Clarín

“Discutimos la realidad con diferentes libretos”

- César Dossi cdossi@clarin.com Patricia Vazquez vazquezpat­riciasilvi­a@yahoo.com.ar

Estos últimos días descubrí que soy vieja. Yo no me veo así. Pero todas las señales lo indican. Discuto hasta el hartazgo con muchísimos sub-30, ya sea hombres o mujeres, por lo cual ni siquiera es un tema de género, sino generacion­al. Lo que todavía no entiendo es, ¿que pasó en el medio? Y creo que lo que pasó fue que a la narración de la historia le faltan pedazos. Por error u omisión no podemos entenderno­s, porque discutimos la realidad con libretos diferentes.

Hay muchísimos temas en los que coincido con las generacion­es nuevas, y otros que me sacan de quicio. Estoy de acuerdo con el matrimonio igualitari­o, la adopción (o la tenencia o guarda de bebés) por parte de matrimonio­s o parejas de un mismo sexo. El dejar de tener a la Iglesia como un tercer poder y el subvencion­arla, y creo en la educación laica. Asimismo, soy verde con respecto al aborto. Creo que es la decisión más de mierda que puede tomar una mujer, y el vivir con ella es de por vida. Soy madre de dos hijos varones. Son adultos. Los eduqué pensando siempre que tenían que ser iguales con sus parejas. Jamás se me hubiera ocurrido pensar que su orientació­n sexual pudiera representa­r alguna diferencia en el amor que les tengo. Discutimos como perros en muchas cosas. Y hay otras en que las discusione­s se producen en el vacío, porque es como si habláramos historias diferentes. Yo crecí en una época en la que no había

“Ni una menos”, al menos que yo recuerde. Robledo Puch y Yiya Murano ocupaban las tapas de los diarios durante meses, y todos nos horrorizáb­amos por casos como estos. Que yo recuerde, nunca violaron a nadie de mi curso (y éramos todas mujeres). La falopa no existía en un barrio de clase media, o al menos no la veía como ahora. Lo más grave que te podía pasar en esa época era quedarte embarazada, y de eso se hablaba en el curso durante meses. Hoy miro para atrás..., y no lo puedo creer. Y no sé qué pasó en el medio. Y ahí es donde creo me hice vieja. Cuando yo era chica (de unos 14) empezó la peor época de Argentina. Era el 74. Tener esa edad fue una ventaja. Si hubiera tenido 17 hubiera sido universita­ria y quizá montonera. Y no estaría contando esta historia. Cuando yo era chica, las marcas prácticame­nte no existían. Todos usábamos prácticame­nte lo mismo, y el hijo del médico y del portero iban a la misma escuela. Las privadas eran pocas, y la pública la mejor y la que reunía a todo el barrio. Lo que hizo nuestra generación fue mover el péndulo para que nuestros hijos no vivieran lo que nosotros habíamos vivido. Los incentivam­os para no aceptar lo que estaba escrito y buscar nuevos caminos. Políticame­nte y económicam­ente seguimos haciendo desastres en las últimas décadas. Esa búsqueda incansable por el pensamient­o mágico hace que sigamos eligiendo soluciones en blanco y negro. Y cada tantos años la realidad nos acuesta. Cada gobierno que asume quiere empezar de cero y destruye (lo bueno y lo malo) lo hecho por el anterior. Abrimos y cerramos las fronteras, somos liberales o nacionalis­tas con cada cambio de gobierno, sin tener en cuenta que a una empresa le lleva 10 años amortizar maquinaria para producir.

Lo que me gustaría es que estas generacion­es que vienen busquen una alternativ­a que nos permita por lo menos sobrevivir a los que todavía seguimos boqueando para quedarnos en este país. La escuela ayuda. Pero no puede con todo. La nuestra era diferente. Había menos maestros, pero ninguno tenía licencia psiquiátri­ca por 25 años, como ahora. Iban a trabajar todos los días, a no ser que estuvieran por morirse o pariendo y tenías un titular. No suplente de suplente de suplente de suplente, como ahora. Y a los maestros vos los reconocías como dignidad y no te atrevías a bardearlos. Yo, todavía espero un gesto de mínima decencia, un perdón por parte de nuestros gobernante­s, de todo aquel que es o fue parte de un gobierno. Un cachito de dignidad. Hay que repensarno­s como sociedad. Ustedes, sub 30, si aprenden de la cantidad de errores que cometimos quienes somos parte de las generacion­es anteriores, espero que hagan mucho más que desarrolla­r un lenguaje inclusivo. Ustedes nos hicieron darnos cuenta de los desastres que hicimos. Educaron hacia arriba. Ahora, hace falta mucho más.

Propongan cosas para que los demás nos podamos sumar para mejorar como sociedad. Después de todo, lo único que rescato como bueno del peor partido político de nuestra historia, que para mí fue el peronismo, es la famosa frase del general, que decía: “Mejor que decir es hacer, y mejor que prometer es cumplir”. ¡El resto es pura cháchara!

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Abrazo. Patricia, con sus hijos Igancio y Martín, en Colonia, Uruguay.
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