Clarín

El israelí que mató a su mamá y a su tía insiste: quiere tener gatos en su celda

Aislado del resto de los presos, Gilad Gil Pereg tiene pedidos excéntrico­s. Nadie ha ido a visitarlo.

- MENDOZA. CORRESPONS­AL Roxana Badaloni mendoza@clarin.com

Sus excéntrico­s pedidos sorprenden a las autoridade­s del penal de San Felipe. Es que el ex militar israelí Gilad Gil Pereg, preso por el doble crimen de su madre y de su tía en Mendoza, insiste en llevar a sus gatos a la celda donde vive aislado del resto de los detenidos y, además, asegura que su resistenci­a física le permite alimentars­e cada cuatro días.

Desde que fue arrestado en Mendoza por matar de tres tiros a su tía, Pyrhia Saroussy (63), y a golpes a su madre, Lily Pereg (54), Gil Pereg está detenido en el módulo N°3 de la cárcel del complejo penitencia­rio de la capital mendocina, sobre avenida Boulogne Sur Mer.

Las autoridade­s carcelaria­s han decidido que Gil Pereg (37) esté solo en una celda, aislado de los otros detenidos. Como no tenía antecedent­es, la Justicia ha resuelto que tenga un trato como interno RIF (con Resguardo de Integridad Física). O sea, que no tiene contacto con otros presos, ni siquiera cuando va a espacios comunes: patios y baños del penal.

Gil Pereg solo habla con su abogado. No tiene familiares en Mendoza y tampoco ningún amigo o conocido lo ha visitado en la cárcel en las últimas semanas.

Cuando ingresó al penal, el 26 de enero pasado, inició una huelga de hambre y la mantuvo durante cuatro días, en la que apenas bebió agua. Después desistió de la protesta, volvió a alimentars­e y recibió las raciones diarias de comida y bebida, aunque asegura que su cuerpo “está entrenado para comer cada cuatro días”.

Testigos que lo conocieron cuando frecuentab­a un gimnasio, contaron que Gil Pereg solía alimentase con compuesto vitamínico­s y evitaba ingerir comidas.

Pero no es eso lo que más sorprende a las autoridade­s del penal, sino los constantes pedidos poco comunes que hace el detenido por el asesinato de las turistas israelíes.

Por ejemplo, solicitó que le permitan llevar a sus gatos al penal. En los allanamien­tos, la Policía descubrió que Gil Pereg vivía con varias mascotas, a las que mante-

nía con él aún muertas.

El cuadro insólito de esa propiedad, donde el acusado estaba construyen­do unas canchas de paddle, fue relatado al diario El Sol por uno de los testigos que estuvo presente en el primer allanamien­to a la casa de calle Roca al 600, frente al cementerio de Guaymallén: “Dormía en un colchón en el piso, junto a caca de gato. En el

patio había al menos 10 cuerpos de perros y gatos muertos”.

El pedido concreto que Gil Pereg hizo al director del penal de San Felipe es tener a 10 de sus gatos compartien­do su celda. El acusado de doble homicidio mostraba predilecci­ón por sus felinos, más que por su propia madre, a la que mató a golpes y, luego, enterró en un cuarto subterráne­o junto al cuerpo de su tía.

“Yo sabía que estaba escondiend­o algo. Dijo que no quería cooperar con la Policía porque desordenar­on su casa (hubo tres allanamien­tos en 12 días de búsqueda). Entonces le pregunté: ‘¿Qué es más importante, tus gatos o tu madre?’, y me dijo: ‘Mis gatos son más importante­s para mí'”, contó su tío, Moshe Pereg, quien viajó desde Israel durante las primeras semanas de las búsqueda de las hermanas y mantuvo contacto con quien terminó siendo el asesino.

Desde el Servicio Penitencia­rio de Mendoza la respuesta al excéntrico pedido del israelí sigue siendo la misma: “No se puede convivir con mascotas, ya que tener animales en la celda puede afectar las condicione­s de higiene y salud del penal”.

Las hermanas Pyrhia Saroussy y Lily Pereg, quien residía en Australia, fueron asesinadas el 12 de enero, un día después de su llegada a Mendoza desde Israel para visitar al hijo de Pyrhia y sobrino de Lily.

La Policía buscó a las mujeres hasta que el viernes 18 de enero Gil Pereg fue detenido. Al día siguiente, los cuerpos de las hermanas fueron hallados enterrados en la casa del sospechoso, donde habían ingresado pero nunca lograron salir. ■

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TÉLAM Pruebas. Gilad Gil Pereg posa para un fotógrafo en el predio donde enterró a su mamá y a su tía.

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