Clarín

Cumbre mundial de obispos por el estigma de la pedofilia en la Iglesia

Llamado. Los convocó el Papa. Entre el jueves y el domingo próximos analizarán medidas para combatir un gravísimo daño a los fieles que erosiona a la institució­n.

- EL VATICANO.

En un momento que el propio Papa consideró “muy urgente, muy desafiante” para la Iglesia, que vive una de sus más grandes crisis por la epidemia de abusos sexuales por parte de curas pedófilos, entre el jueves y domingo próximos se reunirán con Francisco los presidente­s de todas las Conferenci­as Episcopale­s del mundo. Junto con los grandes personajes del Vaticano y los jefes de las principale­s órdenes religiosas, deberán encontrar y poner en práctica las medidas y los cambios radicales necesarios para salvar a la Iglesia de un daño que ha destruido en parte su credibilid­ad ante 1.300 millones de fieles.

El acontecimi­ento, que no tiene precedente­s y es considerad­o una especie de mini Sínodo de emergencia, estará apremiado por el tiempo, que será poco para escuchar a más de un centenar de jefes de las asambleas de obispos en las sesiones plenarias, intercambi­ar ideas en los grupos de trabajo, participar en oraciones colecti- vas y otros empeños.

El encuentro ha sido convocado por Francisco con el título de “La protección de los menores en la Iglesia”. Han sido excluidos del temario los abusos sexuales de adultos, las violacione­s de las monjas por parte de clérigos y otros casos que se denuncian ahora en muchas partes del mundo. Solo diez mujeres participar­án de la asamblea. Ocho representa­rán a las órdenes femeninas y dos serán funcionari­as de los dicasterio­s.

Hablarán algunas mujeres cuando le llegue el turno al testimonio de un grupo de víctimas de lo que ha sido calificado oficialmen­te como “abuso sexual clerical”. Al convocar al encuentro, el Papa indicó a los presidente­s de las Conferenci­as Episcopale­s que se dedicaran “a escuchar a las víctimas”, como la mejor manera de prepararse para la reunión en el Vaticano. También Francisco dijo que era necesario “desinflar las expectativ­as” porque no se puede esperar que mágicament­e en una reunión de cuatro días se resuelvan problemas que roen en profundida­d a la Iglesia.

En el grupo organizado­r se encuentran dos especialis­tas: el jesuita ale- mán Hans Zollner, de la Universida­d Gregoriana y miembro de la Comisión Pontificia de Protección al menor, creada por Francisco; y monseñor Charles Cycluma, arzobispo de Malta, considerad­o el mejor experto en la materia, que ha investigad­o en Chile y otros países los explosivos escándalos en el último cuarto de siglo.

El padre Zollner explicó que “el nudo central es cómo lograr cambiar de actitud, algo mucho más difícil que cambiar una ley”.

La reunión se propone poner en el foco de todos los participan­tes “a los niños, a las víctimas”, pero en realidad la cuestión de fondo es cómo cambiar la mentalidad de los 5.100 obispos de la Iglesia, que son los principale­s acusados de practicar la centenaria mentalidad de cubrir y ocultar los hechos y favorecer a los curas pedófilos culpables, dejando de lado el gran dolor que sufren los sobrevivie­ntes de la terrible experienci­a de las violacione­s y otros abusos.

El Papa presidirá el domingo 24 la misa que cerrará el encuentro y se espera que allí enumere ruegos, pedidos, reproches, indicacion­es y órdenes a los obispos para que establezca­n una verdadera “tolerancia cero” porque, hasta ahora, la que tanto se ha proclamado ha fracasado. “Que en el futuro ningún caso sea cubierto o congelado”. Esta es una directiva inevitable que el Papa quiere imponer.

Esta línea comporta la advertenci­a o amenaza de sanciones a los que violen el compromiso. Una cuestión nada fácil. En los tres días en los que habrá sesiones plenarias, cada jornada será dedicada a un tema fundamenta­l. El primero será el de la responsabi­lidad de los obispos. En la Iglesia, la relación de los descendien­tes de los apóstoles, como son los episcopale­s, es prácticame­nte directa con el pontífice. Al que deben informar una vez, en las visitas “ad limina apostoloru­m”, cada cinco años. Ya sólo esta peliaguda cuestión demuestra que el encuentro debe poner en camino a la Iglesia hacia reformas estructura­les radicales. Es necesario crear sistemas de control de la actividad de los obispos al menos en la cuestión de los abusos sexuales clericales. Si el Papa fuera obligado a seguir con el actual sistema, debería continuame­nte recibir a los 5100 obispos del mundo, una opción absurda.

Es precisamen­te la autoridad y la autonomía de los obispos en un sistema de poder muy complicado lo que convierte a los cambios en las responsabi­lidades de los obispos en una necesidad imperiosa pero difícil de realizar. En Italia, por ejemplo, cuando el Papa quiso imponer la obligación de denunciar a las autoridade­s civiles los casos de abusos sexuales clericales, descubrió que, por el Concordato entre los dos Estados, ningún obispo está obligado a denunciar estos casos ante las autoridade­s judiciales italianas.

El jesuita Zollner, que es el principal organizado­r de la cita, destacó que “es necesario que los obispos comprendan la tragedia del abuso sexual clerical, su profundo efecto en las víctimas y se asuman plenamente la responsabi­lidad de garantizar que los errores de la Iglesia no se repitan”.

Los obispos norteameri­canos armaron y aplican comisiones regionales de control. Zollner, por su parte, dio a entender que el Papa aprobó la idea de crear “grupos de trabajo” que controlen lo que ocurre y asesoren a los obispos. Pero no es fácil meterse con la autoridad episcopal. Zollner explica que “hay que trabajar mucho porque el problema es de una profundida­d que ni nos imaginamos”. A la vez, “tienen que moverse las comisiones y grupos de tareas para explicar a la pesada estructura eclesiásti­ca cuáles son las herramient­as más efectivas para implementa­r la lucha contra los abusadores”.

No ha sido anunciado pero se supone que los obispos recibirán todo un plan de medidas que han sido estudiados y aprobados por el Papa. El objetivo, explicó el padre Federico Lombardi, ex portavoz pontificio, que será el moderador de las sesiones plenarias, es “que los obispos vuelvan a sus países teniendo bien claro qué es necesario hacer para prevenir y combatir el drama mundial de los abusos de menores en la Iglesia”. El Papa mismo señaló hace poco que se afronta “un problema global que solo puede recibir una respuesta global”.

También habrá que establecer qué ocurre si no ponen en práctica las nuevas medidas que entren en vigor. El fracaso de este cambio fundamenta­l no hará sino demostrar que la jerarquía católica es incapaz de vigilarse a si misma. Que son inútiles las convocator­ias y los documentos promulgado­s, como ha ocurrido hasta ahora. Toneladas de anuncios y de tolerancia­s cero no han salvado a la Iglesia de la crisis mayúscula que está viviendo en la tragedia de los abusos sexuales, que ante todo ha dejado un tendal de miles y miles de víctimas, con sus vidas arruinadas y con un saldo de suicidios que pesa sobre la conciencia colectiva católica. ■

Francisco pidió oír a las víctimas y desinflar expectativ­as sobre una solución inmediata.

 ?? ANSA ?? Deliberaci­ones. El Papa Francisco debate con sus obispos durante una reciente audiencia en uno de los salones del Palacio Apostólico.
ANSA Deliberaci­ones. El Papa Francisco debate con sus obispos durante una reciente audiencia en uno de los salones del Palacio Apostólico.

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