Tan empoderados
En la compilación de ensayos “El hombre y sus símbolos” (1964), el psicólogo suizo Carl Gustav Jung escribe que “el dicho ‘querer es poder’ constituye la superstición del hombre moderno” y que “no han desaparecido del todo sus dioses y demonios; solamente han adoptado nuevos nombres”.
Todos tenemos voz en la era de las redes sociales y de los consumidores “empoderados”. Tan libres, que ya no dudamos en espiar y contar. La tecnología reinventó al antiguo “chusma” con el permitido hábito de “stalkear”. Y si una empresa, un político o un vecino dice algo muy inconveniente, apuntamos nuestros cañones sin vueltas: denuncia y viralización.
Ya no necesitamos (ni queremos) dioses ni líderes, porque nos han defraudado. En cambio, despierta empatía el político que comparte su video haciendo running y frena para hablar con la gente. No baja línea, no da órdenes, parece tan solo uno más. Decidimos más cosas que en otros tiempos, nos expresamos más, vivimos “empoderados”. Por ejemplo, decidimos quedarnos de madrugada a puro click click en el juego de descuentos titulado “Black Friday”. Nuestro deseo se impone mientras entregamos gustos, amores, enojos y tendencias a las bases de datos web. Aunque estamos “empoderados”, pasan cosas desalentadoras. El muro de Trump o el gesto de la ametralladora en la campaña de Bolsonaro son solo dos ejemplos. ¿Estamos tan empoderados?