tiempos que vinieron después.