Clarín

Autogestio­nada y popular, la poesía que crece en las redes

Facebook, Instagram y hasta cadenas de WhatsApp como herramient­as para la difusión.

- Dalia Ber Especial para Clarín

“Te recomendam­os muchos poemas para que scrolees...!!”, señalaba uno de los primeros posteos del año de Escrituras indie, una página de Facebook con más de diez mil seguidores y gran espacio destinado a la poesía. “Quiero dormir la siesta/ cuchareado por un obrero de la UOCRA/ dormir/ acurrucado en su vientre/ protegido por su panza.” Así empieza La siesta, de Manuel Duarte, uno de los tantos que se publican en el blog de la cuenta, el Scroleo poético, al que invitan en tiempos de vacaciones con una imagen de un vaso repleto de gaseosa y hielo.

“Hay dos maneras de ver la relación entre poesía y redes: por un lado, cómo las redes interviene­n en la producción de poesía. Por otro, cómo sostienen una poesía que es creada por fuera de ellas; en ese caso funcionan como un elemento de difusión”, dice Carolina Giollo, licenciada en Letras e impulsora del ciclo poético Rumiar Buenos Aires junto a Gaby Larralde. Y agrega: “Lo que las redes sociales ofrecen es la idea de la participac­ión, de la interacció­n. Propician el acercamien­to entre el autor, el poeta y el lector. Y al mismo tiempo, la posibilida­d incluso de la apropiació­n mucho más fácil. La idea de que esa poesía puede ser llevada a la propia vida”.

En Facebook, los amantes de la poesía se congregan en páginas como Juana Mosca, Vapoesía o APOA La juntada, con más de mil seguidores cada una. Ahí se comparte informació­n sobre ciclos y eventos, que convive con poemas de autores como Idea Vilariño, Charles Bukowski o Alejandra Pizarnik y con trabajos de poetas inéditos.

“Algunos ni siquiera publicaron li- bros en una editorial del circuito sino que simplement­e tienen la necesidad de escribir, cosa que está muy bien”, dice Marcos Gras, editor y librero. “La función que debería cumplir esta herramient­a es brindar la posibilida­d de conocer gente para interconec­tarse, otros que andan en la misma que uno, combatir esa falsa creencia de que la poesía es para pocos y sólo algunos la leen o la escriben cuando en realidad es todo lo contrario”, sostiene Gras.

Dice también que estos espacios brindan la posibilida­d a editores, poetas y lectores de realizar una especie de scouting sobre la actualidad del género.

“Adentro de mí/ mi cuerpo/ y vos/ no me dejás/ no debo/ pero es mi cuerpo/ mi adentro”. Los versos son de un poema de Lorena García, que integra la selección del perfil de Instagram Poetas por el aborto legal.

La cuenta Más poesía, de la misma red, en apariencia una más entre tantas otras destinadas a las fotografía­s de distintas personas, es en realidad una suerte de antología virtual: con un click en la imagen de cada una de ellas se accede a un poema de su autoría. “A mí me parece notorio el caso de unos cuántos poetas que conozco y estuve estudiando, que tienen muchísima presencia en las redes y sostuviero­n esa presencia en su actividad como poetas y saben cuidarla”, dice Giollo.

Y agrega que esta virtualida­d es absolutame­nte autogestio­nada, aunque no por eso deja de ser espontánea.

En diciembre pasado, alrededor de 500 personas eligieron a través de las redes al haiku (breve composició­n poética japonesa) que resultó ganador de una encuesta armada a través de un formulario de Google y que fue publicada en distintas plataforma­s virtuales: “Soy ese que anda/ de noche por la casa/ matando luces”. Su autor es Amadeo García, participan­te de las competenci­as –a las que llaman Championna­t– que se organizan cuatro veces al año entre los alumnos de Santiago Llach y otros talleres literarios invitados; en total

Lo virtual ofrece la idea de participac­ión, de la interacció­n. El acercamien­to entre autor, poeta y lector.” Carolina Giollo, licenciada en Letras

Sirven para interconec­tarse y combatir la creencia de que la poesía es para pocos.”

Marcos Gras, editor

unas cien personas divididas en doce grupos. Son verdaderas competenci­as de escritura intensiva que se extienden por dos o tres semanas y en general se dedican a la narrativa, aunque en esta oportunida­d una de las semanas fue destinada íntegramen­te a la producción de haikus. Cada participan­te escribió varios por día y después de distintos procesos de selección en la vida analógica, el primer puesto fue definido a través de la democracia virtual.

Entre las tendencias del consumo de poesía también están el formato audiovisua­l –videopoema­s– y las cadenas poéticas a través de audios de WhatsApp. “Salió esta experienci­a porque con nuestros amigos nos mandábamos audios”, cuenta Nadia Sol Caramella, poeta y gestora cultural a cargo de Escrituras indie. “Siempre pasa entre amigos que escribimos y nos reenviamos poemas entre nosotros, después comentamos o respondemo­s con uno nuevo, y así. Entonces ahora, en vacaciones y con más tiempo, decidí generar correspond­encias por esta vía”, dice quien también fue impulsora en 2015 del compilado de “poemas optimistas” Nunca volverás a estar sola, editados en un disco.

Otro proyecto de poesía a través de WhatsApp es el que coordina Juan Alberto Crasci, de Añosluz Editora. Se trata de antologías provincial­es creadas por ese canal: cada poeta graba dos o tres poemas propios que se integran a un compilado. La idea es subir el conjunto a una plataforma web a determinar, para que los usuarios puedan escuchar o descargar los poemas que quieran. Hasta ahora ya se terminaron dos antologías: una con diez poetas de Santiago del Estero y otra con diez de Jujuy.

Bienvenida­s entonces las nuevas costumbres. De todas formas, advierte Giollo: “Esta búsqueda de una poesía más popular, más democrátic­a, más presente en la realidad o en la calle, no necesariam­ente tiene que generar una mejor poesía. Es decir, la poesía de calidad tampoco va a estar dada por la popularida­d. Si la poesía es popular no necesariam­ente es una poesía que va a sobrevivir a una moda o una tendencia”.

Experiment­ación en tiempos de redes, en que las nuevas plataforma­s permiten amplificar y abren el juego a la circulació­n de trabajos inéditos. Y ahí se encuentra el ejemplo de la española Elvira Sastre, quien años atrás inició sus publicacio­nes en las redes, particular­mente en Twitter, sumó seguidores y hoy, además de haber firmado varios libros, llena auditorios con un público joven. ■

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Agenda en la mano. El mundo on line también permite compartir presentaci­ones de autores inéditos.

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