Plataforma embriagadora
Uno resiste como puede antes de caer rendido en los brazos de las series. Una conjura lo vence: las sugerencias de una madre actualizada a sus ochenta y pico; las de una esposa capaz de encontrar una perla noruega entre tanta oferta; las de un par de hijas de respuestas monosilábicas y enorme mundo interior. Uno reivindica el placer de la lectura, aduce falta de tiempo. Se ampara en el valor del café con amigos y la sobremesa. Proclama el carácter sacro del fútbol del domingo, el de acá y el de la Premier. Incluso el de México, intocable el sábado a la noche. Pero sucumbe. Hubo por estas horas un proclamado boicot, a propósito de la supuesta serie de los Cuadernos. ¿Ideología? ¿Kirchnerismo puro y duro? No. Es gente que encontró en el rumor un pretexto para impostar su desprecio por esa plataforma embriagadora. Por estas horas, imploran que lo de Lanata sea falsa alarma. Seguirán repasando catálogos, terminando una para empezar otra. ■