Clarín

La calculador­a, el mejor aliado en medio de un mar de ofertas

- Ariel Baños Economista (*)

Vivimos rodeados de informació­n sobre precios. Sin embargo, cuantos más datos recibimos, parece más difícil tomar la mejor decisión de compra. La razón es sencilla: los precios no son transparen­tes. Las intrincada­s estrategia­s de comunicaci­ón de las empresas exigen esfuerzos, y en ocasiones varios cálculos, para interpreta­r las propuestas y decidir mejor.

La inflación no contribuye, dado que, ante la imposibili­dad de evaluar los precios en términos absolutos, ya que estos cambian constantem­ente, muchos consumidor­es se guían sólo por las promocione­s vigentes. Esto es un ar- ma de doble filo. Bien sabemos que, en ocasiones, los precios promociona­les, aún incluyendo los anunciados descuentos, pueden ser superiores a otros donde no hay reduccione­s.

La próxima vez que se encuentre frente a la góndola del supermerca­do, o frente a una vistosa vidriera, no olvide estas tres recomendac­iones: 1) No guiarse sólo por los porcentaje­s de descuento, realizar el cálculo para conocer el precio neto.

Las matemática­s nos ayudan a usar mejor nuestro dinero. No es necesario un conocimien­to avanzado, basta con aplicar algo de aritmética básica de la escuela primaria. Así podremos calcular los precios netos de compra detrás de los variados formatos de descuentos que hoy se ofrecen.

Algunos ejemplos: un 2x1 representa el 50% de descuento; un 3x2, el 33,33%; un 4x3, el 25%, y un 5x4, el 20%. La oferta de 50% en la segunda unidad es un 25% de descuento, el 70% en la segunda, un 35%; y el 80%, un 40%. Y cuando se ofrece "la segunda unidad sin cargo", es de hasta un 50%, ya que se toma para el descuento la de menor valor.

2) Ofertas por cantidad: analizar el horizonte de uso de los productos.

Es importante pensar en el uso que se dará a los productos. En ocasiones comprar más cantidad que la necesaria implica “costos ocultos”, como por ejemplo el vencimient­o de artículos que son perecedero­s, o bien terminamos almacenand­o cosas a las que nunca se les dará utilidad (y que nos obligará a realizar una limpieza a lo “Marie Kondo” en algún momento). También comprar aprovechan­do promocione­s, en ocasiones implica abastecern­os para el consumo de “varios años”, lo que reduce el dinero dis- ponible para necesidade­s más inmediatas. Perdón si le hice recordar que aún tiene jabón en polvo de la súper promoción del año 2014.

3) Leer la letra chica de los carteles: suelen tener informació­n valiosa.

En supermerca­dos y autoservic­ios se exhibe el precio por unidad de medida y en ocasiones, también la fecha desde la cual está vigente el precio actual. El primer dato es muy útil al momento de comparar diferentes presentaci­ones o tamaños del mismo producto, o para cotejar precios de marcas que tienen envases con diferentes contenidos. El dato de la fecha de vigencia, puede ser importante para saber que tan “antiguo” es el precio. En momentos inflaciona­rios, un precio que no sufre ajustes desde hace más de 60 días, por ejemplo, podría llegar a ser una oportunida­d.

Las condicione­s de aplicación de las ofertas suelen deparar sorpresas. Es clave leer la fecha de vigencia, los artículos alcanzados por la promoción y la posibilida­d o no de combinar productos en los descuentos por cantidad, entre otros detalles. ■

(*) Director de www.fijacionde­precios.com y autor del libro "50 lecciones de precios en la vida real".

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