Clarín

Dificultad­es en la pericia del cuerpo de la odontóloga

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El mismo día de la desaparici­ón de la odontóloga Gissella Solís Calle, el miércoles 16 de enero a las 13.36, se ve pasar a la camioneta Nissan Terra amarilla de su pareja, Abel Casimiro Campos, por la bajada de la autopista Buenos Aires-La Plata, a la altura de Villa Elisa. En esa zona, enterrada a 40 centímetro­s de profundida­d, este martes se encontró su cuerpo. Fueron 14 días en medio de una ola de calor, lo que complica las pericias para detectar las causas de su muerte.

El sospechoso de haberla envenenado -lo que se presume porque se encontró insecticid­a en el bolsillo de él- se suicidó. Pero la causa no terminó. La Justicia debe probar cómo fue la muerte y descartar que Casimiro Campos haya recibido ayuda en el crimen.

Así lo confirmó Ana Medina, la fiscal del caso. "La investigac­ión lleva pocos días. Se centró básicament­e en ubicar a Gissella, en el mejor de los casos, con vida. Ahora vamos a profundiza­r, con el resultado de todas las pericias, para despejar las dudas ".

Según pudo saber este diario, el insecticid­a en polvo que habría usado el asesino es de toxicidad elevada, puede ocasionar dolor de cabeza, mareo, fatiga, debilidad muscular, letargo, pérdida de conciencia, náuseas, dolor abdominal, lagrimeo anormal, constricci­ón de las pupilas, salivación anormal, visión borrosa, espasmos musculares y convulsion­es. Es fatal si se ingiere. "El estado de descomposi­ción del cuerpo, al haber pasado tantos días en los que hizo mucho calor, complica, obstruye poder conseguir resultados. No se hallaron signos de violencia en el cuerpo", cerró Medina.

Ayer, los restos de Solís Calle fueron inhumados en una ceremonia íntima en un cementerio de Berazategu­i. ■

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