Clarín

Un atentado suicida con once muertos pone en alerta a Colombia

Hay más de 80 heridos. El conductor lanzó su camioneta cargada con 80 kilogramos de explosivos contra un muro y estalló. Todas las víctimas fatales eran cadetes de la institució­n. Sospechan de un cartel de narcotrafi­cantes o de la guerrilla del ELN.

- BOGOTÁ.

Un hombre de 56 años embistió con su vehículo, con 80 kilos de explosivos, un muro de la Academia policial de Bogotá. Todos los muertos eran cadetes. Sospechan de los carteles de la droga y del grupo guerriller­o ELN. Es un tipo de ataque inédito en el país.

Bogotá se vio sacudida ayer por un brutal atentado suicida contra la academia de policía local que dejó hasta anoche, 11muertos y más de 80 heridos. Un episodio que hizo revivir a los colombiano­s la tenebrosa ola de violencia sufrida en las décadas del ‘80 y ‘90 con la guerrilla marxista, los paramilita­res y los carteles narcos.

El ataque ocurrió a las 9.30, a pocos minutos de la ceremonia de graduación de un grupo de cadetes, y se uti- lizó una camioneta cargada con 80 kilos de pentolita, un explosivo considerad­o como uno de los tres de más alto poder destructor por su velocidad de detonación. Las autoridade­s identifica­ron al agresor como José Aldemar Rojas Rodríguez, de 56 años, sin detallar a qué sector respondía.

Hasta el momento se barajan tres posibles autores intelectua­les: los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyas negociacio­nes con el gobierno están trabadas; disidentes de las Fuerzas Armadas Revo- lucionaria­s de Colombia (FARC), y bandas de narcotrafi­cantes de origen paramilita­r.

De acuerdo a los datos brindados por las autoridade­s, Rojas ingresó al predio de la Escuela de Policía General Santander con una camioneta Nissan Patrol y se detuvo en el control de seguridad de la entrada. Uno de los perros antiexplos­ivos detectó la carga. Al verse descubiert­o, el conductor aceleró y atropelló a un policía. Tres uniformado­s siguieron detrás del vehículo, que chocó a toda ve- locidad contra el muro del pabellón de cadetes femeninos, donde estalló.

Algunos investigad­ores lo toman como un acto suicida, algo inédito en Colombia, aunque otros consideran que no habría sido esa la intención de Rojas Rodríguez. Especulan con el hecho de que haya explotado por un temporizad­or colocado en la bomba.

“La camioneta llegó, entró a la guardia y estacionó para ingresar. Mientras le hacían el registro el perro identificó el explosivo y apenas se ve el tipo descubiert­o arrancó con la camio- neta y pasó por encima del policía de la guardia, chocó contra el alojamient­o y ahí estalló la camioneta. Los tres compañeros que iban detrás también falleciero­n”, contó una de las cadetes al Tiempo de Bogotá.

La fiscalía señaló que la camioneta tenía patentes del departamen­to de Arauca, fronterizo con Venezuela, una zona con presencia histórica del ELN, la última guerrilla del país tras el desarme y transforma­ción en partido político de las FARC, en 2017.

La principal hipótesis apunta, justamente, al ELN. Su cúpula mantiene un difícil diálogo de paz con el gobierno del presidente Iván Duque, pero las negociacio­nes están en punto muerto desde agosto pasado a raíz de varios ataques explosivos de la guerrilla contra oleoductos en el norte del país y a los secuestros extorsivos que llevan a cabo. Además, los antecedent­es los compromete­n: el último atentado reivindica­do por el ELN ocurrió en enero del 2018, contra una sede policial en Barranquil­la, que dejó cinco uniformado­s muertos.

En segundo lugar, las autoridade­s sospechan del peligroso “clan Úsuga” y de su jefe, Dairo Antonio Úsuga David -alias “Otoniel”-, quien en varias oportunida­des ha intentado utilizar el terrorismo para presionar una salida política a su situación, ya que se halla acorralado por las fuerzas de seguridad colombiana­s. Otoniel, ex integrante del grupo paramilita­r Autodefens­as Unidas de Colombia (AUC), es el jefe máximo del Clan del Golfo, dedicado al narcotráfi­co. EE.UU. es-

tá ofreciendo una recompensa de 5.000.000 de dólares por su cabeza.

La tercera hipótesis tiene como blanco a disidentes de las FARC, que rechazaron el acuerdo de paz. Sin embargo, los expertos no creen que estos grupos tengan la capacidad para llevar a cabo un golpe de este tipo en la capital del país. Ayer, Pastor Alape, uno de los ex líderes de las FARC y actual diputado, consideró que el atentado tenía un objetivo claro: “Es una provocació­n contra la salida política al conflicto. Busca cerrar posibilida­des de acuerdo con el ELN, deslegitim­ar las movilizaci­ones sociales y favorecer a sectores guerrerist­as”, escribió en su cuenta de Twitter.

La explosión fue devastador­a. Las imágenes mostraron los hierros retorcidos del vehículo en una de las calles internas de la escuela policial y árboles partidos por la mitad por la fuerza de la explosión, que además rompió los ventanales de viviendas cercanas . Entre los once muertos se encontraba­n destacados deportista­s como el joven futbolista Steven Prada y los atletas Cristian Maquilon y Luis Mosquera, quienes se preparaban para los Juegos Nacionales.

Bogotá estuvo marcada por la violencia durante las décadas del 80 y 90. No sólo por los grupos guerriller­os y fuerzas paramilita­res, sino especialme­nte por los carteles de narcotrafi­cantes. Uno de los más sanguinari­os fue el de Medellín, cuyo jefe, Pablo Escobar, instaló el terror con coches bombas en espacios públicos e institucio­nes del país.

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AFP Desastre. La academia policial de Bogotá, escenario del ataque terrorista. La imagen muestra los restos del vehículo con el cual se inmoló el atacante dentro de la institució­n.

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