“La educación y aquellos valores que subsisten agónicamente”
Ante la inminencia de un nuevo ciclo lectivo, como docente, mi memoria se mezcla con la ansiedad. En el tejido de recuerdos, revivo la alegría que sentía como niño al abrir la caja de cartón que llegaba embalada desde la casa de los tíos, portando los más preciados tesoros. Aquel fuerte con soldaditos que mi primo ya no usaría, un saquito con botones dorados, junto a algún par de zapatos y más que nada libros escolares y de cuentos, revistas, lápices, pinturitas, témperas y pinceles, que mis parientes iban dejando atrás junto con su infancia. Era una escena repetida en todas las familias de clase media. Junto con las responsabilidades, los hermanos mayores solíamos legar a los más chicos el manual de cuarto grado, el libro de lectura de tercero, el pantalón con pitucones y esa cartera marrón con dos bolsillos con hebillas, que en su interior podía esconder el vasito plegable y algunas miguitas de la democrática “Manón”. La industria editorial y la ambición de los mercaderes se encargaron de ir destruyendo algunas solidaridades. Los libros, que empezaron a tener más dibujitos que letras, se hicieron con tareas para completar en el mismo, y las páginas (tan unidas ellas en su prehistoria) se arrancaron para poder entregar los deberes en forma. Nuevas ediciones, más capítulos y contenidos modernos, trajeron los últimos desarrollos en educación y con ello se cortaron lazos y tradiciones. “Cada hermano con su librito”, “Lo usado carece de valor”, “¿Por qué no me compran la cartuchera de cuatro pisos?”, son algunas consignas con las que se están educando nuevas generaciones.
Soy docente, y hoy escribo sobre valores y educación. Valores que todavía subsisten agónicamente en los miembros de las Cooperadoras que sostienen a escuelas, hospitales y bomberos voluntarios. Valores que defienden los que hacen compras comunitarias. Valores que podemos recuperar con memoria y decisión, frente a los mercaderes de lo suntuario, de lo individual y de la desigualdad que daña la formación ética de nuestra sociedad.