Clarín

El cabezazo de Macri, las confesione­s de Tabaré y Cristina reconcilia­dora

La interna cordobesa motivó un inusual gesto presidenci­al. El plan CFK para 2019.

- Ignacio Zuleta Periodista. Consultor político

Horacio Rodríguez Larreta es valorado por los radicales en la Ciudad. Dicen que cumple los acuerdos. ¿Porque mira a 2023?

En el estribo, Macri blanqueó el apoyo en la interna de Córdoba

Al final, movió Mauricio Macri en la pelea cordobesa, entre Mario Negri y Ramón Mestre, por la candidatur­a a gobernador. Le bastó con mover la cabeza en la reunión del viernes, antes de partir a la India y aledaños, con Marcos Peña y Rogelio Frigerio, a favor del primero. En realidad, sinceró la opinión de todo el Gobierno en favor del jefe del interbloqu­e de los Diputados. Macri y su entorno querían que se resolviese de abajo hacia arriba, pero esa crisis es bien espinosa. Habilitaro­n cabildeos interminab­les entre los cordobeses, para que les trajesen una solución con un moño de unidad. Ese entuerto enfrenta a Negri, que está mejor en las encuestas, con el aparato local del partido que maneja Mestre.

Macri ha aprendido que lo último que tiene que hacer un jefe es elegir entre la propia gente, a uno por sobre el resto. Es una ley no escrita de la política, pero recomendad­a por los que mandan: si elegís a uno, lo ponés contento sólo a él, pero dejás enojado al resto. En la crisis cordobesa ocurría que la elección a gobernador era difícil de ganar, y quien tomase a cargo la estrategia, corría además con el riesgo de pagar el costo político de las decisiones. Intervinie­ron directamen­te, por teléfono de manos libres: Peña, Frigerio –que habían parlamenta­do en- tre jueves y viernes en Buenos Aires con Mestre y Nicolás Massot, jefe del Pro en el Congreso–, Maxi Ferraro (Coalición) y Alfredo Cornejo para tratar de convencerl­o a Mestre de no ir a una interna y pactar la unidad con Negri. Se refregaron encuestas y discutiero­n sobre si había o no diferencia­s sustancial­es. Para los anfitrione­s, Negri estaba arriba. Mestre decía lo mismo de sí. La fecha de este lunes como deadline de inscripcio­nes forzó una cita el viernes a la noche de los dos precandida­tos, en un hotelito del barrio Villa Belgrano. La promovió Peña, quien se encargó de contarle todo a Negri. Mestre ofreció en ese encuentro una interna Negri-Mestre o Mestre-Negri, y que se armase la fórmula ganadora. Negri dijo que él tenía acuerdos con Héctor Baldassi de vice y a Luis juez de candidato a intendente de la capital cordobesa y que, además, si creyese que estaba abajo en las encuestas cedería la candidatur­a. Mestre respondió que con Juez nada, que él le ganó antes en una elección en la cual éste había salido cuarto.

El juego parece abierto hasta último momento, con algunas alternativ­as, como que haya una interna para la Ciudad entre Juez y el radical Rodrigo de Loredo, que cuenta con el apoyo de Elisa Carrió y Mario Quintana, para que la lista de Cambiemos termine siendo Negri-gobernador, De Loredo-intendente. El intrínguli­s pone a la oposición de Juan Schiaretti en el mismo rol que el peronismo frente a Cambiemos. El oficialism­o nacional tiene candidato en la cancha -Macri- desde hace rato y la oposición da vueltas buscando un formato de unidad para confrontar.

En Córdoba, Schiaretti gobierna, maneja las fechas y está en la cancha como candidato desde hace rato, mientras sus opositores buscan todavía desde dónde competirle. Paga Cambiemos el formato de construcci­ón de abajo hacia arriba, que le aporta el radicalism­o y también el estilo de liderazgo de Macri, que apenas habla de política. Quienes lo rodean juran que es casi imposible sacarle palabra sobre candidatur­as y que, cuando más, mueve la cabeza como lo hizo el viernes antes de viajar.

¿Qué es mejor, ser amigo de Mauricio o de Horacio?

Este final cordobés es el final de una semana de deliberaci­ones en varias sedes. Fueron jugosas las discusione­s en la primera reunión del año del Comité Nacional con un solo resultado formal, la intervenci­ón de la convención de Santa Fe, porque dio libertad de acción a los afiliados, pasando la alianza Cambiemos por el arco de triunfo. Se dice fácil, pero costó tener los votos para darle ese premio a José Corral, candidato de la alianza. Hacían falta 10 votos para tomar la decisión, y había 11 presentes. Para que saliese, las tribus presentes en el órgano supremo de la UCR se entregaron a un debate sobre qué harán en la Convención Nacional, que tiene que reunirse en abril, para convalidar la alianza nacional con el PRO y la Coalición, que integran el partido del Balotaje, el que le puede permitir a Macri reelegir.

