Cómo construir la destrucción

Se largó la campaña electoral. Con todo. Huele a estiércol puro, pero así somos. Ya había habido algunos esbozos, globos de ensayo de gente que anticipaba una reforma constitucional que habilite una reelección eterna, acaso una monarquía parlamentaria; gente que habló y habla, cuando no le ordenan callar, de un Poder Judicial domesticado y obediente y otras lindezas entre las que no faltaron los elogios al presidente venezolano Nicolás Maduro. Eran todas voces K. Esta nueva etapa de la campaña sucia incluye operaciones contra fiscales que investigan la corrupción del kirchnerismo y que llevan oculto el intento de apartarlos de las investigaciones y, a ser posible, del Poder Judicial; planes todos trazados en los calabozos de los investigados según las últimas revelaciones. La campaña busca el impulso de nuevos antagonismos en una sociedad que necesita poco para dividirse. Esta historia continuará. Pero que se sepa que es un plan urdido por los teóricos del populismo. “Las formas de articulación de un antagonismo –decía Ernesto Laclau, figura inspiradora del kirchnerismo– lejos de estar predeterminadas, son la resultante de una lucha hegemónica. Hay, por tanto, una pluralidad de formas discursivas de construir un antagonismo”. A buen entendedor…