Clarín

Casi mueren atrapados por el mar y ahora son amigos de los guardavida­s que los salvaron

De la gratitud al afecto. El episodio, ocurrido hace dos años en Ostende, fue el inicio de un vínculo que sigue hasta hoy.

- PINAMAR. ENVIADA ESPECIAL Paula Galinsky pgalinsky@clarin.com

El agua les llegaba por la cintura. Al segundo, por el cuello. Otro segundo y no hacían pie. La corriente los tiró para atrás y abajo. No había forma de salir. “Me desesperé, braceaba pero el mar era más fuerte y me tiraba para el fondo, sacaba la cabeza para respirar y me tapaba otra ola. Se me empezó a acalambrar todo el cuerpo”. Lo dice Raúl Soria (31), uno de los tres tucumanos que, hace dos temporadas, quedaron atrapados en un chupón en Ostende, entre los balnearios Boutique y La Escondida, y casi no la cuenta.

Era 28 de diciembre de 2016, los tres llegaban por primera vez a Pinamar a trabajar como agentes de seguridad por el verano para el bar Super XV. También estaban debutando en el mar. ¿Sabían nadar? “Yo creía que sí, hasta que me agarraron las olas”, dice Matías Juárez Cortelezzi (28), que ahora charla con Clarín desde la playa en la que lo rescataron y comparte mates con Federico Ávila y Emmanuel Cabrera, los guardavida­s de Boutique que le salvaron la vida.

“Estábamos fascinados con el agua. Eran las 15, hacía mucho calor y nos metimos todos juntos”, se suma Daniel Santillán (32). Lo siguiente es el inicio de la pesadilla. Raúl luchando contra la corriente con los brazos doloridos. Daniel tragando agua, a la misma altura. Y Matías, unos 200 metros mar adentro.

Daniel fue el único que logró ayudarse con las olas, alcanzar un banco de arena y pararse. Respiró y encaró hacia Raúl, que repetía: “No puedo más”. Daniel lo alzó y logró sacarlo de la corriente, que lo empujaba hacia el fondo. Así logró ir hacia la orilla. Antes, le avisó a su amigo que Matías seguía adentro: “Está lejos”.

“Decidí nadar hasta él”, sigue Daniel, que habla relajado desde la arena, aunque abre los ojos grande cuando recuerda la historia: “Sentís una impotencia enorme”.

A Matías le quedó la sensación de estar metido en “un pozo gigante”. “Pensaba en mantener la calma, pero no era fácil. En eso lo vi llegar al Dani”, relata. Matías se agarró del hombro de su amigo y, sin querer, lo mandó para abajo. “Me voy al fondo. Cuando quiero salir, me choca una ola, pierdo la orientació­n. Intento respirar y otra ola. Toso fuerte y otra ola. Lo pierdo a Matías”, agrega Daniel. Para él pasaron entre dos y tres horas pero, en realidad, fueron minutos.

Dicen que levantaron los brazos para pedir ayuda. Federico y Emmanuel comenzaron a correr antes de ver las manos arriba. “Cuando empiezan a chapotear y se van para atrás, nosotros ya arrancamos. En esos momentos no te importa más nada. Esas personas ahogándose se transforma­n en tus presas, el objetivo es que no se las lleve el mar”, señala Federico. Avanzaron en diagonal, cada uno con un torpedo.

“Iban rápido pero, para mí, no llegaban más. Hasta que nos agarraron”, repasa Matías. Federico y Emmanuel fijaron los torpedos a las espaldas de los dos tucumanos que quedaban en el mar, los pusieron a flotar boca arriba y con la soga de rescate empezaron a volver.

Desde la orilla, una mujer guardavida­s iba marcando la forma en la que había que tirar hacia afuera, y un grupo de turistas seguía las indicacion­es.

El alivio llegó con el “ya te podés parar”. “Pisé la arena y dije ahhhhhhh. Si no venían a ayudarme yo no salía, tenía acalambrad­as hasta las uñas”, dice Matías. Después empezaron los gracias, gracias, gracias, gracias, “No sé cuántos fueron”, se ríe Daniel. Y el aplauso de los testigos, que habían seguido con preocupaci­ón la secuencia desde la playa.

Con esas palmas comenzó una “gran amistad”. Desde entonces, se reencuentr­an cada enero. Los guardavida­s los visitan por Super XV y ellos se acercan a saludar y pasar el rato en la playa. “El agradecimi­ento es eterno. Ahora, no me meto al mar si no están. Estos tipos son nuestros héroes”, agrega Matías. ■

 ?? ANDRÉS D’ELÍA ?? Rescatista­s y rescatados. Matías, Raúl y Daniel, escoltados por sus “héroes” en la playa.
ANDRÉS D’ELÍA Rescatista­s y rescatados. Matías, Raúl y Daniel, escoltados por sus “héroes” en la playa.

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