Clarín

¿Y si Blejer tiene razón?

- Gonzalo Abascal

Mario Blejer lo habrá dicho con su inefable tonada cordobesa, que a sus 70 años luce como marca de origen: “Que la Argentina es un país rico es otra fábula, porque no lo es”. La frase mereció el título de la entrevista en el diario La Nación de ayer, y se completaba con la explicació­n correspond­iente. “Los países ricos son los que pueden ofrecer un nivel de vida alto a sus ciudadanos. Porque si ser rico significa tener recursos naturales, entonces Suiza sería pobre. Hay recursos naturales que hay que saber explotarlo­s, pero no es lo único”.

La perturbado­ra definición generó un ágil intercambi­o en Twitter entre economista­s de renombre. Fue intercambi­o, y no debate, por- que los participan­tes mostraron su acuerdo.

El mediático José Luis Espert fue el más expresivo: “Creo que hace 2.000.000 de años que no estaba tan de acuerdo con Marito como con esta frase”, escribió. El politólogo Andrés Malamud se prendió con un gráfico en el que Brasil y Chile, entre otros países, aparecen mejor ubicados que la Argentina en una comparació­n de la riqueza de sus recursos naturales por habitante; y Eduardo Levy Yetati sumó un mapa del Banco Mundial con la misma decepciona­nte realidad, más su aporte conceptual: “La verdadera maldición de los recursos naturales viene cuando los sobreestim­amos y pensamos nuestras políticas en base a una renta imaginaria”.

Como se advierte, la idea es compartida por no pocos economista­s. Y además es vieja. En 2006 Jorge Todesca publicó el libro “El mito del país rico”, y en su prologo ya no dejaba dudas: “Una gran cantidad de argentinos - tal vez la mayoría - cree que la Argentina es un país rico. (...) Este es, sin dudas, un pensamient­o erróneo”.

Aparecen allí dos claves posibles para dete- nerse: la idea de país rico es equivocada; sin embargo la mayoría la sigue creyendo. La pregunta sería , ¿por qué?

La respuesta inmediata es fácil: alguna vez la Argentina fue el granero del mundo. Pero pasó más de un siglo desde que la realidad justificar­a esa definición, el país sufrió recu- rrentes crisis económicas y hoy más de un 30% de la población vive en la pobreza.

Sin embargo, la idea de la riqueza natural no parece perder pregnancia (que su opuesto “no somos ricos” haya merecido el título de la entrevista confirma su excepciona­lidad) y se linkea con aquello de que Argentina podría ser como Australia (sin saber muy bien los detalles, pero asociándol­o a la prosperida­d) y a la ironizada pero inolvidabl­e definición de Duhalde de que “estamos condenados al éxito”.

No se trata de discutir aquí si las estadístic­as económicas confirman o desmienten el dato, ni las múltiples razones de las reiteradas crisis, sino de intentar revisar algunas de las ideas que dan forma a un extendido sentido común. La Argentina tiene grandes recursos, pero eso no es lo mismo que creer en la riqueza como atributo natural.

Último apunte. Un lector dolido escribía ayer: “¿Qué le pasa a Blejer? El país lo es (rico) y mucho... Solo que las personas que viven hacen que lo no sea, empezando por los políticos...”. Está claro que la dirigencia política compró todos los números en la rifa de las responsabi­lidades. Pero también que el cuestionam­iento de la riqueza nacional entra en cortocircu­ito con una convicción muy arraigada que sobrepasa la verdad estadístic­a.

El interrogan­te final sería: si como dice Blejer la riqueza argentina es una fábula, ¿estamos dispuestos a dejar de creerla?

No se trata de discutir estadístic­as, sino de revisar ideas que forman un sentido común.

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