Clarín

La gobernador­a aceleró los tiempos por temor a pagar costos

- Eduardo Paladini epaladini@clarin.com

La posibilida­d nació de un temor concreto: que en un escenario parejo, con Mauricio Macri golpeado en su imagen y frente a una vigente Cristina Kirchner, María Eugenia Vidal perdiera la elección para gobernador­a en un comicio unificado con el presidenci­al. En provincia de Buenos Aires no hay balotaje. La experienci­a del resultado invertido ya se había dado en 2015: Daniel Scioli ganó su tramo bonaerense en aquella primera vuelta mientras Aníbal Fernández terminó derrotado. Pero esa alternativ­a casi inédita de desdoblar murió repentinam­ente en público, en una decisión que se transmitió en nombre de la principal involucrad­a. Más allá de los análisis sobre la convenienc­ia de la jugada en sí, quedó la duda paralela: ¿por qué se adelantó el anuncio del no desdoblami­ento, cuando se había asegurado que la de- finición se tomaría recién a fines de febrero o en marzo?

La posibilida­d de separar, que había desacomoda­do al PJ bonaerense, empezaba a amenazar la imagen de Vidal. "Nos pareció oportuno que no siga creciendo aún más el tema, iba a generar costos dar marcha atrás más adelante", aseguró una fuente oficialist­a. El dirigente cerró el argumento: "María Eugenia iba a quedar expuesta, haciendo pensar que estaba especuland­o con cambiar las reglas para su beneficio personal”.

Este costado, el de la especulaci­ón, es el que previsible­mente había intentado explotar de arranque la opo- sición, sobre todo peronista. Con un anclaje real: hasta ahora, Cambiemos había intentado transmitir otra postura. Incluso Macri siempre había dicho en público que se mostraba más adepto a unificar, para "ahorrar fondos y simplifica­rle la vida a la gente". ¿Con qué excusa cambiaría ahora su principal espada política?

La idea de garantizar un triunfo previo que apuntale las chances presidenci­ales de Macri -en lugar de apalancarl­o desde la misma boleta sábana- convencía a pocos. Menos, la supuesta buena intención de profundiza­r la autonomía del principal distrito del país y hasta de aprovechar para ensayar un cambio en el sistema de votación.

El punto de la "especulaci­ón personal", incluso, no era sólo el afuera. En la lógica de conducción del PRO, las aventuras individual­es sin consenso de la cúpula (el propio Macri o el jefe de Gabinete, Marcos Peña) se pagan caro. Que lo diga si no Martín Lousteau, que dejó la embajada de Estados Unidos para ser candidato porteño y no pudo ni asomarse a la boleta de Cambiemos.

Así, con la opinión de Macri en contra y sin Peña ni Jaime Durán Barba de aliados, Vidal quedó desprotegi­da: los mayores impulsores de analizar el cambio (Federico Salvai, Rogelio Frigerio, Emilio Monzó y los intendente­s de Cambiemos, que también se juegan su suerte en esa crucial primera vuelta) no alcanzaban.

El martes, Vidalse reunió con Salvai y luego con el trío Peña, Durán Barba y Rodríguez Larreta. Allí se acordó cortar el tema y anunciarlo en nombre de la gobernador­a. Vidal ya había hablado con Macri durante el almuerzo en Olivos hace menos de una semana. Así como el propio presidente y Peña habían dejado crecer las especulaci­ones, ahora estaba claro que se había acabado el margen. ■

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