Cumpleaños con números redondos
Sus ojos oscuros se humedecieron y cobraron un brillo especial. Rodolfo no es un tipo de expresar fácilmente sus sentimientos, sin embargo, esta vez no pudo ocultar su emoción. Un tipo duro de apariencia, pero con una bondad y un corazón enorme en su ser interior, estaba conmocionado y feliz. Se le notaba. Y no podìa evitar exponerlo a la vista de todos. El motivo lo ameritaba.
Apenas ingresó a la cantina, donde lo esperaban, sin él saberlo, sus parientes y amigos más cercanos, para festejar su cumpleaños número 60 en un almuerzo sorpresa.
Comandado por Gabriela, su fiel compañera de toda la vida, se gestó casi un “operativo comando”. Los cinco hijos fueron los cómplices en un prolijo tramado de organización, logística y secretos durante las semanas previas. Los dueños de la cantina se asociaron y así la sorpresa para el hombre que entró a las seis décadas fue un éxito.
El paso final era tirarle la idea de ir a almorzar afuera. Rodolfo es hogareño, y existía el te- mor que no estuviese de acuerdo con esa salida. Pero aceptó. Y comprobó que los afectos cercanos no tienen precio. Entre bocado y bocado, el conmocionado cumpleañero comprobó todo el afecto que fue cosechando con el paso del tiempo. Un hombre que solamente conoce la palabra maldad por haberla leído en el diccionario, pero que jamás la puso en práctica. También poco afecto a desplegar sus sentimientos, hasta que en este cumpleaños sorpresa quedó expuesto. Y hasta cerró el agasajo con otra imagen que lo emocionó: soplando las velitas de la torta con sus dos nietos, dos personitas que son su pasión. ■