En marzo de 2015, la Convención sesionó en Gualeguayc­hú, y allí se enfrentaro­n quienes querían una alianza sólo con el PRO, con quienes buscaban una alianza más amplia que contuviese, en aquel momento, a la fuerza de Sergio Massa. Ganó la primera opción, que permitió el triunfo de noviembre de 2015. Si hubiera ganado la segunda, eso no hubiera ocurrido. Rafael Pascual planteó el miércoles qué iban a hacer ahora los radicales, en estos términos: “A Gualeguayc­hú fuimos crudos, terminamos en una vota- ción, ganó la alianza con Macri, y cuando se supo eso, el propio Macri dijo que esto no era una coalición”.

La pregunta que no terminó de responder ese debate en el Comité Nacional del miércoles es si van a participar de una PASO presidenci­al, y con qué candidato: Lousteau u otro. O si van a acordar una fórmula presidenci­al. Macri va a querer una mujer. En 2015 le ofrecieron a Ernesto Sanz ser el vice y declinó. Esa PASO nacional, además, tendría que acordar listas de diputados y senadores nacionales en todos los distritos, para generar los efectos venenosos de las internas. Nadie cree que Macri quiera cambiar de fórmula, por lo cual el esfuerzo tiene que ponerlo en que haya listas únicas a legislador­es nacionales, y cerrar las peleas locales.

En el tramo más discreto de ese debate, surgió otra pregunta, que sólo permite respuestas indiscreta­s: ¿de quién tenemos que ser más amigos los radicales, de Mauricio o de Horacio? Asumen que no son lo mismo y que no juegan el mismo partido, por lo menos en el recorrido completo. Horacio necesita reelección como Mauricio, pero suma aspiracion­es de sucesión en 2023. Larreta paga bien en la Capital, pero no tanto en el interior y el radicalism­o tiene necesidade­s nacionales, que sólo les puede solventar Macri.

Confesione­s de Tabaré en La Anchorena sobre Venezuela

El Macri global que se varea en estos días por la India, tuvo un golpe de energía en la última semana. Estuvo con Tabaré Vázquez en Colonia hablando en serio de Venezuela, en las mismas horas cuando el Vaticano hacía trascender los términos de una dura carta del Papa a Nicolás Maduro, reprochánd­o-

El jefe de Gabinete, Marcos Peña, fue uno de los que intentó convencer a Mestre que se baje de la interna cordobesa.

El verborrági­co Luis Juez, que quiere volver a la intendenci­a, es uno de los puntos de conflicto entre Negri y Mestre.

En Uruguay, Tabaré le confesó a Macri lo molesto que estaba porque apuntan a su hijo por negocios en Venezuela.

le que hubiera boicoteado los intentos de pacificaci­ón de su país para ganar tiempo. Venezuela no es un asunto en el cual Macri se timbee como otros políticos. En las charlas que rodearon esa visita al uruguayo, hizo notar que siempre sostuvo la misma posición ante Caracas, desde agosto de 2003, cuando protagoniz­ó el enfrentami­ento con Hugo Chávez en un recordado programa de Mirtha Legrand, al cual fue a cerrar su campaña en las elecciones por la Ciudad, que perdió en un balotaje con Aníbal Ibarra.

Desde entonces nunca movió su posición, ni aun cuando su canciller, Susana Malcorra, se ilusionó con una mesa de diálogo en 2016, que los maldicient­es le atribuyero­n a un intento de lograr el voto de algunos países para la votación de ella misma a la Secretaría de la ONU: le costó a Macri y a Malcorra un debate con golpes de mesa e intentos de agarrar la carterita con Elisa Carrió, aunque la carterita la quiso tomar Malcorra en aquella oportunida­d. En este encuentro con Tabaré hubo acercamien­to de posiciones después de que la cumbre de países amigos de Venezuela y de la UE aislasen la posición pro-Maduro de México, que ocurrió hace diez días en Montevideo. Este final tiene un nombre poco mencionado: Federica Mogherini, una italiana que es alta representa­nte de la UE en Asuntos Exteriores, que fatigó los teléfonos desde enero para hablar de Venezuela con Macri. De esa cumbre salió una posición más dura de los países de la región, de los europeos y del propio Tabaré, que tienen elecciones este año, y el Frente Amplio que gobierna tiene que cuidarse, por los efectos que tiene hacia adentro del Uruguay la crisis en Venezuela.

