Afirman que las tareas domésticas generan mucha contaminación
Cocinar, limpiar y otras actividades domésticas generan niveles significativos de químicos volátiles y particulados dentro del hogar, lo que lleva a niveles de calidad del aire interior similares a la de una ciudad muy contaminada, según investigadores de la Universidad de Colorado Boulder, en Estados Unidos. Además, según plantearon, los compuestos or- gánicos volátiles (COV) de productos como el champú, el perfume y las soluciones de limpieza escapan al exterior y ayudan a formar partículas finas y ozono, lo que contamina la atmósfera global del aire más que los automóviles y camiones.
La relación previamente inexplorada entre los hogares y la calidad del aire centra el debate de la Reunión Anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que se celebra en Washington, Estados Unidos. Allí se presentó el estudio.
"Las casas nunca han sido consideradas una fuente importante de contaminación del aire exterior y es el momento de comenzar a explorar eso”, afirma la investigadora Marina Vance. El año pasado, ella co-dirigió el experimento, que usó sensores y cámaras avanzados para monitorear la calidad del aire interior de una casa fabricada de 111 metros cuadrados. En un mes, llevaron a cabo varias actividades diarias del hogar.
Vance apunta que es evidente que las casas necesitan estar bien ventiladas mientras se cocina y se limpia, porque incluso las tareas básicas como hervir agua sobre un fuego pueden contribuir a altos niveles de contaminantes del aire gaseosos y partículas en suspensión, con impactos negativos en la salud. "Incluso el simple hecho de hacer tostadas elevó los niveles de partículas mucho más alto de lo esperado”, destaca.
Los expertos están colaborando para pintar una imagen más completa de la calidad del aire, según Joost de Gouw, profesor del Instituto de Cooperación de Investigación en Ciencias Medioambientales (CIRES) de la Universidad de Colorado Boulder. El año pasado, Gouw y sus colegas publicaron los resultados en la revista Science, mostrando que las regulaciones sobre vehículos habían reducido las emisiones derivadas del transporte, mientras que la contaminación química en los hogares sólo creció.
"Originalmente hubo escepticismo sobre si estos productos contribuyeron o no a la contaminación del aire de manera significativa, pero ya no. En el futuro, debemos darles a estas fuentes la misma atención que les hemos prestado a los combustibles fósiles", concluye Gouw. ■