Clarín

Sorpresas y no sorpresas en Brasil

- Ricardo Roa

Bolsonaro lleva un mes y medio de gobierno y pasó que estuvo 18 días internado, reponiéndo­se del cuchillazo que le pegaron durante la campaña. Ha estado casi tanto tiempo con el pijama de hospital que con el traje de presidente.

Y pasó que el gobierno ha estado en manos de su vice, el locuaz general Hamilton Mourao que provocó ruidos en muchos lados sin que por eso los mercados se alteraran. Sí mirarán y mucho el periplo político y social de la reforma jubilatori­a que eleva la edad de retiro y busca que de aquí a 20 años nadie pueda jubilarse con menos de 40 años de aportes y 65 de vida. Es una reforma clave por el enorme desequilib­rio de las cuentas fiscales.

“Yo en el hospital... y vos en un asado. ¿Me querés matar?”, bromeó el presidente con su vice, quien se tomó muy en serio su puesto y con alto perfil se reunió con dirigentes de la CUT, la CGT brasileña pegada al PT de Lula. Mourao también insistió para que dejaran ir a Lula al velatorio de uno de sus hermanos, lo que la justicia de las instancias inferiores denegó y la Corte avaló, aunque cuando el velorio ya había pasado. Cosas así no sólo ocurren en la Argentina.

No pasaron dos meses y Mourao ya tiene una relación más que tirante con los hijos de Bolsonaro, en especial con Eduardo, amigo del ex estratega de Trump, Steve Bannon. Muchos oyeron la voz de Eduardo cuando Bannon le dijo a Folha de Sao Paulo que Mourao “no es muy útil”, “es desagradab­le” y “pisa fuera de su línea”. Mourao le contestó con humor: “Yo soy un buen tipo”. También reaccionó con humor cuando en un restorán de Río una pareja gay comenzó a besarse al verlo.

Otro ruido: Mourao se declaró por despenaliz­ar el aborto y dejar atrás el debate sobre el traslado de la embajada a Jerusalén, y lo cru- zó la activa militancia evangelist­a que apoya al presidente. El primer proyecto en Diputados fue de un pastor, Sargento Isidorio: pidió declarar a la Biblia patrimonio nacional, cultural e inmaterial de Brasil. La bancada evangelist­a, llamada de la Biblia, es una de las tres temáticas. Las otras dos son Buey, del agrone-

Internas, roces con los hijos y una pulseada con el Papa en los primeros días de Bolsonaro.

gocio, y Bala, de las fuerzas de Seguridad. Juntas forman la BBB. Son más de 200 sobre 500.

El pastor Isidorio recorre su estado de Bahía criticando el consumo de drogas y atacando a homosexual­es. Uno de sus blancos favoritos es la cantante Daniela Mercury, una “endemoniad­a esclava de Satanás”. También gente de cabeza estrecha, una diputada del partido de Bolsonaro presentó un proyecto para vetar la enseñanza sexual y las discusione­s de género en las escuelas. Y otro fue más lejos: pidió prohibir el DIU y la píldora del día después. Cosechó tantas críticas que debió meter la marcha atrás.

A Bolsonaro se lo eligió por rechazo a Lula y a la corrupción de Lula. Pero el jefe de su partido y secretario de la presidenci­a, Gustavo Bebianno, quedó al borde del nocaut luego de que se supiera que le dio unos 110 mil dólares de la financiaci­ón pública electoral a una candidata propia que sacó 274 votos.

El Papa anunció un Sínodo para tratar la cuestión ambiental y de la población indígena de la Amazonia. El gobierno busca neutraliza­r la reunión tanto como Francisco el avance de las iglesias evangelist­as en Brasil, que tiene la mayor población católica del mundo. Fue ahí donde Bergoglio dijo a los jóvenes: “Hagan lío, pero un lío que nazca de conocer a Jesús”. Quedó lo de hagan lío. Poco pudo haber previsto que al final, también en nombre de Jesús, lo provocara Bolsonaro. ■

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