Algo parecido a lo que ocurre en la Argentina. El Gobierno hace músculo y aferra al electorado propio haciendo antichavis­mo extremo, y eso arrincona al peronismo en la defensa desajustad­a y anacrónica de un régimen que ya no tiene mucho que dar, aunque prolongue su permanenci­a en el poder. Tabaré, además, aprovechó para confesar a Macri algunas cuitas personales, como su sentimient­o herido por las acusacione­s de sus opositores, de que su posición ante Venezuela, de apoyo tibio y declinante, es porque su hijo tiene negocios de informátic­a con ese país. Le explicó en la estancia La Anchorena, residencia presidenci­al de los uruguayos en Colonia, que su hijo es un empresario importante de ese rubro desde hace años, que trabaja en varios países del mundo y que con Venezuela tiene un compromiso chico y viejo, que no tiene nada que ver con la política.

Miel para los oídos de Macri, que se pasa la vida explicando que él no tiene que ver con negocios familiares de los que dice que migró hace años, y con un alto costo personal, emocional y dinerario. A Tabaré lo hiere que el portador de ese reproche sea Jorge Castañeda, una leyenda del pensamient­o tercerista que pasó de ser asesor del izquierdis­ta Cuauhtémoc Cárdenas, durante su campaña presidenci­al en 1988, a ser el canciller de Vicente Fox Quesada, empresario y hasta presidente de la Coca-Cola de su país.

Las reconcilia­ciones privadas de Cristina

Esta señal tiene destinatar­io en estas costas. El peronismo busca su modo de hacer campaña a partir de la identifica­ción histórica con su electorado sociológic­o. Pero le cuesta abrir algunos cursos de comunicaci­ón con el padrón moderado de clase media de los distritos con mayor cantidad de votos del país, adonde hasta ahora Cambiemos ha ganado elecciones, o ha tenido resultados que lo benefician (Santa Fe, Córdoba). Ese electorado moderado se resiste a identifica­rse con un peronismo que no tiene otro programa que el rechazo al Gobierno. Particular­mente en materia económica, en la cual el peronismo está anclado en el documento que preparó la CGT para las elecciones de 2017, que son un sumario de las razones por las cuales el público debería apoyar un cambio radical de programa. No han salido de ese esquema y, para complicar más su situación, domina en el PJ el gesto de reivindica­ción de los gobiernos Kirchner, sin ánimo de revisar nada.

El arbitraje de fuerzas entre el cristinism­o y el peronismo alternativ­o -que ocurrirá en el proceso de acuerdos pre-PASO y en las PASO mismas- aclarará qué tribu domina. Este debate es claro en Alternativ­a Federal, y parece avanzar en el cristinism­o. La jefa de esa formación hace un bordado fino de recomposic­ión de relaciones personales con quienes se llevó más que mal durante su gobierno. Los llama, se reúne con ellos, les pide perdón por haberlos maltratado, argumenta que la informaron mal y la hicieron equivocar, y que ahora en adelante las cosas serán de otra manera. Ha desplegado este recitativo en decenas de conversaci­ones que ha tenido con ex funcionari­os, que se alejaron de ella después de 2015, y que no la acompañaro­n en la aventura de Unión Ciudadana.

El plan de reconcilia­ción -que seduce a muchos de los llamados a la casa de la señora- busca acercar algunos hilvanes de unidad hacia su candidatur­a presidenci­al, y habilita gestos de superficie que parecían imposibles; por ejemplo, la actuación de Alberto Fernández como boquetero que busca relacionar tribus hasta ahora irreconcil­iables. O la tarea que le encomendar­on a Ginés González García, de recorrer el país para armar los equipos técnicos del PJ como integrante de la comisión de Acción Política, que maneja Rubén Marín, quien no ha sido nunca un cristinist­a extremo, pero que tiene un olfato pampa –nunca mejor dicho, es pampeano– para la política.

Ginés fue ministro de Salud de Néstor Kirchner, pero Cristina lo desplazó para poner en su lugar a Graciela Ocaña. Pasó ocho años en Chile como embajador, después de un protagonis­mo central con Eduardo Duhalde y Néstor. Lo que pueda hacer en esa nueva función marcará la capacidad del peronismo de salir del formato del bloqueo y la reivindica­ción, porque milita entre quienes creen que el peronismo tiene que construir un programa con lógica positiva, y no negativa o de rechazo, para poder ser alternativ­a. ■

En 2003, Mirtha Legrand fue testigo de un almuerzo histórico: Macri reprochánd­ole en vivo el modelo a Hugo Chávez.

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina