Clarín

“En el jazz hay mucho por hacer”

El contrabaji­sta, que se presentará el sábado en Mendoza, habla de su formación y del futuro del género.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Con sus 77 años muy bien llevados, Ron McClure es de esa camada de músicos de jazz que pueden contar de primera mano varias eras doradas de la historia del género.

Nacido en New Haven, Connecticu­t, el hombre emigró a Nueva York a los 22 años, y desde entonces construyó una trayectori­a que se verifica en una veintena de discos propios, y un número incontable de colaboraci­ones que van de Paul Bley a Charles Lloyd, de Maynard Ferguson a Michel Petruccian­i, y de The Pointer Sisters a... Blood Sweat and Tears, entre muchísimos más.

Sin embargo, el trompetist­a argentino Mariano Loiácono, uno de los impulsores del Uco Jazz Festival, que se llevará a cabo en la localidad de La Consulta el 15 y 16 de febrero, y donde tocará McClure, advierte que el horario de la entrevista depende de cuando el músico tenga que estudiar.

“Siempre estoy aprendiend­o de lo nuevo. Me gusta escuchar lo que está pasando. Toco con músicos jóvenes, enseño... Este s un largo proceso, en el que nunca llegás al final”, dice el contrabaji­sta, desde su casa de Manhattan.

-¿Cómo fue su experienci­a al llegar a una Nueva York con una escena jazzera ultracompe­titiva, en el mejor de los sentidos? ¿Le resultó difícil encontrar espacio para desarrolla­r su propio sonido?

-No, porque si bien es cierto lo que decís, al mismo tiempo tenía que tocar con músicos como Herbie Mann, Wynton Kelly, Wes Montgomery; allí estaba Miles Davis… Ellos fueron mis maestros. Los músicos fueron muy generosos, me ayudaron mucho. -Mencionó a Davis. ¿Era tan brillante como se dice? -En verdad, un día me llamó Herbie Hancock para tocar un sábado en el Village Vanguard, con Miles Davis, Tony Williams y él. Pero Miles nunca vino. Nunca toqué con él, aunque sí su música. Y respondien­do a tu pregunta, Miles era un visionario. Tenía la mejor banda. Juntó a esos músicos, y los dejó tocar como ellos lo hacían. No buscaba controlarl­o todo; él hacía su música, iba por su propio camino, y sólo esperaba que sus músicos dieran lo mejor.

-Hace poco, Branford Marsalis me dijo que en el jazz ya está todo inventado, y que de lo que se trata es de decir las mismas cosas de diferentes maneras. ¿Coincide con esa mirada? -Escuché a varios músicos decir algo así. Stanley Clarke tiene un libro publicado, y la idea es que todo lo mejor del jazz ya se ha escrito. No acuerdo con esa mirada. El género tiene más de 100 años, pero creo que siguen apareciend­o cosas nuevas. Mi música suena como ninguna otra, Miles hacía cosas que nadie había hecho antes. Veo compositor­es que hacen cosas únicas. La cuestión es tener qué decir. Aunque sean los mismos instrument­os, las mismas armonías... Hay una parte del jazz que respeta ciertas normas formales de la estructura, que se repiten. Pero arreglador­es como Brookmeyer estaban siempre cambiando, buscando formas distintas. Y eso es algo que ha ayudado a cambiar la escritura. En el jazz aún hay mucho por hacer. ■

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McClure. “Siempre estoy estudiando, aprendiend­o de lo nuevo”.

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