La calculadora, el mejor aliado en medio de un mar de ofertas
Vivimos rodeados de información sobre precios. Sin embargo, cuantos más datos recibimos, parece más difícil tomar la mejor decisión de compra. La razón es sencilla: los precios no son transparentes. Las intrincadas estrategias de comunicación de las empresas exigen esfuerzos, y en ocasiones varios cálculos, para interpretar las propuestas y decidir mejor.
La inflación no contribuye, dado que, ante la imposibilidad de evaluar los precios en términos absolutos, ya que estos cambian constantemente, muchos consumidores se guían sólo por las promociones vigentes. Esto es un ar- ma de doble filo. Bien sabemos que, en ocasiones, los precios promocionales, aún incluyendo los anunciados descuentos, pueden ser superiores a otros donde no hay reducciones.
La próxima vez que se encuentre frente a la góndola del supermercado, o frente a una vistosa vidriera, no olvide estas tres recomendaciones: 1) No guiarse sólo por los porcentajes de descuento, realizar el cálculo para conocer el precio neto.
Las matemáticas nos ayudan a usar mejor nuestro dinero. No es necesario un conocimiento avanzado, basta con aplicar algo de aritmética básica de la escuela primaria. Así podremos calcular los precios netos de compra detrás de los variados formatos de descuentos que hoy se ofrecen.
Algunos ejemplos: un 2x1 representa el 50% de descuento; un 3x2, el 33,33%; un 4x3, el 25%, y un 5x4, el 20%. La oferta de 50% en la segunda unidad es un 25% de descuento, el 70% en la segunda, un 35%; y el 80%, un 40%. Y cuando se ofrece "la segunda unidad sin cargo", es de hasta un 50%, ya que se toma para el descuento la de menor valor.
2) Ofertas por cantidad: analizar el horizonte de uso de los productos.
Es importante pensar en el uso que se dará a los productos. En ocasiones comprar más cantidad que la necesaria implica “costos ocultos”, como por ejemplo el vencimiento de artículos que son perecederos, o bien terminamos almacenando cosas a las que nunca se les dará utilidad (y que nos obligará a realizar una limpieza a lo “Marie Kondo” en algún momento). También comprar aprovechando promociones, en ocasiones implica abastecernos para el consumo de “varios años”, lo que reduce el dinero dis- ponible para necesidades más inmediatas. Perdón si le hice recordar que aún tiene jabón en polvo de la súper promoción del año 2014.
3) Leer la letra chica de los carteles: suelen tener información valiosa.
En supermercados y autoservicios se exhibe el precio por unidad de medida y en ocasiones, también la fecha desde la cual está vigente el precio actual. El primer dato es muy útil al momento de comparar diferentes presentaciones o tamaños del mismo producto, o para cotejar precios de marcas que tienen envases con diferentes contenidos. El dato de la fecha de vigencia, puede ser importante para saber que tan “antiguo” es el precio. En momentos inflacionarios, un precio que no sufre ajustes desde hace más de 60 días, por ejemplo, podría llegar a ser una oportunidad.
Las condiciones de aplicación de las ofertas suelen deparar sorpresas. Es clave leer la fecha de vigencia, los artículos alcanzados por la promoción y la posibilidad o no de combinar productos en los descuentos por cantidad, entre otros detalles. ■
(*) Director de www.fijaciondeprecios.com y autor del libro "50 lecciones de precios en la vida real".