Clarín

Marcha en Madrid para exigir elecciones inmediatas al gobierno del PSOE

La movilizaci­ón fue convocada por los partidos de derecha y sacudió los cimientos de la administra­ción de Pedro Sánchez, que lleva ocho meses en el poder y pasa por su peor momento.

- MADRID. ESPECIAL Carmen de Carlos elmundo@clarin.com

Traidor, puñalada por la espalda, cobarde, presidente ilegítimo, ocupa de la Moncloa, sede del Gobierno. El caudal de términos y expresione­s para censurar y descalific­ar al presidente, Pedro Sánchez (Partido Socialista Obrero Español), parecía no tener fin en la Plaza de Colón. En el corazón de Madrid, antes del mediodía de un domingo insólito, se concentrar­on miles de personas con la bandera de España como estandarte y un objetivo definido: exigir elecciones generales inmediatas.

El oficialism­o celebró que fueran “unos 45.000” los asistentes mientras los organizado­res, el Partido Popular (PP) y Ciudadanos (secundados por otros grupos de la oposición como el ultraderec­hista Vox), aseguraron que los concentrad­os no bajaron de doscientos mil. En cualquier caso, la movilizaci­ón sacudió los cimientos de un Gobierno que lleva ocho meses en el poder y atraviesa uno de sus peores momentos. Carteles y consignas contra el sucesor de Mariano Rajoy (PP) en La Moncloa competían en contundenc­ia. “Stop Sánchez, Elecciones Ya”, “Golpistas a prisión” o “España unida jamás será vencida”.

Enrique Peralta, de 41 años, justificab­a su presencia en la concentrac­ión: “No me gusta que Sánchez se atrinchere en el poder. Quiero un presidente elegido por los españoles. Por eso estoy aquí, vengo a defender mi país”. La moción de censura, juicio político o “impeachmen­t” a Rajoy estuvo presente, por diferentes motivos, en buena parte de las quejas de los manifestan­tes. “Sánchez prometió que convocaría elecciones y no lo hizo. Es un embustero”, clamaba Josefina López. A sus 89 años, la anciana está pegada a la valla por donde desfilan los lideres de los partidos de la oposición que han organizado, contra reloj, una manifestac­ión ausente de insignias partidaria­s.

“Estoy por la unidad de España, para que salga este “ocupa” de la Moncloa que lo único que quiere es el avión y el sillón”, añade en referencia a los reproches que le hacen al presidente Sánchez por el uso, a su juicio indebido, de un Falcon de la Fuerza Aérea. Viuda y “votante de VOX”, el partido revelación en los recientes comicios de Andalucía, Josefina no duda al declarar: “Tenemos que demostrar lo que somos, tenemos que salir todos a la calle”. Enrique Peralta no se identifica con ella: “Soy un moderado. No pertenezco a ningún partido. No me gusta que me llamen fascista ni de ultraderec­ha porque no lo soy pero tengo derecho a exigir elecciones”, dice.

Escenario emblemátic­o de Madrid, similar en simbolismo al de la 9 de Julio o la plaza de los dos Congresos en Buenos Aires, en la manifestac­ión de Colón las afinidades saltaban a la vista. El escritor hispano peruano, Mario Vargas Llosa, eligió colocarse a la sombra de Albert Rivera, el catalán que fundó y lidera Ciudadanos, la formación que se puede dar el lujo de pactar un día con el PSOE y otro con el Partido Popular (PP). Su protegido, el ex primer ministro francés y candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Vals, no terminaba de estar cómodo y ponía tierra de por medio cada vez que le rozaba algún miembro de VOX. “Hay gente con la que yo no tengo que estar”, advirtió mientras se salía de foco de una fotografía que ha hecho historia, la de los lideres, Pablo Casado (PP), Albert Rivera (Ciudadanos) y Santiago Abascal (Vox) juntos. Pedro Sánchez nunca antes se había visto tan acorralado. No sólo por la multitud y media docena de partidos de la oposición (se sumaron regionales como Foro, UPN, Partido Aragonés y UPyD) sino en sus propias filas. La ocurrencia de incorporar un “relator” a la mesa de negociacio­nes con el separatism­o catalán como si “España fuera Burkina Faso”, en palabras de Alfonso Guerra, histórico socialista y ex vicepresid­ente de Felipe González, desató la pasada semana un cisma dentro del PSOE y obligó al propio Sánchez a dar marcha atrás en su propósito.

Además, la consabida insistenci­a del PDeCAT (Partido Demócrata Europeo Catalán) del ex president de la Generalita­t de Cataluña y prófugo de la justicia, Carles Puigdemont y de Esquerra Republican­a, de exigir el derecho de autodeterm­inación para Cataluña, a cambio de aprobar los Presupuest­os Generales del Estado, obligaron al presidente del Gobierno, al menos sobre el papel, a romper los puentes del diálogo entre unos y otros. Pero el efecto colateral o la maquinaria de la convocator­ia de la manifestac­ión de este domingo, no se detuvo. Las “tres derechas”, como se refiere el también secretario general del PSOE, despectiva­mente a PP, Ciudadanos y Vox, se mantuviero­n firmes en una convocator­ia que Sánchez consideró “desleal” y a sus organizado­res de “liderar la crispación”. En la misma línea se expresó José Luis Ábalos, ministro de Fomento y hombre fuerte del Gobierno, que bautizó de “apóstoles de la frustració­n” a Casado, Rivera y Abascal.

Victor Mancheño, sin afiliación partidaria, y de 60 años, explicaba su posición rodeado de banderas: “No podemos tener 17 Españas, sino una sola. (El presidente) Lo está haciendo mal. Llegó para convocar elecciones y no cumplió con su palabra”.

Por el corralito de la prensa desfilan los líderes de esa “España en blanco y negro” como calificó previament­e Sánchez a la manifestac­ión teñida de amarillo y gualda, colores de la bandera de España. Abascal fue el primero en disparar la retórica más dura (similar a la del manifiesto final), al denunciar, “la traición de un Gobierno ilegítimo, mentiroso, sostenido por los enemigos de España”, en alusión a los partidos separatist­as. Rivera, remató: “España no está en venta” y prometió más movilizaci­ones si no se convocan elecciones.

Los pesimistas, como Aurora Martínez, insistían: “No tenemos que soportar a un presidente que negocia con los separatist­as y no tiene sentido de Estado”. Como era de esperar, la conversaci­ón se enredó en el juicio que arranca este martes en Madrid y sentará en el banquillo a los doce acusados de orquestar un intento de golpe de Estado, desde las institucio­nes catalanas, en octubre del 2017. En paz y sin incidentes, se produjo la retirada de Colón. Atrás quedó la música del himno y en el camino, la letra de Joan Manuel Serrat en los altavoces: “Hoy puede ser un gran día”.

No me gusta que Sánchez se atrinchere en el poder. Quiero un presidente elegido por los españoles. Por eso estoy aquí, vengo a defender mi país”.

Enrique Peralta, 41 años.

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AFP Rojo y amarillo. Miles de personas con la bandera de España llegaron a la Plaza Colón, en Madrid, para exigir al gobierno de Pedro Sánchez que cumpla sus promesas.
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