La gimnasta de la rutina viral de Michael Jackson volvió a ser 10
La estadounidense, representante de la UCLA, logró la marca perfecta con su actuación en suelo.
En un Alaska Airlines casi repleto, bajo la mirada de 7.200 personas incluidos sus padres, la gimnasta estadounidense Katelyn Ohashi no defraudó. Volvió a sacarse un 10 con la rutina de suelo que había impactado al mundo a principios de año.
Ohashi, quien en enero realizó una rutina que se viralizó y ya fue vista 113 millones de veces, llegó a Seattle, a 24 kilómetros de Newcastle, su ciudad natal, con el equipo de la UCLA para enfrentar a la Universidad de Washington.
Allí otra vez deleitó a los fanáticos de la gimnasia al interpretar de manera fantástica su rutina con el compilado armado con los temas Don’t Stop ‘Til You Get Enough, Billie Jean y Thriller de Michael Jackson. La respuesta de los jueces fue la misma: le otorgaron la nota perfecta.
“Fue espectacular. Sentí mucho al público y tuve a mi familia aquí. En realidad toda la audiencia fue increíble. Mis padres no pueden venir a verme a Los Angeles todo el tiempo así que fue espectacular que pudieran ver esto”, le dijo Ohashi al diario estadounidense Seattle Times.
Ella fue quien lideró a la UCLA al triunfo. El equipo terminó con una puntuación de 197.600 y se mantiene invicto en la temporada con un récord de 8-0.
Mientras tanto la rutina de la gimnasta sensación acumula reproducciones: en la cuenta de Twitter de la universidad californiana ya superó las 400 mil.
Con sus 21 años, Ohashi se reencontró con la gimnasia como estudiante de Sociología. Es que había estado un tiempo alejada del deporte después de haber pasado 12 temporadas -desde los 3 hasta los 15 añosconviviendo con la palabra “promesa”. Se entrenaba en WOGA, el gimnasio texano del campeón kazajo Valeri Liukin en Plano, e integraba el equipo juvenil estadounidense.
Allí conoció -por ejemplo- a Simone Biles, una de las amigas que le dio la gimnasia. A ella le ganó en 2013 la Copa América y muchos ya la imaginaban campeona en los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Pero el ideal estaba lejos. Las presiones para que cuidara su físico y no superara un peso estadblecido se hicieron insoportables.
Su cuerpo comenzó a crecer con la adolescencia, las críticas se hicieron algo de todos los días y su obsesión por cumplir la llevó a lastimarse.
Una grave lesión en la espalda y otras dos en los hombros fueron el desenlace de la presión del mundo de la gimnasia; además sufrió un desorden alimenticio que reveló recién el año pasado, en un video de 6 minutos publicado en la plataforma estadounidense The Players’ Tribune.
“Me dijeron que era vergonzoso lo gorda que estaba. Me comparaban con un pájaro que no podía volar. No podía aceptarme a mí misma. No era feliz”, relató entonces. Su cuerpo había dejado de ser el de una niña y ese físico ya no entraba en los “estándares” de quienes construían su carrera.
Pero nada pudo esconder su pasión, ni esos dos años en los que no tuvo otra opción que recuperarse y en los que llegó a sentirse “feliz” estando lesionada. Se reencontró con la gimnasia en la universidad y se le abrió nuevamente la puerta del deporte. Y volvió a ser feliz. ■