La gobernadora aceleró los tiempos por temor a pagar costos
La posibilidad nació de un temor concreto: que en un escenario parejo, con Mauricio Macri golpeado en su imagen y frente a una vigente Cristina Kirchner, María Eugenia Vidal perdiera la elección para gobernadora en un comicio unificado con el presidencial. En provincia de Buenos Aires no hay balotaje. La experiencia del resultado invertido ya se había dado en 2015: Daniel Scioli ganó su tramo bonaerense en aquella primera vuelta mientras Aníbal Fernández terminó derrotado. Pero esa alternativa casi inédita de desdoblar murió repentinamente en público, en una decisión que se transmitió en nombre de la principal involucrada. Más allá de los análisis sobre la conveniencia de la jugada en sí, quedó la duda paralela: ¿por qué se adelantó el anuncio del no desdoblamiento, cuando se había asegurado que la de- finición se tomaría recién a fines de febrero o en marzo?
La posibilidad de separar, que había desacomodado al PJ bonaerense, empezaba a amenazar la imagen de Vidal. "Nos pareció oportuno que no siga creciendo aún más el tema, iba a generar costos dar marcha atrás más adelante", aseguró una fuente oficialista. El dirigente cerró el argumento: "María Eugenia iba a quedar expuesta, haciendo pensar que estaba especulando con cambiar las reglas para su beneficio personal”.
Este costado, el de la especulación, es el que previsiblemente había intentado explotar de arranque la opo- sición, sobre todo peronista. Con un anclaje real: hasta ahora, Cambiemos había intentado transmitir otra postura. Incluso Macri siempre había dicho en público que se mostraba más adepto a unificar, para "ahorrar fondos y simplificarle la vida a la gente". ¿Con qué excusa cambiaría ahora su principal espada política?
La idea de garantizar un triunfo previo que apuntale las chances presidenciales de Macri -en lugar de apalancarlo desde la misma boleta sábana- convencía a pocos. Menos, la supuesta buena intención de profundizar la autonomía del principal distrito del país y hasta de aprovechar para ensayar un cambio en el sistema de votación.
El punto de la "especulación personal", incluso, no era sólo el afuera. En la lógica de conducción del PRO, las aventuras individuales sin consenso de la cúpula (el propio Macri o el jefe de Gabinete, Marcos Peña) se pagan caro. Que lo diga si no Martín Lousteau, que dejó la embajada de Estados Unidos para ser candidato porteño y no pudo ni asomarse a la boleta de Cambiemos.
Así, con la opinión de Macri en contra y sin Peña ni Jaime Durán Barba de aliados, Vidal quedó desprotegida: los mayores impulsores de analizar el cambio (Federico Salvai, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó y los intendentes de Cambiemos, que también se juegan su suerte en esa crucial primera vuelta) no alcanzaban.
El martes, Vidalse reunió con Salvai y luego con el trío Peña, Durán Barba y Rodríguez Larreta. Allí se acordó cortar el tema y anunciarlo en nombre de la gobernadora. Vidal ya había hablado con Macri durante el almuerzo en Olivos hace menos de una semana. Así como el propio presidente y Peña habían dejado crecer las especulaciones, ahora estaba claro que se había acabado el margen. ■