Bolívar llegó a la cima de América y vive su hora de máxima gloria
Con la mística creada desde su nacimiento en 2002, venció a los adversarios brasileños en la fase final.
Ahí están, saltando, cantando y aplaudiendo en el gimnasio do Abaté, un reducto que los escucha casi en silencio en estos momentos. Hace instantes los acompañaban aplausos de hinchas brasileños que los reconocieron como lo que son: los campeones de la primera edición de la Copa Libertadores de voleibol. Bolívar, el club que surgió hace casi 17 años como un sueño personal de Marcelo Tinelli, es el dueño del continente. Y no se lo podrá discutir: llegó al final four del torneo como único representante argentino entre tres brasileños, jugó en tierras inhóspitas para el deporte de nuestro país y se hizo gigante al ganar la semifinal ante el anfitrión y la final contra uno de los equipos brasileños más poderosos. Y cómo: un categórico 3 a 0 (25-23, 25-18 y 29-27) que no dejó dudas.
Irrumpió con fuerza allá por 2002 y no tardó en imponerse: fue campeón en su primera temporada. No fueron pocos los que le pronosticaron poca vida en la Liga Argentina. Y, de algún modo, las dudas no estaban infundadas. Al cabo, en el presente equipos que en su momento hicieron ruido ya desaparecieron del mapa por completo o, al menos, de la elite. Pero ahí está Bolívar, firme.
La figura de Tinelli permitió, claro, que llegaran los auspiciantes. En la actualidad, por ejemplo, son 11 las marcas que acompañan al equipo entre las que se destacan la empresa de indumentaria, una compañía china líder en el mundo, una lotería provincial, una compañía de electrodomésticos y una productora de materiales para la construcción, más algunos apoyos comunales. Un sistema de televisión por cable y una compañía telefónica también fueron patrocinadores del nombre del equipo, práctica común en la Liga.
Para la ciudad se trata de “el” representante deportivo ante Argentina y el mundo. El nivel de identificación es absoluto. El club y el complejo José Domeño (otro anhelo que se concretó cinco años después de la fundación) se convirtieron en dos de los orgullos de los bolivarenses. Además, es habitual ver al República de Venezuela al tope de sus 3.500 asientos disponibles.
Tinelli se encontró con los resultados muy rápidamente y no demoró en poner todo al servicio del club para que se mantuviera ese lugar de privilegio. Contrató fuerte, puso a Daniel Castellani (miembro del mítico equipo de la medalla de bronce en Seúl 1988) en el banco y a varios hombres de Selección y cuando el DT lo dejó para dirigir en Europa, sentó a Javier Weber que en dos etapas (pasó un año en Rusia) y durante casi 12 años ganó cuatro Ligas seguidas y cortó una sequía de siete años (y la hegemonía de UPCN) en 2017 para volver a ser campeón. Pero no sólo se trató de llevar estrellas sino también de generarlas. El mejor ejemplo es Luciano de Cecco, producto de la cantera de Bolívar, multicampeón en Italia, crack de la Selección y considerado el mejor armador del mundo.
“Es una felicidad increíble; cuando arrancó la Copa perdimos enseguida y tuvimos que remontar la clasificación, pero trabajamos muy duro y jugamos a un nivel increíble. Con este equipo vamos a la guerra”, dice Agustín Loser, quien a los 20 años ya tocó el cielo continental. Lucas Ocampo, figura de la final, acompaña: “Mantuvimos un nivel muy bueno con rivales durísimos como los brasileños”. El capitán Pablo Crer dice que “el equipo se lo merecía” y destaca a los premiados individualmente. Alexis González asegura que el título es merecido “porque el equipo lo buscó en todo momento”. Yadrian Escobar, al estilo Bolívar, quiere más: “Estamos felices, pero ahora vamos por la octava”.
En 2010 había sido la única consagración internacional en el Campeonato Sudamericano. Por ahí pasaba una de las únicas deudas del equipo que en los últimos años vio a UPCN, el gran rival, ganarlo dos veces y ser tercero en el Mundial de clubes, algo que Bolívar nunca consiguió. Probablemente allí apunten los próximos cañones y habrá que tener cuidado: se trata de Aguilas que saben volar bien alto cuando se lo proponen. ■